El rey Emérito

El Rey de Roma (y no es ninguna metáfora, Juan Carlos nació en Roma) vuelve semana tras semana a la polémica. Me refiero al Emérito, a quien muchos españoles profesamos fidelidad, lo que no significa que aplaudamos todas sus acciones.

Juan Carlos no vino a casa por Navidad. Y no porque tuviera información privilegiada sobre el paso de “Filomena” por Madrid (la nieve también nos acorrala), o porque no quisiera, sino porque no han querido otros, empezando por Sánchez y Alfonsín, Carmen Calvo, Iglesias, Alberto Garzón y quizás también Letizia de España. Del Rey Felipe no digo nada. Sospecho que su voluntad está gobernada por terceras personas, lo que no le exime de responsabilidad, pero así es la vida.

La semana pasada el rey Emérito cumplió ochenta y tres tacos, que se dice pronto. Unos días atrás se había hecho pública una imagen en la que el monarca caminaba entre dos escoltas que le sujetaban los brazos. Venía de pasar el día en Yas Marina, una isla artificial en la que se ubica el circuito de Fórmula 1, el parque de atracciones de Ferrari y una fantasía acuática para turistas.

Un grupo de españoles detectaron la presencia del ilustre exiliado y lo fotografiaron con el móvil. Desde hace tiempo los paparazi más avezados son los turistas. Todos tienen alma de reportero. De ahí que los dichos compatriotas llamaran a Telecinco para ofrecer la exclusiva al programa Viva la Vida, presentado por Emma García, donde se habló largamente del aspecto de don Juan Carlos, que no parecía gozar de buena salud.

Es una opinión discutible. Creo que si mira fijamente al suelo es por buscar un anclaje visual que no le haga perder la compostura. La instantánea me recuerda otra foto de Julio Iglesias en similares circunstancias. La diferencia es que las barandillas del cantante eran dos esplendorosas mulatas, que no muletas, en un pantalán del Caribe. Estoy segura de que el Emérito habrá envidiado la suerte de Julio en la odiosa comparación de las dos fotografías.

Papa Francisco

El Papa es una caja de sorpresas. Y no hablo de su aversión a los masones, sino al ataque de ciática que sufrió estas Navidades. Un padecimiento que requiere mucho temple y no poca paciencia. Francisco, y en general todos los pontífices de Roma, triunfan en Navidad. En este caso Bergoglio ha colmado al mundo de felicitaciones y de empatía a los medios de comunicación.

En una misma semana, Vanity Fair y La Gazzetta dello Sport le han rendido honores de portada. El editor de la revista V. F., Simone Marchetti, cuenta el porqué de esta decisión. “Teníamos un sueño para finales de 2020: empezar el nuevo año con un mensaje del Papa Francisco”, dice Marchetti, “y por eso le confiamos la tarea de abrir el 2021 con la esperanza de un mundo mejor”. Amén.

El Papa ha hecho suyo un lema a modo de encíclica (“Fratelli Tutti”) y lo repite a menudo: “Nadie se salva solo, todos somos hermanos”. La exclusión viene luego. A saber: no al comunismo, no al liberalismo salvaje, no al bilateralismo y sí al multilateralismo. El no gigante se lo guarda para el populismo y el nacionalismo (¡escucha, Trump!).

Para La Gazzetta dello Sport, el Papa Francisco habló de deporte, con especial recuerdo para Diego Armando Maradona: “Fue un poeta en el campo y un hombre frágil en la vida”. Y es que este Papa argentino siempre fue muy futbolero. Su equipo era el San Lorenzo.

Cuenta que guarda un grato recuerdo del Mundial ganado por Argentina en México 86. En aquella época se encontraba en Fráncfort estudiando alemán y no pudo ver la final. “Al día siguiente me contaron que había ganado Argentina y me alegré muchísimo. Fue la victoria de la soledad, pues no tenía con quien compartir el triunfo”.

Najat el Hachmi

Viva la integración de los inmigrantes en la España democrática. Hablo de una escritora marroquí nacida en Nador y criada en Vic (Barcelona). Es la última ganadora del Premio Nadal de novela con El lunes nos querrán. Como es bien sabido, este premio lo estrenó otra mujer, Carmen Laforet con Nada. Los 75 años transcurridos desde entonces han hecho posible la historia real como la vida misma que se cuenta en la novela. Dos musulmanas, una más tradicional y otra más abierta, ubicadas en la periferia de la periferia. Y cómo viven ambas la marginalidad de la emigración. Y ahí queda el gancho para acercarse a la obra de la rifeña, Najat, y su compromiso con la causa feminista.

Najat llegó a España cuando solo tenía ocho años. Se instaló con su familia en Vic, donde vivía su padre, que había sido el primero en emigrar a Cataluña. A los once años empezó a escribir en catalán, que luego traducía al castellano. Su primer éxito fue El último patriarca, una novela con la que obtuvo en 2007 el Premio Ramon Llull. Un ajuste de cuentas con el machismo y el abuso de los jefes.

Najat el Hachmi trabajó en las labores propias de la emigración (empleada doméstica, monitora de deportes, cocinera…), mientras cursaba los primeros estudios en Vic. Hasta que finalmente entró en la Universidad de Barcelona para estudiar Filología Árabe. Sin dejar de engrosar su obra con Jo també soc catalana, posteriormente traducido al castellano, como La caçadora de cossos y La filla extranjera. No se la pierdan.

Anna Grau

Es curioso: en el mundo de la política abundan los periodistas. No todos, hay que ser sinceros. Sobre todo los que trafican con fluidos informativos a caballo entre los dos mundos. En mis tiempos los políticos de la Transición se emparejaban con las periodistas. Y ahora los periodistas se emparejan con las mujeres de la política (mejor no entremos en detalles) o directamente se pasan al otro lado de la barricada.

En este tipo de transfuguismo sin pecado se lleva la palma Ciudadanos, con un especial poder de atracción sobre mis colegas de oficio. Arcadi, Girauta, Marta Rivera de la Cruz, Javier Nart, y seguro que me dejo alguno, son o han sido figuras principales en las filas del partido que lideró Albert Rivera y ahora lidera Inés Arrimadas.

En estas andaba cuando me entero de la incorporación de la catalana, Anna Grau, para ocupar la segunda posición en la lista de Ciudadanos por Barcelona para las elecciones catalanas del 14 de febrero (si la pandemia no lo impide).

Anna es una periodista joven, pero ya de larga y respetada trayectoria. Arrimadas ha hecho un buen fichaje. Dicho sea también por la parte que nos toca a los que seguimos a este lado de la pendencia informativa.

Me explico: Anna declara que se mete en política para acabar en la medida de sus posibilidades con el acoso a los periodistas que, como ella, se niegan a comulgar con las ruedas de molino del independentismo y sus allegados.

Que la estigmaticen en su propia y querida tierra catalana es el precio a pagar, en el caso de esta gerundense de armas tomar. Dicho sea en honor de la valentía y la entereza con las que afronta los insultos y las amenazas que ha venido recibiendo de los “indepes” y por las que ha recibido el justo amparo público por parte de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE). Bien hecho, Anna.