Desconozco a la hora de juntar estas letras si algún médico ha alegado objeción de conciencia para no tratar a Albert Rivera, ingresado con una gastroenteritis aguda por salmonelosis. O si ha empezado ya la recogida de firmas en el hospital para declararle persona non grata.

Hay que ver qué forma de provocar estos de Ciudadanos. Igual te llevan a una embarazada de nueve meses a las fiestas de San Isidro, que pretenden homenajear a las víctimas del terrorismo en el País Vasco en lugar de en Melilla o en Zamora, llevan a sus diputadas a la manifestación del Día de la Mujer para ver si con suerte las insultan o tratan de desfilar en el Orgullo, como si alguna vez hubieran creído en los derechos civiles y en la libertad. ¡Hipócritas!

Gracias al periodismo de investigación hemos descubierto que la Policía les acaba de poner en su sitio con informes técnicos que demuestran su empeño por “catalizar la acción mediática” en la manifestación LGTBI. Sólo buscaban propaganda. 

Para lograr su objetivo no dudaron en acercar sus caras a personas que estaban a punto de escupir, corrieron desesperados a poner sus cabezas debajo de latas y botellas justo en el momento en el que la gente las arrojaba, y buscaron a quienes orinaban para impregnar sus camisetas con el líquido elemento y así victimizarse. ¡Si hasta persiguieron durante varios metros a un pobre hombre que sólo buscaba un sitio donde defecar en lugar de acercarle papel!

Pero la democracia española ya es adulta y está preparada para combatir a estos tipos. El ministro del Interior, Grande-Marlaska, tuvo el acierto de señalarles públicamente antes de la fiesta del Orgullo. ¡Qué pretendían después de haberse fotografiado con Vox! Eso tiene “consecuencias”. Y encima aún querrán equiparar ese compadreo con los fascistas de Abascal a los encuentros de Idioia Mendia y Otegi, y de Pablo Iglesias y Junqueras en la cárcel. 

La ministra de Justicia ha mostrado también reflejos. Minutos después de que Ciudadanos presentara ante la Fiscalía General una denuncia por lo ocurrido el sábado, la rechazaba tajantemente calificándola de “sobreactuación” y “cortina de humo”. Dolores Delgado se encuentra de viaje en Nueva York junto a la Fiscal General, María José Segarra. Hay dudas de que la denuncia prospere, pero la razón dice que algo así no debería ocurrir en ningún caso.

Las redes sociales y los medios de comunicación han analizado también el comportamiento chulesco de Inés Arrimadas tras la pancarta. Se encaraba con quienes se limitaban a ejercer su legítimo derecho a la libertad de expresión. Estuvo provocando constantemente. Hay quien ha advertido en su proceder incluso rasgos de psicopatía. A ver si por lista no va acabar ella siendo la denunciada.

Menos mal que España ha despertado, y entre la extremista Inés y el culo peludo del socialista Sergio, los progresistas lo tenemos claro.