El discurso de Susana Díaz la noche del domingo dejó clara la estrategia del PSOE ante el futuro de Andalucía, y también ante el ciclo electoral que se avecina. La intención es colocar toda la presión sobre PP y Ciudadanos, señalando que un posible acuerdo con Vox les retratará ante el electorado. Pero es una estrategia propia de Dorian Gray, porque si hay un partido que queda retratado por la aparición de Vox, este es el PSOE.

Para empezar, el marco que los socialistas están creando ante una alianza PP-Ciudadanos-Vox arroja la peor luz posible sobre la política de pactos del propio PSOE. Todos los argumentos que puedan utilizar contra un acuerdo con Vox quedan desarticulados tanto por la moción de censura que llevó a Sánchez a la Moncloa como por las alianzas del PSOE a nivel autonómico y municipal. Solo desde un cinismo francamente insultante se puede hacer un llamamiento a un "pacto entre constitucionalistas" que deje fuera a Vox cuando se gobierna el país gracias al apoyo de ERC y PDeCat, es decir, gracias a los responsables directos e impenitentes del último golpe contra la Constitución.

También resulta asombroso que se quiera presentar a Podemos, socio preferente del PSOE a la par que representante máximo del discurso contra el régimen del 78, como un partido irreprochablemente constitucionalista. Por no hablar de la comparación más sangrante: el mismo PSOE que aceptó los votos de Bildu pide ahora rechazar los votos del partido de Ortega Lara.

Incluso los argumentos que el PSOE puso en marcha para justificar las claudicaciones morales de la moción de censura se vuelven ahora en su contra. Si desalojar al PP del gobierno nacional con el apoyo de ERC y demás se justificaba por la "urgencia democrática" de la sentencia de la Gürtel, ¿no lo es también desalojar al PSOE de la Junta tras el caso de los ERE? ¿No habría una perfecta simetría entre el discurso que Carmen Calvo lleva meses repitiendo y el de un Moreno Bonilla que se autoproclamara líder de un gobierno de la decencia?

Pero el PSOE queda retratado, además, por su falta de coherencia con la enorme preocupación que dice sentir ante el presunto auge de la extrema derecha. Si los socialistas creen verdaderamente que la participación de Vox en algún pacto de legislatura es lo peor que puede suceder en España, la solución es sencilla. Basta con que propongan, tanto en Andalucía como en las próximas elecciones autonómicas y municipales, un abanico de opciones de gran coalición a PP y a Ciudadanos. Estas irían desde la abstención en sesiones de investidura hasta el apoyo a gobiernos en minoría o incluso la entrada en gobiernos de coalición.

Es cierto que esto significaría perder el poder en algunos contextos, empezando por el andaluz, en el que los socialistas saben perfectamente que ninguna solución puede pasar por la permanencia del PSOE en la Junta. Pero es que los principios no se demuestran cuando toca darse golpes de pecho, sino cuando cuesta algo defenderlos.