Uno viene leyendo a Cela desde hace décadas y nunca encontró una imagen tan certera como la de las hemorroides lamidas; tan fílmica que no le veo la aplicación política inmediata. Lo que sé es que a Pablo Iglesias y a su consorte con tarta y ministerio le empiezan a doler las prosas que no son las suyas, los periódicos que salen y que no mangonean con un catequismo inverso de monjitas alférez.

Así, la dupla de Galapagar vela por llevar a los periodistas al maco y por lobotomizarnos hasta el punto de que la "cloaca" sea un concepto caprichoso y dúctil. Dúctil según sus necesidades, que diría la frasecita marxista.

El poder no ha cambiado a Pablo, si acaso lo ha hecho más desconfiado de las junteras y le ha aliviado la hipoteca, que somos todos. Pero por lo demás, Pablo es el de siempre, con chófer y con una camisa parda de lamparones vicepresidenciales.

La Vistalegre nueva de Iglesias cabe en un taxi, sí, pero entre los amores que fueron y los círculos en la plaza, entre las Tanias idas y los heterodoxos, Pablo sabe que hay que ser o César o nada. Quitarse el tope salarial a sí mismo, esclerotizar el partido en torno a sus glándulas es una consecuencia de que ya se está en el Cielo: que para campo y para España vaciada su chalet, que no es un tópico serrano sino la constatación residencial de que Dios no abandona a los buenos marxistas.

Este golpe de mano de Iglesias, esta financiación sin comisiones y a mayor gloria, apenas viene respondida por sus más cafeteros: esos que en TW berrean con un perfil diarreico entre lazos amarillos, el morado de las banderas y una foto en alguna cuneta.

Iglesias bien vale una vicepresidencia, un triángulo republicano, una seriedad impostada y que las de Femen no se le entreguen en un éxtasis de pezones cuando el verbo se le hace carne. Sólo la Historia lo absolverá, claro, y entretanto se va diciendo republicano irredento sometido a la responsabilidad del cargo.

En España el BOE cada día se parece más al Pravda, marzo cada vez más a agosto, Irene cada vez más a Pablo. Y en éstas que llega la pandemia...