Después de haber llamado en su cuenta oficial de Twitter sinvergüenza, acojonado y lameculos a Albert Rivera, Vox ha pedido más cuidado a su “community manager de verano”, una forma rematadamente cursi y un tanto despreciativa de referirse al becario. Ese “de verano” suena al tintorro mezclado con gaseosa que alegra la conversación mientras la sandía se refresca en el arroyo.

Dejando a un lado la sorpresa de que Ortega Smith no haya reparado antes en alumno tan aventajado (en lugar de llevar temporalmente las redes sociales debería tener asiento fijo en la dirección nacional de Vox) el caso de este meritorio me ha puesto sobre la pista de los entresijos del último CIS de Tezanos.

Digamos, de entrada, que los CIS de Tezanos son lo que Otegi a Televisión Española o la contaminación fachosa de Madrid al New York Times: surgen en el momento oportuno. Pero tienen otra virtud, y es su inspiración circense en el más difícil todavía. Con Tezanos uno jamás llega a estar curado de espanto.

Ahora bien, lo de este último barómetro es macanudo. A diecinueve días de la fecha de la investidura, el PSOE se catapulta al 40% en intención de voto, que además de ser un salto de dibujos animados es la cabeza de caballo en la cama de Iglesias y Rivera para que no jodan con nuevas elecciones.

Pero como quiera que el agigantamiento electoral de Sánchez resulta del inverosímil trasvase de votantes de Casado y Abascal, así como de la liliputización de unos abstencionistas que como dinosaurios caminan hacia la extinción, es muy probable que hoy mismo el CIS atribuya estos datos a la mano del becario. Porque el rumor de que a Tezanos le apodan Lewinsky no puede ser cierto.