Día de la Violencia de Género, machista, contra la mujer. Rueda de prensa. No llore Irene, ministra, no llore, no se moleste, no la creo.

Su ministerio no es, como dice, el de todas las mujeres, no. Algunas no cabemos, algunas no esperamos nada de usted, muchas pensamos que no sirve para nada.

Vemos su ministerio como un juguete costoso que debemos pagar con nuestro trabajo –el real-, un Pequeño Trianón inclusivo que han puesto en sus manos, no sabemos con qué méritos. Pero lo peor, nos parece una oportunidad perdida.

Qué gran idea poner el foco ayer en el tema de los móviles. Eso que se ha convertido en una colosal herramienta de poder en manos de controladores, incluso, y sobre todo, de jóvenes controladores.

“Tu móvil es tuyo”, un acierto, una idea fantástica si no saliese del ministerio de la pareja de Pablo Iglesias. Del que retuvo la tarjeta del móvil de Dina Bousselham “para no meterle más presión a una chica joven”. Si no tuviese todo la pátina del mismo falso feminismo, sororidad y empoderamiento con el que se envolvía la Hillary Clinton del episodio Lewinsky. Transigir, no por otra cosa que por el bien mayor de su asalto al poder ¿cómo verse representada por ella? ¿Cómo verse representada por usted?

Le cuento. Hay mujeres que no tienen la oportunidad de nacer, niñas a las que se mata antes de llegar a la meta, a tener la oportunidad de –si quieren- llegar “solas y borrachas” a casa, o –quién sabe- a ser ministras. Eso es violencia.

Mujeres para las que no queda otra opción que abortar, por si pierden el trabajo, porque se las deja solas, porque su situación –legal, económica-, su nacionalidad o su raza determina su futuro a ojos de los Servicios Sociales, o porque las que son como usted criminalizan a quienes intentan darles un futuro distinto, una alternativa. Esas que ni en broma pueden tener uno, dos, tres hijos y darles un hogar seguro, como usted, Irene, qué suerte. Eso es violencia.

Mujeres víctimas de trata a las que un burdel de carretera invisibiliza, a las que ese ínfimo porcentaje de teórica prostitución libre y “por gusto”, da una coartada infinita para que no se legisle contra esa vergüenza, esa explotación, ese negocio infame. Quizás nunca han interesado a nadie, quizás a usted tampoco. Y se lo aseguro, cada día es un día perdido. Eso es violencia.

Esas mujeres que llegan embarazadas a nuestras costas, o con un bebé apenas recién nacido a bordo de un cayuco. No son felices madres de familia. Si están embarazadas lo normal es que hayan sido violadas. No, no son como esos que llegan con el pasaporte en una mano y el móvil en la otra. No, lo suyo es violencia.

O esas a la que el paro encadena a su pareja, las que abandonarían a quien les maltrata si pudieran, las que sólo necesitan un trabajo para abrir la puerta de su cárcel. Esas que no le piden un eslogan ni que posturee por ellas, sino tan solo la oportunidad de llevar un sueldo a casa. Esas que sufren violencia.

La entiendo. Es difícil lidiar con el machismo estructural cuando se tiene en casa. Quizás por eso se olvida del real, del que importa. Pero no llore, no, que no la creo.