Teresa, la de las últimas tardes de Marsé, quizá se habrá vuelto abuela indepe y haya entrado en la vorágine perversa de que toda urnita es democracia, y que votar por votar es el epítome de la libertad y de la democracia en carne viva; quizá Teresa Serrat no creyese en fronteras, y mírala ahora, tantos veranos después, tantas asambleas del PSUC después...

Ella, tan a su aire, aún rubia, saliendo a la calle contra el miedo, por los delfines, contra España y con sus nacionalidades con derecho a banderita. Aquellas curvas del barrio del Carmelo, donde antes había ladrillo visto y latón en los tejadillos, fueron, muchos años después, un frente de edificios altos y esteladas donde quiere llegar el yodo del mar y el rumor gótico de los palacios que llaman a encabronar a España. Su nieta, ya de mi quinta, quizá tontee con la CUP; quizá cayó en el engaño de subir a la legalidad a un vagón, a los corruptos en otro, de confundir Rajoy con España, y de ahí lo ligera que habla sobre el "choque de trenes".

Pasa que Juan Marsé ha firmado un manifiesto junto a muchos denunciando la estafa antidemocrática del 1-0, aniversario del día en que Fernando VII -otro que tal- restableció la Inquisición. De Marsé sabíamos la persecución -casi un clásico- a la que lo vienen sometiendo por no escribir en polaco; pero en el manifiesto hay también mucho estómago agradecido que lleva decenios poniéndose de perfil y que ha visto la luz, que se ha caído del caballo: una cosa fue la ceja y la nube con ZP el discutible, y otra es que te cierren el grifo en Barcelona. Andan también Miguel Ríos, que no se sabe si ha vuelto a Granada; la siempre bella Mónica Randall, el padre del Cobi -un perro vanguardista y multideporte- y hasta un simpatizante del Partido Animalista. Dios los bendiga...

No consta que Teresa la de Marsé haya firmado el manifiesto, obviamente, ni que exista en puridad. A su edad, con su nieta, viene entendiendo que Otegi y hasta Hipercor eran una mala gripe, una correlación de fuerzas. El futuro está en Gabriel y la reconquista cupaire de Torrevieja y Son Banya. Y carteles hasta en el cielo del paladar del TC.

Hoy vuelvo a leer a Marsé, pero también a Azúa y a Ovejero. Llevan tiempo perseguidos y pocos de los firmantes denunciaron ese marcaje al hombre que en la Cataluña oficial se ha hecho al discordante. El manifiesto llega tarde, sí, pero todo suma. Pasemos por alto que hay mucho paniaguado, bastantes volubles, demasiados contrarios a que la soberanía reside en el pueblo español. En suma, que las formas son las formas, y que quizá sí otro referéndum, otro día, con más globitos.

Conforme y según, que diría Manuel Machado. Y la patria, como Tardà, en cabestrillo y con furia.