Hace tiempo que no nos cruzamos. Tú ibas Layetana abajo, yo Castellana arriba en aquellos días de otoño. Fue cuando entendiste que el procés te iba a mejorar tus expectativas democráticas, y así me lo asentías con la boca pequeña.

Hablamos ya poco. Desde la moción de censura estás como ausente, callada, triunfadora pero no demasiado. Antes ocupaste las plazas, gritaste de morado, proclamaste el derecho a decidir de los lazos amarillos con patas desde tu ático empoderado/emancipado. Desde entonces ha pasado el tiempo, hemos envejecido en tres meses lo que nuestros padres en una guerra que no vivieron. Quizá tú, como aquella generación del desencanto del primer felipismo, te encuentres desencantada (sic). Sé que no lo exteriorizas por militancia de ti misma. Oyes largar a Carmen Calvo, la suscribes cuando ajusta cuentas con Carpetovetonia en un repente calculado; pero intuyes que éstos no son ya los tuyos porque aún te falta -por edad- ese plus de venganza y anacronismo.

Yo sé que has dejado el ensayo ese urgente por la novela; te dije que las élites no iban a dejarse meter mano y tú me citaste -mal- a Gramsci. Me diste a entender que Sánchez era un chisgarabís pero que era fiable.

Para ti, que estás de morro, para ti que naciste en la Meseta, todo lo que venga de la propia Meseta es reaccionario. Ahora ves que la televisión pública va a tener un vestuario y un atrezzo de Alcampo; que cuando toque hablar de política vamos a tener a un concierto indie con el dinero de todos. Leo que van a emitir un novelón sobre la República cuya segunda parte tenían guardada en la recámara, y quisiera yo hablarte de Estudio 1, de La España de los Botejara y de esa TVE de antes. Crees que el dedazo purifica y contra ese argumento poco tengo que añadir. Creerás también que tiro de tópicos, niña, pero es que esto es Historia presente.

Tu momento es el sanchismo. Chica que eres de tu tiempo, este Gobierno no deja de ser una proyección un tanto grotesca de algunos de tus anhelos. No sabes cómo justificar que el presidente coja tics de Kennedy y del Papa al mismo tiempo: esas frases rotundas, esas declaraciones públicas a treinta mil pies de altura, esas gafas de sol y un helicóptero de la flota para bajar a pasear al perro en Torrejón...

Dices que la Constitución, las cosas, España y el mundo son casposas. Fumas y sonríes como ahora lo hace Corinna. Tuyo es el futuro, y yo ya soy pasado siendo yo de tan de tu quinta. Sólo coincidimos en que éste fue el peor verano.