Ahora que Celia Villalobos cultiva la cocina y el memorialismo como De Gaulle, la cuota populista y sureña la tenemos bien cubierta con Marisu Montero. Por ahí tengo escrito que la sevillana no habla andaluz, sino una suerte de esperanto con movimiento de Lola Flores y oratoria abstrusa y larga como las noches al raso. Claro que Montero, representante de un andalucismo que es ella misma, se ve que disfruta en ese mangoneo que es la portavocía.

Hoy la traemos, querido lector, por su agarrada con Pablo Iglesias; aquello fue un enfrentamiento entre Triana y Vallecas, y al del moño le cerraron el argumentario ese de su Tuerka con un "no seas cabezón" que resonó de la Capilla del Carmen en el Guadalquivir al parque de las Tres Tetas de Madrid.

Quizá el moño y las lloreras de la consorte (de apellido también Montero) nos den, por contraste, una vaga simpatía por el marujerío ilustrado de María Jesús. Cierto es que la susodicha ha pasado por el comunismo trianero, que es una explosión de azahar y balcones donde las contradicciones se cabalgan debajo de un paso, con la corneta consagrando la primavera y el carnet de la Hermandad y del Partido al lado del corazón.

Marisu Montero se nos licenció en Medicina y, con salero, nos sabe decir los músculos completos y los fundamentos de la síntesis de los lípidos. En cambio, en la mocedad de Iglesias había poco contenido y mucha fotocopiadora y el ojo puesto en América con los poemillas de Galeano en el tingladillo pretinder que era lo de Políticas.

Este movimiento tectónico del Gobierno de coalición se terminó de joder, como el Perú, cuando apareció Enrique Santiago, abogado de las FARC y de todas las causas que lleven pasamontañas. Pero nos divierten las Marisus y los moños, porque lo demás es James Rhodes y sus polémicas políticas mientras perfecciona el subjuntivo.

De modo tal que a una matrona bética no hay podemita que la silencie y le quite la razón. Así ha sido y así será. Desde que el mundo es mundo.

El nivel es el de la foto: una tanganilla en la izquierda que tampoco es que estuvieran discutiendo las condiciones objetivas de la clase obrera.

"No seas cabezón". Eso...