Si me hubieras pedido mi opinión te habría dicho que lo del Ministerio me parecía un coñazo. Un coñazo supino. Hasta el nombre suena a ladrillo gris. Te habría preguntado si en la lista de gilipolleces que te hacen feliz aparecen un despacho, una corbata y un montón de gente seria con la que reunirte cada día durante horas. Apuesto a que no. Y los presupuestos, que hasta la palabra es larga, pesada y aburrida. Da pereza incluso escribirla.

Tu lista de la felicidad debe de ser algo así como: "ver una puesta de sol, pasear por la playa con mi perra, tomarme una cerveza en Dos de Mayo, perderme con mi libreta por Montmartre, nadar desnudo en el mar, ir a los cines Verdi con mis amigos, levantarme temprano para escribir, comprar muchos libros en La Central, comerme un suizo para desayunar, el abrazo de mi madre, las tardes de risas con mis primas".

Esos placeres no huelen a Ministerio, Max. Tú no hueles a Ministerio. No sé yo porque aceptaste, tus razones tendrías. Pero vamos, que nacimos libres para decidir y siempre he pensado que el verdadero fracaso es no arriesgarse, quedarse anclado en un mismo lugar, el miedo al cambio.

Lo de ser ministro es una de esas ocupaciones que quedan muy bien sobre el papel, que deben hacer una ilusión tremenda. Jolín, que me lo piden a mí, que esto es algo importante y además puedo apoyar lo que siempre he adorado: la cultura. Pero como casi todo en la vida, una cosa es la teoría y otra la práctica. Y seguro que tú no lo admitirás nunca, porque eres un tío discreto, no como la que escribe, pero la semana en el Ministerio tiene que haber sido de traca. Doscientas comidas de trabajo hablando de ivas, de competencias y de secretarías. Venga a llamarse todo el mundo de usted, y venga a darse la mano a diestro y siniestro, que menos mal que no estamos en época de gripe, porque en octubre eso tiene que ser el paraíso del Frenadol. Un horror.

Max, también esto pasará, ya lo decía la Busquets. Escríbelo, que no hay mayor exorcismo y tú, que fuiste la parte escondida de un iceberg, lo sabes mejor que nadie. Que te importe la opinión de los que te importan. El resto lo mismo critica a las sucesivas Moncloas, que se ceban con Amaia Montero, o con Chenoa, o con Miley Cyrus. Es más, uno de los de Dolce Gabbana ha dicho que Selena Gómez es fea y estamos al borde de la tercera guerra mundial. ¿Quién recuerda el Trending Topic del martes? Nadie, y estamos a viernes.

Queda una semana escasa para que llegue el verano, Max, y tú eres de mar. Escribe pronto para rodar asalvajado por el mundo, por tu París, por tu Levante, a la luz de nuestro sol mediterráneo, que es mucho más agradable que la del flexo del despacho, dónde va a parar. Ese despacho que seguro tiene mucha madera marrón, mucha alfombra también marrón, y cortinas muy gruesas con pasamanerías enormes, con lo que a ti te van los estampados marineros. Quita, quita...

Aprovecha la libertad y lánzate al mar en pelotas, escucha la banda sonora de La La Land a todo volumen, come sobrasada, recorre los puentes del Sena, dedica libros como si no hubiera un mañana, escribe la vida, di tacos, sal a la calle sin peinar, tatúate otra vez, ve a conciertos de Beyoncé, canta en el karaoke, desayuna en tu Comercial, improvisa un viaje a Nueva York.

Y no nos pegues más sustos, Max, que la semana que viene no quiero escribir sobre ti, sino desayunar contigo.