Tenía verdadero interés por conocer cuál sería la declaración ante el juez del dueño y de la camarera del bar de Alsasua en el que se produjo la paliza a los dos guardias civiles y a sus parejas. Como me temía, tanto Josu como Naira -así se llaman- no vieron nada ni oyeron nada, pese a que en la reyerta participaron no menos de cuarenta personas y aun cuando los hechos ocurrieron pasadas las dos y media de la madrugada.

Bueno, incluso es peor. En lo poco en que repararon aquella noche fue en que el agente al que le partieron el tobillo tenía su camisa blanca "limpia" y que apenas presentaba un corte "pequeñito" en el labio que no sangraba. 

Su versión difiere de la que hicieron durante la investigación, pero sobre todo contrasta con el testimonio de los policías forales que acudieron al lugar. Ellos vieron al guardia civil tumbado en el suelo, con sangre en la boca y la camisa completamente manchada con huellas de zapato: "Algo gordo pasaba, era impactante, eran huellas muy claras".

Entiendo que para muchos sería difícil decir la verdad en una situación así, particularmente si tu economía depende de un negocio de atención al público en Alsasua y hay que levantar la persiana todos los días. No parece sin embargo el caso de Josu, que hasta se ha permitido hacer un chiste: "Pensé que tal vez se había tropezado con el escalón", dijo en relación al guardia civil apaleado, con la guasa de que su bar se llama precisamente Koxka, escalón en vascuence.

Por fortuna, acaba de llegar a mis manos Homenaje a Adela Cortina (Tecnos), un libro dedicado a la eminente catedrática valenciana con deliciosos ensayos de Ética y Filosofía política tejidos por medio centenar de autores. En uno de ellos, el profesor Carlos Gómez escribe: "La culpa es el último dique que la cultura ha encontrado para frenar las actitudes rapaces y antisociales de los hombres".

La actitud del propietario del Koxka y de su camarera nos confirma que la sociedad genera personas sin remordimientos, sin dolor de conciencia, incapaces de autojuzgarse; en dos palabras: insensibles morales. Josu no participó del linchamiento, pero desde un punto de vista ético no es muy distinto a los agresores. ¡Y tenemos tantos Josus, Adela!