La influencia de Hans Küng es difícilmente discutible. Pese a que el Vaticano le retiró el título de "teólogo católico" en 1979, el otro gran teólogo de las últimas décadas, el pontífice emérito Benedicto XVI, aseguró en 2019 que ninguna otra persona ha tenido a su alcance más medios para que su voz fuera escuchada de forma universal, si se exceptúa la de los papas.

Ratzinger y Küng tuvieron vidas paralelas en su juventud. Nacieron con un año de diferencia, lidiaron con el nazismo, fueron compañeros de cátedra en la Universidad, amigos y, sin embargo, con posturas enfrentadas sobre la doctrina católica.

El nacionalsocialismo marcó la infancia de Küng. Nunca se olvidó del momento en que, con sólo seis años, en 1934, oyó por la radio la noticia del asesinato del primer ministro austriaco Engelbert Dollfus. Ni tampoco de aquel otro momento, con diez años, en que empieza a leer periódicos y se entera de que Austria había sido invadida por los nazis.

Sus biógrafos coinciden en que su espíritu rebelde nace de aquellos momentos convulsos. Se convierte en un activista de la resistencia contra las hordas hitlerianas. Mientras, Ratzinger fue un ciudadano pasivo ante la amenaza nazi, como la mayoría de los alemanes.  Se unió a las juventudes nacionalsocialistas, a la que era casi obligado pertenecer en aquellos años, filiación que le perseguiría toda la vida.

La vida reúne, con apenas treinta años, a los dos jóvenes teólogos en la Universidad de Tubinga, donde ambos enseñan y se muestran críticos con la Iglesia más tradicional. De hecho, el entonces Papa Juan XXIII, atraído por sus ideas, recurre a ambos como asesores oficiales para preparar el Vaticano II. El pontífice Roncalli llegó a definir a Küng como el "joven teólogo más rebelde" del Concilio. Los escritos de Küng y Ratzinger servirían de base para los planes reformistas de la Iglesia en los años 60. Pero la muerte del Papa y la proclamación de Pablo VI, el actual emérito y el teólogo suizo toman caminos diferentes. El alemán se alineó con la ortodoxia, mientras el teólogo rebelde fue evolucionando hacia posturas cada vez más críticas.

Prefería hablar de indefectibilidad o de Iglesia en la Verdad, y asumir los numerosos errores históricos

En la década de los setenta, las críticas de Küng a la Iglesia alcanzaron relevancia mundial. En 1979, el Vaticano le prohibió expresamente la enseñanza de la Teología, después de que Küng publicara su libro ¿Infalible? Una pregunta. La infalibilidad no tiene sentido, aseguraba. Prefería hablar de indefectibilidad o de Iglesia en la Verdad, y asumir los numerosos errores históricos. La Congregación para Doctrina de la Fe ya le había citado cuatro años antes, pero el teólogo nunca acudió, aduciendo que estaba condenado de antemano.

Hasta tal punto se convirtió en un personaje de relevancia mundial que Morris West, autor de Las sandalias del pescador, le ofreció escribir su biografía porque consideraba la del teólogo "una existencia de novela". Hans Küng era ya el referente espiritual de lo que se ha dado en llamar el catolicismo progresista, afirmaba que ser cristiano implica decantarse por Jesucristo, "el abogado de la causa de Dios y del bien de los hombres".  Esto significa, según él, "vivir, sufrir y morir como verdadero hombre siguiendo a Jesucristo en el mundo actual, sostenido por Dios y sirviendo a los hombres".

Con la llegada del papa Wojtyla al trono de San Pedro, se agudizaron los enfrentamientos de Küng con la Curia romana. No ahorró críticas. Llegó a acusar a la Santa Sede de "autoritarismo y de censura". Consideraba imprescindible un debate abierto sobre los problemas que acuciaban a los cristianos del siglo XX. La publicación de la encíclica Evangelium Vitae (El Evangelio de la vida), en la que Juan Pablo II fijaba las inamovibles posiciones de la Iglesia respecto a asuntos tan controvertidos como la moral sexual, los métodos anticonceptivos o el aborto, desató una de las más agrias polémicas. Küng denunció que Juan Pablo II, con esta encíclica, dejaba al descubierto su carácter autoritario y su negativa al diálogo con el mundo moderno.

Su viejo amigo, Joseph Ratzinger, llamó a Küng al Vaticano el mismo año en que fue investido Papa. Mantuvieron lo que ambos calificaron como "encuentro cordial" en una nota redactada conjuntamente. Ambos se reconocieron mutuamente los méritos. Uno, como Papa; el otro como gran teólogo estudioso de las religiones. Eso sí, el comunicado recalcaba que no habían abordado asuntos conflictivos, ni relativos a los dogmas de fe.

Al teólogo suizo le llegó la muerte sin que se produjera la reconciliación con la Iglesia

Años después, ya en 2016, se supo que Küng había recibido una carta del papa Francisco cuyas primeras palabras eran Lieber Mitbruder (Querido hermano). Nada se sabe del resto del contenido. Al teólogo suizo le llegó la muerte sin que se produjera la reconciliación con la Iglesia. Según los vaticanistas, el pontífice argentino gestionaba el perdón para Küng, pero no llegó a tiempo.

Pese a no reconocer su magisterio por la Iglesia, las ideas de Küng, manifestadas en una ingente obra, seguirán influyendo en la humanidad y también en la propia curia eclesiástica. Baste, como muestra, un ejemplo. Cuando en 1999 Juan Pablo II aseguró que el cielo y el infierno no eran lugares concretos, sino una especie de sentimientos espirituales, los expertos comprobaron que esos mismos planteamientos, casi con las mismas palabras, los había hecho Hans Küng en 1975 en su libro Ser cristiano.

Su influencia permanece también en la Fundación Ética Mundial, que él fundó. Esa organización, apoyada por las Naciones Unidas y por el propio papa Francisco, se dedica a fomentar el diálogo religioso como base para la paz. Küng resumía así su pensamiento sobre el papel que desempeñan las religiones en la concordia del mundo y que bien pudiera servir como último mensaje: "No habrá paz entre las naciones sin paz entre las religiones; no habrá paz entre las religiones sin diálogo entre las religiones; no habrá diálogo entre las religiones si no se investigan los fundamentos de las religiones".

Hans Küng nació en Sursee (Lucerna, Suiza) el 19 de marzo de 1928 y murió en -Tubinga (Baden-Württemberg, Alemania) el 6 de abril de 2021 a los 93 años.