La obra de la escritora bestseller María Elvira Roca Barea (Málaga, 1966) ha suscitado mucha polémica entre ciertos sectores de la intelectualidad española, pero también se ha convertido en un fenómeno cultural y editorial. Las tesis de la autora son que la Historia de España se ha analizado desde el prejuicio ideológico de alguna izquierda y que los españoles han interiorizado acríticamente la Leyenda Negra, que empezó en Italia y terminó asumida por la élite ilustrada española.

"Populista nacional-católica, nacionalista española, reaccionaria, vanidosa…", son algunos de los calificativos que le ha dedicado El País -en un artículo destinado a "desmontar" Imperiofobia- y Arturo Pérez-Reverte -en una columna de opinión- en estos últimos días. Pese a tamañas acusaciones, Roca Barea se reclama de izquierdas, "pero de la verdadera izquierda". La que no ha sufrido la "deriva reaccionaria" o "podemización" que ella critica en el PSOE actual.

Para esta sindicalista vocacional, la izquierda en la que siempre ha creído la representan políticos como Alfonso Guerra, Josep Borrell o Paco Vázquez. No concibe que el Partido Socialista, en el que depositó su fe -es atea- durante muchos años, se haya convertido en el aliado natural del separatismo en tantos y tantos consistorios. Y le duele.

No parecen dolerle tanto las descalificaciones personales y profesionales vertidas sobre ella durante los últimos días. Asegura que sólo buscan amedrentarle -"y no lo harán"- y está convencida de que su obra va a ayudar a que la Leyenda Negra deje de ser un tabú.

Usted ha estudiado y reflexionado ampliamente sobre la historia de España. En su condición de historiadora, ¿cómo ve el momento actual que atraviesa el país? ¿Cree que estamos ante un proceso crítico, de cambio de ciclo?

Estamos ante una situación complicada. Siempre se produce, como mínimo, una crisis por siglo; normalmente dos. Ya tocaba que hubiera crisis y la tenemos. Además, es seria. No hay que dramatizar y hay que intentar entender los problemas que realmente tenemos, las causas por los que esos problemas se han producido y cuáles podrían ser los remedios. Sin histerias.

¿Qué caracteriza la crisis actual que atraviesa España?

La crisis actual es el resultado de algunos errores cometidos en la Transición. Fue un momento delicado, en el que hubo que hacer un enorme esfuerzo de coordinación, concordia y consenso. No es extraño que en ese momento se dejaran algunos flecos por atar. La Transición fue un momento verdaderamente espléndido de la historia de España. El problema no es la Transición. El problema es que luego no se ha intentado remediar lo que quedó pendiente entonces y nadie se ha preocupado de hacerlo ni con mayorías absolutas.

Hay una situación de desequilibrio que en la Constitución está recogida. Ésos son los vientos que han provocado estas tempestades. En la Constitución se recoge el hecho de que hay dos Españas: hay regiones de una clase y regiones de otra. Cuando no se asienta un Estado sobre una situación de igualdad, esos desequilibrios aumentan y provocan graves crisis. También es problema de la disposición adicional primera o de la diferencia entre regiones y nacionalidades. El Estado moderno no puede prosperar sobre una situación de desigualdad en el inicio.

El otro problema que la Constitución tenía y podía haberse arreglado mil veces es que no tiene un cierre competencial. Es decir, deja abierta la posibilidad a que hubiese una negociación distinta cada vez. Esto ha terminado por convertirse en una forma de gobernar el país durante mucho tiempo y que ha derivado en los extremismos. Cada vez que ha hecho falta una investidura o han hecho falta votos, se han otorgado competencias hasta que el Estado se ha vaciado.

¿La Constitución del 78 da lugar a la interpretación de que existen distintas naciones? Miquel Iceta dijo recientemente que las ha contado: son ocho.

Puede decir que hay 18, 28 o 320. Eso es irrelevante. Lo que está claro es que España ahora mismo es una nación política y eso es lo que hoy en día se discute. Lo que se está discutiendo es si vamos a tener un Estado o no en las próximas décadas. Lo que dice Iceta no tiene ningún sentido.

Parece que asistimos a un proceso progresivo de desmembración. A la pujanza de los nacionalismos periféricos se une ahora el surgimiento de formaciones provinciales. Nunca ha habido tantos partidos representados en el Parlamento, y muchos de ellos miran por el bien del terruño y no por el interés general de España.

