No es la épica de Santiago y cierra, España. Tampoco es Morante, apaulado, metiendo la puntita en la arena política al galope de Vox. No fue ni la corrupción, ni la elefantiásica factoría del mamandurrio y la paguita que es la Junta de Andalucía. Lo de los EREs estaba ya medio amortizado, que quien más y quien menos tiene a un cuñado de un primo que es personal laboral en la Junta. 

Tampoco es aquel chiste de Paco Gandía según el cual, siendo lunes y a medio día, si un coche te atropellaba en Sevilla era un coche oficial. No fue nada de eso, ni Andalucía es fascista. Ni tolerará serlo.

Pasó que el día 2-D el coñac de las botellas se disfrazó de hartazgo, que diría -o no- Lorca. Que bien en Vox pudieran haber presentado como cabeza de lista al Curro de la Expo que, estando el patio como está, de seguro que Curro se sacaba 12 escaños. 

Pasó que quien pagó fue Sánchez. Y en esta habanera de diciembre no hay más sociología ni más paja, ni más Tezanos, ni más prosa, ni más martingalas. La culpa es enterita de Sánchez, suyo es el desastre y suyos son los fantasmas. La abstención y Vox no son más que la fotografía de que por debajo de Despeñaperros hay como cansancio del modelo autonómico, que no funciona. A un andaluz le duele España y cuando le dejan votar en clave nacional, va y vota lo mismo que un señor de Mondoñedo. Andalucía es España sin complejos de idiomas vernáculos. 

El andalucismo ni está ni se le espera, que es otro de esos inventos envenados que le dan al pobre para que se crea independiente, confederal y se le vista del Betis. El andalucismo es el riesgo de un notario iluminado -leáse Blas Infante en los momentos sufíes- al que desmiente la Sociométrica y al que se exhuma por febrero porque el socialismo sabe que tós güeno pal convento.

Andalucía votó, y muchas de las predicciones previas y de los análisis postreros nos llevan a la hilaridad o el descojone. El pueblo español del Sur tiene tragaderas, pero ve de lejos la infamia separatista que Sánchez blanquea en su empecinamiento de libro. De ahí lo del domingo.

Si se entiende lo del 2 de diciembre como una enmienda a la totalidad al sistema autonómico que degenera -autonosuyo, que diría el otro- llevaremos mucho ganado. Andalucía vuelve a sostener España y eso, frente al supremacismo separatista, es ya un balón de oxígeno.

Porque a los extremos -Vox- se les doma y se les cabalga con un puesto en una consejería chufla, con doce escaños y con eso que viene siendo la gestión de la realidad. Aquello de escuela, despensa, y siete llaves al sepulcro del Cid.

La Reconquista puede esperar, ya lo verán ustedes. Se ha resucitado al 15-M verdadero, Félix Ovejero advierte una estelada en Granada, la calle se mueve y quizá la sacudida de Andalucía limpie las telarañas de la modorra.