“Show a little, a little pain, unlock a lotta truth” Nikki Sixx

La votación del parlamento británico sobre el plan de Theresa May ha sido un desastre absoluto para Theresa May. La mayor derrota parlamentaria de la historia para un líder británico.

No solo ha sido un desastre por los votos de la oposición, sino que han votado contra el acuerdo muchos más de los propios conservadores de los que los medios locales imaginaban.

Como explicamos aquí en noviembre, en 'Brexit': un acuerdo que no contenta a nadie, el acuerdo que contentaría a los pro-brexit es imposible y el acuerdo que contentaría a los pro-UE es impracticable. 

La moción de no confianza que se va a presentar probablemente introduzca más incertidumbre. Tras una derrota histórica, Theresa May no goza de la confianza de sus parlamentarios, que se deben a sus electores, no a la disciplina de partido.

La tarea del nuevo líder del partido conservador es complicada. Boris Johnson ya ha pedido un “Brexit sin acuerdo”, un brexit duro, y esas son las palabras más repetidas por los defensores de una solución radical dentro del partido conservador. Mientras tanto, Jeremy Corbyn, el líder laborista, probablemente llame a una moción de censura, aunque su posición es también errática con respecto al brexit. Y ese es el gran problema del arco parlamentario del Reino Unido. Sabemos que no quieren este acuerdo y ya explicamos en noviembre por qué. Pero no es tan sencillo tener claro qué clase de acuerdo desean, ni siquiera si están a favor de permanecer en la UE. Ese es el gran dilema del laborismo, que apuesta a todas las opciones.

Nigel Farage siempre recuerda que Corbyn ha votado constantemente contra la Unión Europea y los analistas británicos coinciden en la falta de claridad de los mensajes. Todos saben que no quieren este acuerdo, pero no cuál sería satisfactorio. Sammy Wilson, de los unionistas de Irlanda del Norte, pide una nueva negociación y un acuerdo diferente, pero parece improbable que las demandas de los unionistas sean fácilmente aceptadas por la Unión Europea.

Los más conservadores quieren un brexit duro porque siempre han considerado que con la UE no se puede negociar nada y que la única manera de recuperar soberanía es cercenar las relaciones y empezar un proceso de negociaciones en la Organización Mundial del Comercio de manera bilateral y abierta. 

Los posibles candidatos a suceder as Theresa May pueden ser Boris Johnson, Sajid Javid, Jacob Rees-Mogg o Amber Rudd. Tal vez salga un candidato sorpresa. Por el perfil de los posibles nuevos líderes, incluso si el líder laborista consigue unas nuevas elecciones, nos encontraríamos con dos personas, tanto en el laborismo como en el conservadurismo, que difícilmente van a facilitar el proceso.

Ahora se abren todo tipo de especulaciones. ¿Un nuevo referéndum? Desafortunadamente podría tener un resultado muy similar al anterior, ya que las noticias que llegan a Reino Unido de la Unión Europea no hacen el proyecto muy atractivo. Los problemas de revueltas en Francia, la ralentización económica de las principales economías, el modelo dirigista europeo y la falta de una política de inmigración clara siguen siendo factores de enorme importancia para el británico medio.

¿Otro acuerdo? Los conservadores más duros se sienten fortalecidos y parecen preferir un brexit duro, no un acuerdo de mínimos.

¿Nuevas elecciones y retraso? Parece que es inevitable que todo el proceso se alargue aún más y la Unión Europea probablemente prefiera conceder unos meses más a entrar en recesión con una parada brutal de las relaciones comerciales entre los países, que sería a la vez muy negativa para el Reino Unido.

Lo que está claro es que lo que ya era un escenario incierto se convierte ahora en una serie de opciones abiertas y poco claras. No sabemos cómo ni cuando se va a aclarar el proceso de brexit. Lo que sí sabemos es que los dos líderes que salgan de este desastre parlamentario van a tener un incentivo a la hora de ser más duros y exigentes en las negociaciones, y que el escenario de un posible nuevo referéndum no garantiza un resultado muy diferente al anterior. La oportunidad para la Unión Europea y los líderes que salgan de este fracaso parlamentario es la de ofrecer un proyecto a largo plazo atractivo para todos.

La Unión Europea ha tomado una posición peligrosa ante el brexit, la de verlo como una oportunidad para avanzar en un modelo intervencionista y sin liderazgo global en vez de un espacio de crecimiento, inversión y apertura económica. 

Los dos partidos mayoritarios británicos han cometido el error de lanzarse a una batalla interna sin propuestas reales, sin un plan alternativo. Theresa May no diseñó un plan B ante la posibilidad de perder esta votación. Cayó en el error de pensar que el discurso de “mi plan o el caos” calaría. Corbyn ha jugado a pro-brexit constantemente, decepcionando a la vez a los moderados y radicalizando el mensaje laborista. Johnson y los brexiters solo han esperado a que pasara lo inevitable, este fracaso de May, pero no presentan opciones detalladas para enfrentarse a un brexit duro. Y los liberal-demócratas han jugado a pedir un referéndum sin defender las bondades de permanecer en la UE, que hoy en día no son nada evidentes para el ciudadano medio británico

Es como una separación de un equipo donde todas las partes parecen tener clarísimo lo que es malo del otro, pero nadie quiere admitir lo bueno.

Es el momento de presentar proyectos de crecimiento e ilusión, sean los que sean, de abandonar el tacticismo y el personalismo y centrarse en lo negativo. Si los conservadores no ofrecen un plan atractivo e ilusionante, le van a dar el poder a Corbyn, un populista radical aún más peligroso que los que sufrimos en Grecia, Italia o España. Y la solución va a ser mucho peor para todos. No se lo merecen ni los ciudadanos británicos ni los europeos.