La Comisión de Reconstrucción debería transformarse urgentemente en la Comisión de No Destrucción, porque como siga reconstruyendo como lo viene haciendo no va a quedar nada. Nació como sustituta de aquellos nuevos Pactos de la Moncloa que propuso Pedro Sánchez al principio de la pandemia. Pero visto el espíritu destructivo que viene animando la reconstrucción, me temo que aquellos Pactos de la Moncloa habrían sido unas Dinamitaciones de la Moncloa.

Tal vez tenía razón Cioran al pensar que toda acción es demoníaca. Según el filósofo rumano, no hay manera de ‘hacer’ el bien; como mucho se puede evitar hacer el mal, no haciendo nada. La inacción como ética es sin duda una medida drástica. Aunque simpatizo bastante con Cioran, yo no la propondría para todos los seres humanos. Pero sí para los políticos españoles.

Estos acudirían a la Comisión de No Destrucción a estarse quietos. Y, sobre todo, a callar. El tiempo que estuviesen quietecitos y calladitos redundaría en beneficio de la ciudadanía, que respiraría aliviada mientras no la estuviesen destruyendo. Está la pandemia, sí, y está el hundimiento económico. Pero mejor tener dos jinetes del Apocalipsis en vez de cuatro. Y digo cuatro porque la acción destructiva de nuestros políticos se duplica en la parte de la ciudadanía envenenada por ellos.

La destrucción de la Comisión de Reconstrucción, como escribió Laura Fàbregas en su crónica de la última sesión, la llevó a cabo Pablo Iglesias, vicepresidente segundo del Gobierno. O sea, la llevó a cabo el Gobierno. Éste persiste en su lógica fundacional, la de la moción de censura: el frentismo. La alianza del PSOE con populistas y nacionalistas, sin importarle que estos sean independentistas o proetarras. Y enfrente, los ‘malos’: el PP, Ciudadanos y Vox, empaquetados como “extrema derecha” (apelativo que solo se modula cuando hacen falta votos de Ciudadanos o el PP).

Este esquema comodísimo y nefasto es en el que se sostiene el presidente Sánchez, porque no ha sabido (ni quizá querido) sostenerse de otra manera. Que ni la situación tremenda que estamos viviendo lo haya sacado de ahí, confirma que es irrecuperable. La responsabilidad que puedan tener Ciudadanos, PP e incluso Vox queda definitivamente opacada por la destrucción que viene de Moncloa.

La costumbre era que una comisión no resolviese nada. La novedad es que se dedique a lo contrario de aquello para lo que se creó. O a lo mejor no. A lo mejor se creó para continuar el frentismo por otros medios.