Próximamente el presidente del país inaugurará el encuentro que ha preparado la revista Forbes y que llama “Reinventing Spain”. Precisamos, sin duda, reinventarnos. Ojalá que Pedro Sánchez lleve buenas ideas a la presentación de ese debate: las necesitamos. Ahora, quizá más de lo que lo hemos hecho nunca en el período reciente de la historia de España.

Porque además de provocar más de 50.000 muertos y cambiarnos la vida a todos, el Covid-19 va a provocar este año un agujero en las cuentas públicas de unas dimensiones estratosféricas, quién sabe si intratables. El Fondo Monetario Internacional pronostica un déficit superior al 14% con respecto al producto interior bruto, y una deuda que se elevará hasta el 123% del PIB. La crisis económica derivada de este tsunami sanitario que lo tritura todo, junto a la desafortunada -cuando menos-, gestión que hemos hecho de ella, nos convertirá en uno de los países más endeudados del mundo.

El FMI advierte, además, de la tragedia que se cierne con respecto al desempleo: tardaremos siete años en volver a la situación que disfrutábamos -sin apenas saberlo- antes de la pandemia. El casi millón de empleos perdidos en los últimos meses solo se verá compensado a razón de 180.000 al año, si hay suerte.

Seremos, pues, un país endeudado y malherido, con escaso empleo y un claro mal pronóstico al menos a corto plazo. Una tormenta perfecta que castigará a todos los ciudadanos de uno u otro modo.

Mientras todo esto ocurre, en el Congreso no paran, los actores de la política, de agredirse con arrogancia y contundencia. “Usted es un matón auténtico”, llama Olona a Iglesias. “Acomplejados reaccionarios”, la insulta el vicepresidente en su réplica. La bronca entre la derecha y la izquierda continúa siendo aquello que domina la escena política nacional, a pesar de que el país desde el que hablan unos y otros parece caerse a pedazos.

Quizá necesitemos, además de las recetas de Sánchez, algo bien diferente. Algo que se parezca al ubuntu, la filosofía sudafricana que abrazó Nelson Mandela y que sirvió para reunificar la nación tras el descalabro y la fractura que provocaron 178 años de apartheid. Una suerte de principios éticos que permitió al ex preso más conocido del mundo la posibilidad de comenzar un período de reconstrucción nacional alejado de la amargura y el resentimiento; la única vía real hacia la paz entre los blancos y los negros de Sudáfrica en los años 90.

Ubuntu hace despegar la solidaridad y provoca la explosión de la lealtad, porque invita a pensar en que “yo soy” porque “nosotros somos”; hace creer en el sentido de la colectividad por encima del individualismo, en el nosotros; esa sensación que tanto echamos de menos en nuestro Congreso de los Diputados. Es, en definitiva, una actitud que se basa en la conexión de toda la humanidad. En el “si tú ganas, todos ganamos”.

Esta filosofía, tan lejana en lo geográfico como en lo emocional en estos momentos en los que en el debate político se respira beligerancia y ruptura, genera la empatía que lo cambiaría todo. Esta manera de afrontar las dificultades provoca humildad y generosidad, algo que hace tiempo que no vemos entre quienes nos gobiernan. Además, invita a pensar en las enormes ventajas del trabajo en equipo. ¿Imaginan si los políticos dejaran a un lado sus angustiosas y a menudo absurdas batallas y trabajaran con un único objetivo común? Entonces seríamos un país con un plan: el de salir de la pandemia con las mejores notas posibles.

Por eso, por la enorme fuerza que tiene el ubuntu para aunar esfuerzos, el entrenador Doc Rivers utilizó este concepto para conseguir que su equipo, los Boston Celtics, ganaran el anillo de 2008. Así, con ubuntu, sedujo a sus jugadores tan eficazmente que acabó derrotando a los Lakers de Pau Gasol en una serie histórica.

También nosotros nos enfrentamos a un gran adversario; también atravesamos un momento histórico. Reinventarnos, como propone el foro de Forbes, resulta en este momento esencial. Ojalá que nuestros políticos comprendan esta necesidad antes de que sea demasiado tarde. Ojalá que recuerden a Mandela. Ojalá que abandonen la confrontación. Ojalá que practiquen la filosofía del ubuntu. Si ganan ellos, ganamos todos.