El proceso al que asistimos es la crisis del Estado menguante. Es un problema común a toda Europa occidental que tiene raíces mucho más profundas. Ahora está enseñando la patita. Hay una falta pavorosa de análisis sobre por qué se está produciendo la tribalización de Europa. Apenas hay un libro escrito. Se está asistiendo a un proceso gravísimo de balcanización. Está sucediendo, a ojos vista, en Gran Bretaña y en muchísimos sitios y no se está analizando ni estudiando. Hace mucho tiempo que esto no sucedía con tanta virulencia. Y sin embargo parece que pasa y lo observamos. Las cosas en la Historia no suceden por generación espontánea. Hay que analizar por qué.

¿Y cómo se revierte este proceso?

Se revierte con sólo querer, colocando a los españoles en una situación de igualdad.

¿Aboga usted por la supresión del Estado de las Autonomías?

No digo que se acabe con el Estado de las Autonomías. La descentralización suele ser buena en aras de la eficacia administrativa, pero evidentemente las autonomías necesitan una reconducción. No puede ser que cada uno tenga un Estatuto de Autonomía a la carta, tiene que ser el mismo para todo el mundo. Así no se generarán agravios comparativos y no aparecerán partidos provinciales que lo que buscan es alcanzar el mismo grado de beneficio que los perenganitos que han organizado su propio partido y trabajan para sí mismos.

Esto llega a unos niveles de disparates tremendos de los que se vuelve. Los estados sufren crisis de las que pueden salir. Los estados son la mejor garantía que existe, la estructura más estable que hemos sido capaces de crear para garantizar un marco jurídico que permita convivir en una democracia. Ahora mismo estamos en la crisis del Estado menguante, que es muy preocupante. Está pasando ahora en España porque tradicionalmente las cosas suceden antes aquí que en Europa. La Segunda Guerra Mundial empieza en España, por razones mucho más largas que serían difíciles de explicar. Es una generación de conflictividad gigantesca, sumado al crecimiento de toda clase de populismos. Ahora mismo las democracias no están haciendo frente a los problemas que tienen y la gente se siente muy desamparada. Las democracias se han desprestigiado a sí mismas cuando no hacen frente a la corrupción, por ejemplo. Esto provoca que aparezcan salvapatrias de derechas y de izquierdas.

Hay una situación de desequilibrio que en la Constitución está recogida. Ésos son los vientos que han provocado estas tempestades





La actual situación de crisis que comentábamos, ¿es atribuible a la falta de verdaderos líderes o a cambios sociales más profundos?

Hay cambios sociales muy profundos, algunos casi irremediables. Las últimas generaciones que sufrieron realmente se están muriendo. Las que sufrieron violencia y padecieron verdaderas carencias. Las generaciones cada vez están más sobrealimentadas y olvidan rápido. Les da por jugar con nitroglicerina o cualquier cosa para pasar el fin de semana porque se creen que todo lo que tienen alrededor es producto de la naturaleza. No tienen sentido alguno de la gratitud hacia sus mayores, que lucharon muchísimo por ellos. Les da por jugar a la revolucioncilla de salón. Y se van de 'mani' a quemar un par de contenedores. El ser humano es un ser peligroso que necesita de leyes que regulen la convivencia de los unos con los otros. Ahora mismo hay unas generaciones muy atrevidas. La mía fue la primera en pecar de esto.

Frente a la Historia, hoy en día se exalta el olvido como una virtud.

Hay una predisposición para el olvido fantástica. La memoria de pez es increíble. Como dices, parece que el olvido es una virtud.

En el País Vasco, por ejemplo, la izquierda 'abertzale' propone el olvido como virtud cívica ante el sufrimiento que produjo ETA. Frente a ellos, quienes creen que sin memoria no hay justicia ni reparación.

Efectivamente. No hay que olvidar que hubo muertos y pasaron muchas cosas. Las democracias se desprestigian a sí mismas con esa actitud. Hay crímenes por los que se paga mucho y otros por los que no se paga nada. Sólo hace falta hacerse fuerte políticamente para tener impunidad en corrupción y en mil situaciones. Cuando las democracias se desprestigian, vamos mal. Las democracias exigen altas dosis de virtud cívica. Hay que cultivarla férreamente porque la democracia sólo se sostiene sobre su virtud. En el momento en el que permite su desprestigio, se deteriora.

El Rey se ha convertido en una de las principales dianas del separatismo y, si Sánchez es investido, tendrá un vicepresidente republicano. ¿Peligra la Monarquía?

