Hasta que llegó Oriol Junqueras a la confortable cárcel catalana, creíamos que el trullo no podía ser a la vez oficina de representación y hornacina. Una suerte de embajada en mitad del campo donde Tractoria y otras gentes de buena voluntad -y mal sentido histórico- van a blanquearse el alma y a hacer algo por la República catalana.

Por Lledoners pasa la vida, las fuerzas vivas, a rendirle pleitesía al golpista del amor. Para Juan Rossell y Pep Álvarez, el diálogo social va a Lledoners por ver qué se nos cuenta del futuro de Cataluña. Junqueras tiene a la televisión de todos para difundirnos sus cuitas desde allí mismo, pero siempre está bien que haya una romería de famosos y de ciudadanos anónimos, de 'indepes' aburridos en la puerta del presidio. ERC tiene en Madrid a Rufián, pero al diputado de las camisetas tampoco se le pueden echar muchas cuentas y hablar con él de números y tal, que sabemos desde que empezó todo que los volubles dioses lo han llamado para otros menesteres más gamberros.

Algo tendrá el santo cuando tanto le bendicen, y algo tendrá Junqueras cuando día sí y día también tiene una mayoría desfilona a quienes no sabemos si Oriol impone su mano santurrona y ya queda así todo prusesista bendito hasta otro 1-O.

De hecho, ya Pablo Iglesias ha confirmado que irá al vis a vis con el preso de las sonrisas por el tema de los Presupuestos. También hay en Lledoners coros y danzas con niños pequeños, que los niños siempre visten mucho los espectáculos danzantes y vernáculos para que los emplumados por el golpe de octubre no se encuentren tan solos; ahora que arrecia el frío.

En la crisis más grave que vieran los indepes, en plena guerra civil, Junqueras empieza también a recibir visititas y a despachar con aquellos que en los peores días del otoño catalán se dedicaron a disfrazarse de blanco equidistante. Todo es bueno para el convento, pensará Junqueras desde su celda tan transitada. Este año le rezarán a Junqueras para la mejor cosecha y para que el independentismo no implosione tan pronto. Lo menos salvaje que le queda al prusés se ha empeñado en resarcirle -a Oriol- en cartelería, globos, tartas infantiles y pancartas consistoriales.

El hombre que tanto trató con Soraya Sáenz de Santamaría va ya camino de santidad para no pocos domingueros. Junqueras es ahora la resistencia pacífica o un iluminado con followers.

Pasen, el señor Oriol les espera con su mejor sonrisa...