La fecunda globalización nos va civilizando; estamos más sanos, somos más longevos y pacíficos. Mientras tanto, las plañideras y los jeremías siguen pintando sus cuadros lóbregos y necios. Es fácil prever la obra de arte que definirá la era de la prosperidad llorona: un lienzo impregnado de Vantablack, que es el color negro más negro, en plan Arzalluz. Lo obtuvo Surrey NanoSystems. El Vantablack (Vertically Aligned Nanotube Array Black) se traga toda la luz, como Oxfam. O como los informes del gobierno socialista que acaban de anunciar el hallazgo de varios millones de niños hambrientos en España. 

Un cuadro negro negro, negro de verdad, daría la réplica a Primera comunión de jovencitas anémicas en la nieve (Alphonse Allais, 1883), a Blanco sobre blanco (Malevich, 1918), al Dibujo borrado de Kooning (Rauschenberg, 1953), al Cuadro blanco monocromático (Li Yuan-Chia, 1963) y, por supuesto, a Agnès Martin toda (te necesito toa). Pero sobre todo, daría la réplica a los lienzos en negro con los que, paralelamente, los artistas citados y/o sus entornos trazaban la descendente parábola de la provocación: primero todo son ah y oh, y luego vienen el cansancio, la sonrisa forzada y el que sí, que vale, que ya te llamaré. Porque ese negro no era negro ni era nada. Era marrón oscuro, era verde muy estropeado. Pero la luz, La Luz, las luces pervivían.

La gran paradoja tecnológica radica en las innumerables oportunidades que el círculo virtuoso de la innovación ofrece a sus enemigos. Lo vimos venir hace un montón de años, con los primeros asedios antisistema a las reuniones de la Organización Mundial del Comercio, y, enseguida, en la conversión del adusto comunismo francés, tan pro soviético y encorbatado, con todo su rígido aparato (¿podemos decir “rígido aparato” en la derecha trifálica?), en una red de gamberros sin fronteras adictos a los iPhone.

Los años venideros traen gran confusión, moreno. Te aconsejo que no discutas mucho con los recién llegados al uso de razón, y nada con los que se emocionan pensando en lo buenos que son, también conocidos como progres. Encarnan la aversión al progreso y le van a encontrar todos los problemas del mundo a la robotización, a la nanotecnología y al internet de las cosas porque tienen miedo. Son unos cobardicas violentos y atrasados. Por eso se llevan tan bien con los golpistas catalanes, el Vantablack moral.