En la enésima semana histórica en Cataluña, cuando la CUP -coherente con sus disparates decisivos- gritó "desobediencia", se vio al guapo pueblo de Tabarnia salir a la calle. Tabarnia desfiló a la sombra de la estatua de Casanova y bajo la prosa detallista de Cristian Campos. Porque el compañero Campos sí que nos ha hecho el relato de los días, y no Santi Vila, que saca ahora libro como para aparecer cual Churchill en el instante más oscuro. Vila o cómo volverse un mirlo blanco de cara al futuro, a Soraya. Cómo disfrazar el canguelo de seny.

El 4 de marzo era otro domingo, otro, cuando el sentido común le perdió la jindama a los batasunos alternativos de los balcones y las esteladas. Poco contó TV3, aunque lentamente se ha ido desmontando al cortijo indepe y multimedia, pese a que nos haya costado años de tragaderas, años sin libertad y sin igualdad; que aquí no nos preguntó nadie por qué había que mamonear cíclicamente con el Pujol más viejo y emprendedor. Quizá haya sido un golpe de Historia, o una sociedad que no tolera más que se imponga una miseria y una banderita de tarados supremacistas en sus cuatro esquinas cotidianas.

Y sí, sí que uno disfruta cuando el soberanismo implosiona en otra semana histórica (insisto), y cuando los jubilados se le van rebelando a Rajoy con artrosis, con los nietos, con mala leche y con esa señora que ahora se arrepiente con su yerno de haber ido a aplaudir a Génova 13 aquel saltito mariano que anunciaba las siete plagas. En España, más que a amanecer, empieza a deshelar; ocurre que la cosa -nos dice la Historia- durará poco, hasta las vísperas de Eurovisión.

La famélica legión de la hoja roja toma las calles como el domingo lo hicieron los tabarneses de toda condición. Se llega al precipicio, y, con las hambres, todo hijo de vecino ve que el 155 se hizo tarde, mal y en Mariano. Que en Tabarnia hay sanos españoles que andan justitos, y hay constancia que eso del pactismo fueron los padres hipotecando a los hijos.

Rajoy no sabe/no comenta nada de Tabarnia, acaso porque su pachorra la vende como estabilidad y hay una Cataluña emprendedora que lo sabe y lo concibe como tapón, como principio y causa de los males más recientes: de la nevada al país en modo depende pasando por las hojas contables y las patadas a la gramática y la justicia. Sería una deshonra patria que otro domingo, de buena mañana, Mariano trotara por esta Tabarnia liberada. Que Tabarnia o libre de Rajoy o no será. Y #s'hacabatlabroma...