¿Debería haberse suspendido el Mad Cool tras el accidente sufrido por el artista Pedro Aunión? Yo sobre esto tengo una opinión revolucionaria: no lo sé. Cuando te pagan por opinar, y es el caso, conviene ofrecer una sentencia, mejor si es contundente, sobre el asunto de actualidad del que decides ocuparte. En el caso del Mad Cool se impondría por tanto elegir entre dos opciones: condena o absolución. Yo ni siquiera creo que podamos aplicarle a los organizadores del festival esta cruel lógica binaria pero horas después de la muerte de Aunión esa fue la lógica que impuso la televisión, sin duda alentada por la efervescencia del debate en las redes sociales. Hasta que yo pueda ofrecerles una opinión pasarán semanas y para entonces ya no le importará a nadie.

El conocimiento a tiempo real de los humores de una parte ínfima -sí, ínfima y por tanto con un sesgo enorme- de la población nos ha instalado en un permanente estado de opinión. Y ese estado de opinión se define por la irresponsabilidad. Miles de personas escriben y publican acusaciones gravísimas sobre gente de la que lo ignoran todo por decisiones tomadas en condiciones que ni se imaginan, porque jamás se han enfrentado a algo semejante.

Son mentes sutiles -el copyright de la expresión es de Emmanuel Carrère- cuyas sentencias siempre parten de dos presunciones: la primera es que las organizaciones están dirigidas por personas crueles y extrañas; la segunda es que no hay un problema lo suficientemente complejo como para que no lo pueda solucionar la bondad que ellas, las mentes sutiles, exhiben sin pudor.

El periodismo siempre ha aspirado a la inmediatez. Creo que fue Enric González quien djio que los periodistas manejamos materiales delicados y que en general lo hacemos de forma industrial. Eso siempre ha sido así pero las redes sociales lo han acelerado todo hasta la velocidad suicida del tiempo real. Son un metrónomo del escándalo y cuando los periódicos se someten a su tempo sólo pueden servir fast truth, una mercancía imprudente y tóxica. Para cuando el periodismo o la justicia o los auditores hacen de verdad su trabajo ya no importa porque ya hay otro escándalo sobre el que dictar una sentencia cruda y apresurada.

Los organizadores del Mad Cool aducen que no suspendieron el festival por “una decisión coordinada entre los responsables de seguridad y los cuerpos de seguridad del Estado”. No sé si fue lo correcto pero sí tengo la certeza de que si hubieran tomado la decisión contraria y se hubiera producido un desastre el juicio por parte de las mismas mentes sutiles habría sido todavía más severo. Es lo que tiene tomar decisiones, que supone asumir una responsabilidad y la carga infeliz del descontento de muchos. Ya nada va a detener el metrónomo del escándalo, por eso quizás la única solución, tanto para las organizaciones como para los medios, sea ignorar sus señales. No someterse a su pulso enloquecido, que por cierto también genera dividendos.