House of Fools. Así llama, en su edición en papel, el Daily Mail a la Cámara de los Comunes, una vez que se ha confirmado que la primera ministra ha perdido el apoyo a su plan para el brexit por segunda vez. 

La Casa de los Locos, o de los Tontos, representa, sobre todo, a unos Gobiernos –no solo el británico– que no responden a las necesidades que les exigen quienes los han puesto ahí: los ciudadanos. Un número creciente de personas en el Reino Unido está indignado con sus políticos, a quienes ven del todo incapaces de liberarlos de este peligroso e incierto laberinto en el que los han sumido.

Resulta llamativo que un país tan poderoso y pragmático como el que se dirige desde el 10 de Downing Street haya alcanzado en estos últimos tiempos unas cotas de insensatez política tan elevadas. Como si fueran unos recién llegados a la escena internacional, o como si sus acciones no afectaran, y de forma tan aplastante, a buena parte del mundo.

Pero Theresa May sigue en su puesto, y no da señales de querer abandonarlo, ni siquiera después de dos abrumadoras derrotas en la cámara baja del Parlamento. A dos semanas de la fecha fatídica, nunca se ha estado tan cerca de una salida caótica del Reino Unido de la Unión Europea. 

En política, más a menudo de lo que se cree, acaban ocurriendo las cosas más inesperadas. Ya es una de ellas que, después de más de dos años de negociaciones entre Europa y Reino Unido, persista el conflicto, y no el acuerdo, al respecto de la salida de este último. 

Como fue igualmente inesperado, en junio de 2016, la victoria del leave sobre el remain en el referédum sobre el brexit; o, al otro lado del Atlántico, la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, cinco meses después; igual de sorprendente se vislumbra el imparable auge de Vox en España, que está sacudiendo el tablero político convencional hasta convertir los pronósticos electorales de los comicios de esta primavera en un ejercicio absolutamente gratuito.

Quién sabe, quizá en dos semanas estemos hablando de una salida británica de la Unión tan desordenada como calamitosa; o, si hay tiempo extra, tal vez esa falta de acuerdo final podría llegar incluso tras ese período adicional que nadie sabe muy bien para qué serviría, más allá de para retrasar algo que parece, hoy en día, imposible de desactivar. El tic-tac de esa potencial debacle del no-deal sigue sonando fuerte,  señalando la inmediatez de la fecha y advirtiendo de las consecuencias insospechadas pero ruinosas que se derivarían de semejante desenlace.

En el continente, los 27, con Bruselas a la cabeza, se están hartando, igual que los ciudadanos británicos, del Gobierno de May y de su manifiesta incapacidad para poner orden en su propia casa. La de los Locos, como la calificaba no el periódico más prestigioso en Inglaterra, pero sí uno de los más leídos y, por ello, uno de los más influyentes. El proceso del brexit crispa extraordinariamente a los dos lados del Canal de la Mancha. Y nadie olvida, ni en Londres ni en Bruselas, que lo peor está por llegar.