Te escribo estas líneas conmocionado aún por el gravísimo ataque a la libertad de expresión perpetrado por la portavoz parlamentaria del PP al acusar a tu cadena nada menos que de "hacer negocio con la erosión de los valores de nuestra democracia".

Hacía muchos años que no se vivía algo así en España. Habría que remontarse seguramente a Franco.

Este tipo de conductas conviene cortarlas de raíz. Por eso me reconforta la respuesta unánime de todo el grupo: La Sexta, Antena 3, Onda Cero y La Razón. Felicidades. No hay que ahorrar esfuerzos para combatir a un representante político, por muy aforado que sea, que se ha propuesto dinamitar los pilares del sistema.

En Al Rojo Vivo la has llamado "especialista en manipulación", le has recordado su subordinación a Aznar y su pertenencia a un partido corrupto que "siempre ha tenido una mala relación con la libertad de expresión". Un partido -has mencionado con acierto- que lo único que ha hecho en Cataluña ha sido "repartir palos a mujeres, hombres y niños", dada su incapacidad para resolver los problemas.

Sinceramente, creo que los españoles merecemos políticos de otra talla, y no lo digo por lo escuálida que se ve a Cayetana Álvarez de Toledo.

Como no podía ser menos, otros programas de La Sexta se han solidarizado y han respondido al "durísimo insulto a los profesionales" cometido por quien, para más inri, ejerció el periodismo, aunque fuera con Pedro J. Ramírez.

Antena 3 ha demostrado su compromiso con los derechos y libertades consagrados en la Constitución cantándole las verdades del barquero: "La marquesa ultra del PP", la ha llamado en los informativos.

Incluso Marhuenda ha estado sobresaliente en las páginas del periódico al equipararla en sus mentiras con los independentistas radicales.

Tú mismo has destapado que no es catalana, por más que se presentó al Congreso por Barcelona; que en realidad vive en "el barrio de Salamanca". Son datos que ayudan a la audiencia a hacerse una idea de qué buscaba en Cataluña cuando intentó hablar en la Universidad o se paseó por la Plaza de Sant Jaume sólo tres días después de hacerse pública la sentencia del procés. No lo digas tú, lo diré yo: provocar.

Luego se dijo que la habían insultado y escupido. No justificamos de ninguna manera la violencia, pero ¿qué esperaba?

"No nos asustan sus amenazas", "no le vamos a pedir permiso para hablar", has exclamado con valentía, y los reporteros del grupo han tenido la sagacidad de preguntar a todos los cargos del PP con los que se han cruzado si compartían sus insidiosas manifestaciones.

Como creo en el poder didáctico y ejemplarizante de los medios de comunicación, te animaría a seguir en los próximos días, incluso meses, con el mismo marcaje de esta semana.

Que no pase un día sin una cámara en el cogote hasta que se retracte; que no pase una hora en tu tertulia sin que se invite a los participantes a pronunciarse sobre su abyecta ofensiva contra derechos fundamentales que tanto ha costado conquistar.

Afortunadamente las redes sociales han sabido recoger el sentir de la calle y le estampan a cada minuto lo que tú le has dicho con arrojo, que es la "portavoz del odio en el PP".

Ánimo, Antonio. Gracias por tu entereza y coraje.