No peligra, pero es evidente que se ha transformado en un blanco para muchas tendencias destructivas para el Estado. Hoy en día la monarquía es un pilar, es un símbolo de nuestra democracia y nuestro régimen constitucional.

Tras seis años, ya se puede hacer un balance del reinado de Felipe VI. ¿Cuál es el suyo?

Yo he sido republicana toda la vida y Felipe VI me hizo monárquica (ríe). Imagínese si tengo una buena opinión de él.

¿Cree que fue un acierto la abdicación de Juan Carlos I?

Había razones de salud. Se le veía tocado. La última etapa de su vida terminó con asuntos que desprestigiaron a la monarquía. Y la monarquía, ahora más que nunca, no tiene más razón de ser que su ejemplaridad. En razón de esa ejemplaridad, está obligada a tener un comportamiento impecable y le daña muchísimo todo lo que se aparta de ahí. Ya no vivimos en una monarquía de derecho divino, como un símbolo incuestionado. La monarquía debe sostenerse en la ejemplaridad y en la virtud. Por eso, creo que la abdicación fue una decisión acertada.

Elvira Roca ha vendido más de 100.000 ejemplares de 'Imperiofobia' (Siruela). Jorge Barreno

¿Vio en Nochebuena el Mensaje de Felipe VI? ¿Qué le pareció?

Me pareció estupendo. El Rey puede tener dificultades para expresar determinadas cosas, pero se hace entender y hace llegar su mensaje.

¿Qué opina del maridaje entre la izquierda española y los nacionalismos periféricos?

No toda la izquierda, una parte. Hay una parte de la izquierda que no ha desertado de sus obligaciones como españoles. De hecho, yo el día 24 (de enero) me dispongo a ir a Granada a la presentación de un nuevo partido: Izquierda en positivo. Hay una parte de la izquierda que ha perdido el oremus. El matrimonio entre la izquierda y el nacionalismo es contra natura. Hay que ir contra lo básico del pensamiento de izquierdas para aliarse con tendencias separatistas. Es dejar de ser de izquierdas para pasar a ser algo que no se sabe bien qué es. Hay un libro de Félix Ovejero que se llama La deriva reaccionaria de la izquierda. Muy recomendable para comprender estas cosas aparentemente inexplicables que parte de la izquierda está haciendo.

¿El PSOE y Podemos no representan a la izquierda entonces? Han pactado con formaciones nacionalistas prácticamente allá donde pueden.

El PSOE está partido por la mitad. No se ve porque tiene poder ahora mismo y Sánchez es presidente del Gobierno. La noche de las elecciones hubo una pelea en la puerta de Ferraz entre quienes no estaban de acuerdo con la deriva podemita del Partido Socialista y consideraban que aquella victoria era una oportunidad fantástica para rectificar y aquellos otros que se han dejado podemizar. Lo que le ha pasado al PSOE es una de las cosas más preocupantes del país. Yo confié en el Partido Socialista durante muchos años y espero que en algún momento sean capaces de recuperar el rumbo, porque ha sido un pilar de la democracia española. Si cojea esta pata, cojea España.

Usted ha escrito: "En Cataluña lo que sucede es un fenómeno feudal, una rebelión de oligarquías". ¿Qué quiere decir con ello?

Es sencillo. Se produce por una situación de beneficio a esta región del país. Viene de Franco pero no nace con el franquismo. Franco la hereda y la perpetúa. No es un misterio para nadie que durante el franquismo unas regiones fueron claramente beneficiadas y otras no. Yo soy de una que no lo fue. Acostumbrados a vivir en esta situación de privilegio, no entendieron que la democracia supone que todos somos iguales. Se han hecho fuertes en esa práctica política feudal. El territorio es gobernado desde hace mucho tiempo por un grupo de familias acostumbradas al usufructo de esos privilegios. Esas familias se consideran dueñas del territorio y se creen que hablan en nombre de todos.

¿Existe el nacionalismo español?

El nacionalismo español ha sido siempre una cosa muy floja o muy inexistente por la sencilla razón de que ha sido bastante inclusivo. España ha sido bastante inclusiva a lo largo del tiempo. Durante el franquismo hubo una cosa patriotera y rancia pero luego no se sustanciaba en nada. En medio de aquella exaltación del imperio y de Dios, en realidad lo que se enseñaba de la Historia de España es lo de siempre.

