En casa éramos monárquicos porque éramos de izquierdas. Unos monárquicos muy cucos, claro, como son los monárquicos españoles: no es que la Corona nos conmoviera hondamente, que no sabemos ni el nombre de las princesas. Sencillamente, la monarquía era la institución que encarnaba la Jefatura del Estado bajo el orden constitucional.

Nuestro compromiso con el rey lo era en tanto que símbolo de un régimen democrático de libertades y de derecho. Por contra, los más formidables enemigos de la monarquía eran los nostálgicos de Franco, que en la Transición tomaron a Juan Carlos por un traidor al Movimiento. Y con razón.

Nos pensábamos muy progres, ya les digo, pero resulta que estábamos equivocados. Somos fachas.

Faltaban pocos meses para que España celebrara sus primeras elecciones democráticas en cuatro décadas, en junio de 1977, cuando Santiago Carrillo, líder del PCE, proclamó que “el comunismo es compatible con la monarquía”. Hacía no tanto ni siquiera era evidente que el comunismo fuera compatible con la democracia, así que las palabras de Carrillo dan cuenta de los pasos que se habían dado en nuestro país para superar las viejas líneas de fractura y construir un sistema político pluralista e inclusivo. El nuevo eurocomunismo era demócrata y (casi) monárquico.

En aquellas primeras elecciones, el PCE obtuvo 20 escaños que se vivieron como una decepción: los comunistas aspiraban a capitalizar el voto de la resistencia antifranquista, pero la izquierda española amaneció del mal sueño de la dictadura igual que se había acostado en 1936: socialista. Con todo, su representación fue cuatro veces mayor de la que ahora atesora Alberto Garzón en el Congreso. IU cuenta con cinco diputados logrados en coalición (o en disolución) con Podemos, que han servido al joven comunista para hacerse con una cartera en el “gobierno de progreso”.

En el “gobierno de progreso” no siempre se buscan ministros para los ministerios, a veces se buscan ministerios para los ministros. A Garzón se le fabricó un ministerio ad hoc cuya única competencia conocida era poner fin a la publicidad de las casas de apuestas. Pero pronto nos anunció que no iba a poder ser.

Desde aquel chasco le habíamos visto muy poco, hasta que esta semana ha reaparecido en Twitter, algo es algo, para dejar un comentario altisonante sobre Felipe VI, al que acusa de maniobrar contra el Ejecutivo, incumplir la Constitución e ignorar el principio de neutralidad de la Corona. Para Garzón, la posición de la monarquía, “aplaudida por la extrema derecha”, es “insostenible”.

Vean, el comunismo ya no es compatible con la monarquía. La monarquía es de fachas, como nosotros, que somos unos fachas.