Fui a ver la primera entrega de Tadeo Jones, la saga cinematográfica de dibujos animados que tan simpáticamente parodia a Indiana Jones, el 9 de septiembre de 2012. Fui con mi hija que entonces tenía 5 años, camino de 6. Ahora ella ya va camino de los 12 y yo ni os cuento. ¿Nos pilla demasiado crecidas la segunda parte de Tadeo Jones? Qué va, al parecer nos pilla en la flor de la edad a nosotras... y en el capullo (en el peor sentido) a otras gentes. ¿Será posible que alguien intente boicotear una estupenda película de dibujos animados, que además es española, con el peregrino argumento de que los abogados de oficio salen malparados en la trama?

Si no lo leo, no lo creo. ¡Bueno! Pues anda que si yo contara mis propias experiencias con los abogados, de oficio o de pago... Con una sola y honrosísima excepción, ningún otro gremio me ha chuleado igual en toda mi vida. Barbaridades verdaderamente innobles me han hecho. Si un día hago públicos mis diarios y doy nombres, ¿habrá que censurarlos? ¿Me convertiré en la Anaïs Nin de las puñetas? Si no admiten ni media broma ni en dibujos animados...

Seguimos para bingo. En un cine de Memphis, EE.UU., van y sin cortarse se niegan a proyectar nunca más Lo que el viento se llevó por considerar que es una historia racista y de mala digestión para los negros. Si Clark Gable levantara la cabeza. ¿Nos estamos volviendo todos locos? ¿O simplemente estúpidos?

Qué puedo decir yo de la corrección política. A quien haya que explicarle lo tóxica que es, no vale la pena ni intentarlo, pues no lo entenderá nunca. Es como un amigo catalán que tengo. Vamos a llamarle F. F. es de los que hacen palmas con las orejas con el procés. Hace años yo escribía artículos de política internacional en una revista catalana dirigida por él. Amablemente me invitó a dejar de escribir allí en cuanto percibió que mis crecientes críticas al tema empezaban a levantar ronchas como la montaña de Montserrat.

F. me echó (amablemente, insisto) de su revista y no movió un dedo cuando me censuraron artículos enteros en el diario catalanista Ara. (Igualito que en La Vanguardia a Gregorio Morán, sólo que a mí no me despidieron, me largué yo dando un portazo; ventajas de cobrar una m..., que la dignidad sale más barata). Eso sí, F. me escribe de vez en cuando mensajes cuidadosamente privados, secretos billetitos clandestinos, donde dice que me estima y que me aprecia a pesar de lo “perverso” de mis razonamientos sobre algo de lo que él, dice, jamás hablará mal “en público”. ¿Cómo se comerá eso que F. me dice? Yo por si acaso sí se lo he puesto claro a él: “Tranquilo, F., si ganan los que tú crees que son los tuyos, en cuanto se quiten la careta, siempre podrás esconderte en mi casa”. Pelillos y corrección política a la mar.