Un alto responsable de una institución universitaria se sacó el doctorado con una tesis que coincide sustancialmente con otra, defendida varios años antes por una directora general que acaba de dimitir de su cargo tras comprobarse que su trabajo estaba extraído en buena medida de Wikipedia y del Rincón del Vago: dos fuentes abiertas de contrastado prestigio entre los más indolentes de los alumnos de cualquier nivel y especialidad. Merced a este esperpéntico incidente, la universidad española acaba de añadir a su lista de logros y prodigios el de premiar con la máxima titulación académica posible el plagio del plagio, el metaplagio, el plagio al cuadrado o como se prefiera decir.

Si la primera tesis copiada había sido recompensada con la toga y el birrete por una universidad privada de corta vida, la que por fecha parece copia de la copia le ha valido a su firmante el doctorado por la mayor y a la vez una de las más antiguas de nuestras universidades públicas. Un regalazo para todos los que tenemos colgado en alguna pared de casa un título expedido por esa docta institución, aunque el título sea de licenciado y para superar las asignaturas correspondientes nunca reprodujéramos un documento previamente elaborado o amañado por otro.

A la desfachatez de lo sucedido, que no ha impelido a los sorprendidos en flagrante fusilamiento de líneas ajenas a ofrecer la menor excusa, a mostrar algún arrepentimiento o a emigrar a donde nadie les conozca —el español es así, lo niega todo hasta con las llamas cosquilleándole los calcañares—, sucede el no menos morrocotudo silencio de todas las autoridades educativas incompetentes: desde el ministro del ramo —que se sacude el escándalo con la ingravidez que le caracteriza y endosándolo a la comunidad autónoma correspondiente—, hasta la universidad cuyo escudo decora el diploma ominoso, pasando por quienes se sientan en los sillones de la consejería autonómica con alguna responsabilidad en la materia. Tantos sueldos públicos de miles de euros para que un hecho de este porte, cuando se conoce y las pruebas son abrumadoras, tan sólo suscite un cri-cri-crí.

Para redondear la cosa, añádase el hecho de que los dos wikidoctores han hecho buena parte de su carrera profesional en una institución educativa que se pretende prestigiosa y cobra a los padres de quienes estudian en sus centros una elevada tarifa por sus servicios docentes. El mensaje a nuestros jóvenes no puede ser más devastador: "Haz trampa, se puede ir por la vida siendo doctor de pega, lo que importa es vestir el muñeco".

Cada hora que pasa sin que los interpelados expresen su horror y su vergüenza, y su voluntad de fumigar estas prácticas, lo hace en gravísimo descrédito de la universidad española. O se agarra este toro por los cuernos, o que nos dejen presentar a los demás la dichosa wikitesis. Si dio para obtener un doctorado en Economía y otro en Comunicación, lo mismo puede servir para quien desee lucir uno en Psicología, o en Física Cuántica.