Han quedado una serie de vicios adheridos a esas malas prácticas. Como dice Alfonso Guerra: "Pudiera uno haber tenido con respecto a la bandera, y a la idea de patria, cierto resquemor". Habían sido manoseadas por el franquismo pero no tiene sentido decir que esto continúa cuarenta años después. No tiene sentido que haya gente que diga que no puede decir la palabra España o que tenga resquemor por la bandera. Si esto existe es porque ha sido artificialmente producido y provocado a fuerza de dar acomodo y placer a ciertas tendencias balcánicas que hay en el país.

Hoy hay quien equipara al nacionalismo español con el nacionalismo catalán, y proponen combatir ambos. El nacionalismo identitario vasco es racista y el catalán es totalitario, supremacista y violento. ¿Es una comparación justa?

Cuando tú tienes una actitud difícilmente justificable, buscas demonizar al otro. Los nacionalismos periféricos buscan demonizar España para romper el vínculo con ella.

Veo ahora mismo mi pueblo desde el patio y pienso en lo peculiar que es. Veo gente de todo tipo. Tiene menos de mil habitantes y los del barrio alto se distinguen de los del barrio bajo. Si nos ponemos a buscar diferencias, las encontramos hasta en casa. Esto no tiene nada que ver con que exista un vínculo político que nos permita convivir con un Estado organizado. Para romper eso tienes que demonizarlo y sacarle todos los vicios y maldades del mundo. Tienes que hacerte fuerte en esa idea y atacar al otro.

Para desarmarlo tienes que actuar con sus mimbres, pero hay que ser valientes. Hoy en día se utilizan con facilidad términos como nacionalista español, franquista, nacionalcatólico… Los españoles tienen un miedo espantoso a ser llamados fachas.

A usted misma le han calificado de "nacionalista" por el contenido de su obra.

Sí, es lo que intento explicar. El miedo paraliza al adversario. Es una maniobra burda, torpe, pero es eficaz. Muy eficaz. Precisamente porque este tipo de planteamiento bueno-malo, blanco-negro es básico, no requiere mucho razonamiento ni análisis. Está al alcance de todas las mentes. Triunfa porque es elemental.

¿Acaso yo no debo defender a mi país y la continuidad del Estado para no ser calificada de facha? ¿Tengo que estar quieta, callada y permanecer impasible ante la destrucción del Estado en el que vivo y ante el triunfo de la idea débil? Yo soy proeuropea porque creo que la idea de la unión es la idea fértil. La idea de la fragmentación es la idea débil.

Si no hay imperio de la ley, las normas se vuelven laxas y, por tanto, inexistentes

¿Está demasiado barato el "facha"?

Está barata la acusación de ser facha. En realidad, está todo muy encanallado. Una de las cosas que han deteriorado la democracia es la pérdida de la buena educación. Es condición sine qua non. Mi adversario me respeta y yo respeto a mi adversario. Es lo básico en democracia.

Da la sensación de que faltan estos altos modales en la política actual.

Absolutamente. Hay un chillerío que ofende a los oídos de cualquiera. La situación cada vez exige un ademán más exasperado, palabrotas… Llega un momento en el que el personal se vuelve inmune y tienes que redoblar el chillerío. Hemos llegado a unos niveles de tolerancia que exigen exagerar todo más.

El Parlamento se ha convertido en un espectáculo vergonzoso. Yo recuerdo en la Transición los modales que se utilizaban y cómo se intercambiaban opiniones en el Parlamento. De vez en cuando había algún exabrupto, pero era alguna cosa muy puntual. En general, se trataban con respeto. Ahora los ves y no parecen parlamentarios. Ni siquiera van vestidos decentemente, juran como les da la gana…

¿Se debería dar la condición de diputado a quienes utilizan fórmulas de acato que no están recogidas en la Constitución? Incluso hay quienes juran contra ella.

No, en absoluto. Las democracias se deterioran y se pierden el respeto a sí mismas si toleran eso. A partir de ahí, todo es posible. Y todo no puede ser posible. Si no hay imperio de la ley, las normas se vuelven laxas y, por tanto, inexistentes. Hago lo que me da la gana porque soy el más chulo. La democracia que tolera esos comportamientos se desprestigia.

En una entrevista concedida a EL ESPAÑOL hace algo más de un año, apostó a que no sacarían a Franco del Valle de Los Caídos. Se equivocó. ¿Qué le pareció el modo en el que se llevó a cabo?

