Punto de inflexión: el interés despertado por el surgimiento de la tecnología blockchain ha engendrado un mercado de divisas virtual altamente volátil.

Blockchain es mucho más que la tecnología en la que se sustenta el bitcoin, la criptomoneda. Es una herramienta que promete descentralizar las estructuras que rigen todas las transacciones económicas y, en el proceso, redefinir nuestro concepto de confianza.

Este es el aspecto más revolucionario e innovador de blockchain. Pero su promesa podría verse socavada.

La confianza, base de las interacciones sociales y comerciales, ha sido garantizada durante siglos por proveedores de servicios de confianza institucionalizados, tales como empresas organizadas jerárquicamente y autoridades externas. Estos mecanismos de confianza han funcionado para los modelos de negocio offline, pero han quedado obsoletos en nuestro mundo digital hiperconectado.

En la economía de la plataforma digital, aquellos que controlan las plataformas son los que mejor alimentan esa confianza. Se trata de gigantes tecnológicos, como Uber y Airbnb, que están sustituyendo a los proveedores de confianza institucionalizados y convirtiéndose en los guardianes de nuestra identidad digital y de nuestra confianza. Controlan los mecanismos que construyen esa confianza sobre las valoraciones realizadas tras cada transacción, estableciendo una reputación basada en la comunidad a través de un sistema de evaluación por estrellas.

En los últimos años, sin embargo, algunas plataformas abiertas, como Twitter, se han vuelto cada vez más restrictivas. Las cosas se han enrarecido, y desarrolladores y primeros usuarios se han sentido traicionados. Se les prometieron plataformas abiertas, pero ese sueño les fue arrebatado.

La gente ahora es capaz y tiene ganas de desafiar a los propietarios de las plataformas

Sin embargo, los incidentes en los que se han visto implicados gigantes tecnológicos como Facebook, eBay, Uber o Experian han hecho añicos su credibilidad como guardianes fiables de nuestros datos. Nuestro miedo a ser vigilados y al mal uso de los datos ha ido en aumento.

Gracias a blockchain, la gente ahora es capaz y tiene ganas de desafiar a los propietarios de las plataformas, relacionándose con ellos mediante una red de pares, P2P, redes distribuidas que se rigen por una serie de normas establecidas por ambas partes. La confianza resultante, dirigida por una máquina, permite a los usuarios evitar los efectos colaterales de los mecanismos de confianza centralizados, tales como el control de terceros o la vigilancia no autorizada.

De hecho, es posible que los grandes responsables de la confianza centralizada cedan el paso en breve a sistemas de confianza descentralizados y a unos sistemas de reputación P2P impuestos por la red que blockchain hace posible.

Bajo un sistema de este tipo, los algoritmos confirman la autenticidad de cada transacción y pueden registrar la identidad de cada una de las partes, además de su valoración de confianza y reputación, en blockchain, que actúa como una especie de libro de contabilidad. Las malas conductas se evitan porque es imposible falsificar ese libro de contabilidad, y la rendición de cuentas mejora porque todas las acciones pueden auditarse de manera independiente por cualquier participante.

Turning Points: Global Agenda 2019. The New York Times

Los beneficios de un sistema descentralizado son evidentes: los usuarios pueden construir confianza sin la intervención de terceros. Se fomenta la cooperación grupal. Las transacciones fraudulentas se reducen al mínimo. Además, los usuarios pueden construir su propia reputación a través de varias plataformas, y no sólo pueden controlar la gran cantidad de datos de sus transacciones, sino también construir y gestionar su propia identidad digital, sorteando la vigilancia de los gigantes tecnológicos.

Es Uber sin Uber, Airbnb sin Airbnb.

Esta evolución ya está en marcha. Proveedores de pago y servicios financieros como PayPal son desafiados por Ripple o Circle. Las redes sociales y los servicios de redes de contactos como Twitter o Facebook afrontan la competencia de plataformas descentralizadas como Steemit o Akasha. Pueden crearse aplicaciones descentralizadas (un software que toma decisiones y actúa de forma autónoma) e implementarlas en diferentes 'cadenas de bloques' como Ethereum o EOS. Estos son solo algunos ejemplos.

Esta atractiva transformación parece demasiado buena para ser verdad, y los sistemas de distribución basados en blockchain se encuentran en una encrucijada.

En los modernos mercados P2P a gran escala, la confianza y el crecimiento peligran: cuanto más crece una red de contactos, menos confianza ponen los usuarios en ella. Pero el crecimiento de usuarios es fundamental para el éxito de la economía de una plataforma P2P.

Este problema puede solventarse haciendo más difícil unirse a la red de contactos (reduciendo el crecimiento de usuarios) o centralizando el control en un puñado de codificadores o nodos (reduciendo la descentralización). Desgraciadamente, la comunidad de blockchain parece favorecer una creciente centralización.

Además de las plataformas negocio a negocio, que generalmente operan sobre 'cadenas de bloques' privadas donde la gestión está centralizada por diseño, las plataformas P2P más rápidas, más seguras y de mayor crecimiento, se basan en redes de blockchain, todas centralizadas. Un puñado de gente dicta las reglas y hacen que se cumplan.

Por ejemplo, únicamente un pequeño grupo de mineros con superpoderes, los que computan y autentifican las transacciones, protegen la mayoría de las transacciones con bitcoins, mientras que un pequeño núcleo de desarrolladores realiza la mayor parte de los cambios en los protocolos de bitcoin.

Para Ethereum, la mayor plataforma de blockchain pública, adoptada a su vez por miles de plataformas P2P, la situación es incluso peor. Los cinco grupos mineros más importantes aseguran un 80% de las transacciones en el libro de contabilidad. Los desarrolladores también se concentran: el 20% del código principal de Ethereum lo escribió el mismo codificador.

La confianza controlada por máquinas se basa en pasar de sistemas controlados por gigantes tecnológicos a sistemas controlados por un pequeño grupo de gurús tecnológicos.

Si sólo unos pocos tienen la capacidad de editar el libro de contabilidad y controlar el protocolo, ¿dónde están entonces las 'cadenas de bloques' abiertas, transparentes, de libre uso y accesibles para todos que tantos esperaban, esas que sortearían el control de terceros y la vigilancia?

Básicamente, este nuevo obstáculo en cuanto a cómo gestionar la confianza en el mundo digital nos sitúa ante una elección bastante limitada: o renunciamos a nuestra privacidad y la dejamos en manos de proveedores de confianza centralizados pero responsables, o mantenemos el control "directo" de nuestros datos mediante una máquina de confianza gestionada por un grupo específico de gente anónima que podría corromperse.

Estos problemas de gestión minan la credibilidad de blockchain como máquina de confianza para la nueva economía P2P. Parece que la confianza sintética entre iguales no se sostiene sobre un conjunto sólido de principios. Esta falta de confianza atomiza, inevitablemente, la comunidad, y fragmenta la solidaridad grupal, como evidencian las muchas 'cadenas' que se han desviado de los protocolos originales de bitcoin y Ethereum.

Por el momento, nos encontramos ante un conflicto por el control de esos sistemas de blockchain, y no ante un nuevo bien común que la tecnología todavía es capaz de proporcionarnos.

Paolo Tasca es director ejecutivo del Centro de Tecnologías Blockchain de la University College de Londres. © 2018. The New York Times and Paolo Tasca.