He vuelto a acordarme de lo que anota Iñaki Uriarte en su diario después de una visita al hospital: “Nadie debería lamentarse por llevar una vida gris y sin grandes emociones. Que espere un poco. A partir de cierta edad todos llegamos al Far West. Silban las balas”. Ahora estamos todos en el mismísimo O.K. Corral. Las balas silban como nunca.

Una ha alcanzado al dueño de un restaurante de Málaga, El Botijo, donde mis amigos y yo hemos sido felices en los últimos años. Se llamaba Gabriel Domínguez y ha muerto a los sesenta y ocho por coronavirus.

La noticia nos llegó uno de estos días de confinamiento en que, como todos los días de confinamiento, los amigos soñábamos con vernos allí: aquel era el escenario del reencuentro ideal. Ahora, si volvemos, habrá una baja.

Es curioso cómo nacen los mitos cotidianos: esa espontaneidad que va configurando un ámbito perfecto, hasta que cuaja y nos damos cuenta. Tratamos entonces de que no se desmorone, hacer lo que hacíamos para que siga. Se pierde a partir de ahí un poco de frescura, pero compensa: hemos llegado a un lugar confortable, propicio para la felicidad.

Empezamos a ir porque quedaba enfrente de La Térmica, donde mi amigo Manuel Arias Maldonado inició hace cinco años su hoy prestigiosa Aula de Pensamiento Político. Después de la conferencia, cruzábamos para cenar en El Botijo con el invitado de la jornada.

Uno de los primeros, Félix Ovejero, fue el que nos constituyó. Lo estábamos pasando tan bien hablando, que dijo: “Pero qué grupo más bueno tenéis aquí. ¿Qué hacéis, os reunís periódicamente?”. Y lo cierto es que no. Nos veíamos poco (en realidad, aunque vivíamos en la misma ciudad, casi todos nos habíamos conocido por internet). Pero pasamos a frecuentarnos a partir de entonces. Ovejero (su mirada exterior) nos dio la orteguiana “conciencia de grupo”.

En este tiempo, ¡cuántas cenas gratísimas! Con los amigos habituales y con los invitados. Entre los que recuerdo, además de a Ovejero, a José Luis Pardo, Pablo de Lora, Daniel Gamper, Olivia Muñoz-Rojas, Myriam Redondo, Víctor Lapuente, José Ignacio Torreblanca, Máriam Martínez-Bascuñán, Javier Moscoso, José Luis Villacañas, Manuel Cruz, Ignacio Peyró, Juan Claudio de Ramón, Daniel Gascón, Ricardo Dudda, Ramón González Férriz, Josu de Miguel, Carlos Granés, Santiago Gerchunoff, Paloma de la Nuez, Ana Carrasco-Conde o Javier Gomá. Y con los camareros cálidos y eficaces que hoy se dolerán de la pérdida.

En el menú que la frecuentación había venido decantando, el punto estelar era el de las chistorritas. Yo les hacía muchas fiestas cuando llegaban, y mis amigos, por complacerme, por no dejarme solo en mi histrionismo juguetón, se las hacían también. Era un momento jocoso que concentraba la alegría de aquellas veladas. Que volverán, porque tienen que volver.