Esta mañana me he levantado negacionista. Reconozco que siempre he sido una chica contracorriente, pero hoy estoy dispuesta a enmendarme. Hablo con Ok Google para preguntarle qué es la fosfina (según el comité de expertos de Carlos Alsina, se trata de un gas encontrado en Venus, un gas compatible con la vida orgánica). A falta de que se pronuncie Miguel Bosé, conspiranoico principal de las redes sociales, me entretengo buscando ejemplos.

Ejemplo número 1. La primera vez que oí hablar de los negacionistas fue a cuenta del Holocausto. Hay teorías negacionistas de las ciencias de la naturaleza, las hay de las ciencias sociales y hasta de los propios hechos concretos. En este último apartado se encuentra el negacionismo del Holocausto, que fue el primero en darse a conocer. Pero negarlo es insidioso. Ahí están quienes acreditan lo contrario, desde Hannah Arendt a los autores de Apocalipsis, una formidable serie en la que pueden contarse hasta los muertos.

Siguiendo con los ejemplos, también nos encontramos con el negacionismo de la globalización, de la crisis del clima, de la igualdad de género, de la reducción de emisiones de CO2, del racismo, del clasismo, del capitalismo, de las enfermedades…. En este último capítulo entran desde el propio Covid a la vacuna y la mascarilla.

El negacionismo de la vacuna está ahí desde antes de la llegada del Covid. No la inspira la vacuna del Covid porque todavía no existe. Los padres negacionistas quitan importancia a la enfermedad y consecuentemente también a la vacuna, pero olvidan un argumento aplastante: si sus hijos no contraen la enfermedad es porque los demás niños están vacunados.

En paralelo con la vacuna está la lactancia natural, aunque la lactancia natural ha desarrollado una corriente fundamentalista que entra en colisión con la propia naturalidad del hecho que contempla. En cierta ocasión, yo misma fui testigo de un ejemplo al acompañar a la madre de una nieta al pediatra. La niña no engordaba, porque (seguramente) tomaba menos leche materna de la que debería. Como la pediatra no entraba en razón, la mamá decidió quitarse la leche y medirla en un biberón aparte para saber la cantidad que ingería. Así hizo, hasta que consiguió darle las dosis adecuadas. Sin embargo, la pediatra afeó a la madre semejante procedimiento (la medicina es compatible con el fundamentalismo) por privar a su hija de la comunión que representa la maternidad.

Las cruzadas emprendidas por el negacionismo están reñidas con las ciencias naturales, que son exactas e indiscutibles, no con las sociales, que son especulativas. Copérnico dijo que la Tierra giraba alrededor del Sol y no al revés. Es un hecho verificado. Sin embargo, la política depende del viento reinante. Verbigracia: los romanos (del Imperio, se entiende) eran machistas sin saberlo.