Creo que han perdido un comodín que cada cierto tiempo podían utilizar. Luego me dijeron que eso era lo que Franco quería. Es una cosa que me llamó mucho la atención, que un Gobierno socialista cumpliera su voluntad. No creo que tenga mayor importancia, es un hecho simbólico. Durante la Transición española quedaron las cosas de una determinada manera y para cambiarlas había que buscar consensos. Ahora mismo, lo que se busca es el disenso, buscan el enfrentamiento incluso cuando no se justifica.

También ha recibido muchas críticas desde la izquierda por una frase en la que decía que los republicanos no fueron los vencidos de la Guerra Civil. ¿Qué quería decir con ello?

Mi abuelo era republicano y tenía mucha gracia. No sé cómo logró sobrevivir a los unos y a los otros. Decía siempre: "Entre todos la mataron y ella sola se murió". Tenía una serie de frases tópicas muy graciosas. Una de ellas era que "es una gracia incomparable de nuestra familia el perder las guerras en los dos bandos". Porque mi abuelo fue perseguido por unos y otros. Mi abuelo no era revolucionario, no era comunista: era un demócrata convencido de que no estaba por una revolución bolchevique. Yo defendí a esta gente que perdió la guerra en todos los frentes. Porque cuando defendían la república lo que querían para su país era una democracia parlamentaria y no una revolución.

La izquierda radical tiende a homogeneizar el bando republicano. Su tesis es que los comunistas fueron los primeros en luchar por la democracia.

Cualquiera que haya leído historia sabe que no es así. Es una simplificación lamentable. El régimen de la República en su última etapa estaba en una situación penosísima. Recomiendo leer 1936: Fraude y violencia en el Frente Popular. Había una quiebra democrática absoluta. No se puede reescribir la Historia de lo que ha sucedido.

¿No es precisamente eso lo que intenta la Ley de Memoria Histórica?

La Ley de Memoria Histórica es anticonstitucional. Es propia de un régimen totalitario. Estoy en esto con Francisco Vázquez, socialista al 100%. Esto procede de esta izquierda reaccionaria que ha perdido el oremus aliándose con antisistemas.

Usted es especialista en la Leyenda Negra. Los separatistas catalanes presentan hoy a España como una dictadura en la que hay presos políticos, que desprecia las votaciones y que reprime al pueblo mediante la brutalidad policial. ¿Asistimos al intento de crear una nueva Leyenda Negra?

No es un intento, ya está ahí. El daño que han hecho a la imagen de España es enorme. Se tardará lustros en recuperar esto.

¿Cree que los nacionalistas catalanes han impuesto su relato de cara al exterior?

De cara al exterior tienen una presencia enorme mientras que por parte del Estado no se ha hecho nada, hasta Josep Borrell, para contrarrestar esa refutación de las ideas de esa España malvada, demoníaca, intolerante y fanática. Ahora el Estado tiene un trabajo gigantesco por delante y no va a ser fácil.

¿La aceptación de la Leyenda Negra trasciende la dicotomía derecha-izquierda en España?

Absolutamente. La Leyenda Negra nace muchísimo antes de que la derecha y la izquierda existieran. Es un fenómeno vinculado a la hegemonía de España durante muchísimo tiempo. Luego siguió existiendo porque estaba escrita ya oficialmente en la Historia que contaban las distintas naciones de Europa. Es un fenómeno tremendamente complejo, pero nosotros desertamos. La clase intelectual no quiso hacerle frente o no supo cómo. Los pocos avances que ha habido han sido por parte de gente antifranquista. La primera definición de hispanofobia que tenemos la hace Rafael Altamira, que define la hispanofobia como una herramienta de guerra. Y Altamira muere en el exilio, no sé hasta qué punto será él facha o nacionalista. En definitiva, no tiene nada que ver con la izquierda o la derecha. Luego sí ha habido un intento de utilizar la Historia políticamente, tanto unos como otros.

La Leyenda Negra ha pasado a la opinión pública y eso ha causado molestia a sectores que utilizaban ese argumentario contra España

Da la impresión de que la izquierda tiene más problemas a la hora de aceptar nuestra Historia, desde sus raíces católicas hasta el desenlace de la Guerra Civil. ¿Diría que la izquierda considera España una concatenación de errores históricos?

No. La gente de izquierda con la cabeza amueblada no lo entiende así. Conozco a mucha gente de izquierdas muy orgullosa de la Historia de España, como Alfonso Guerra. Hay facciones muy vociferantes que se imponen en la izquierda, pero la otra izquierda existe. Solo que está sometida a una tensión adicional porque se ven entre las ideas y su país. Se ven convertidos en rehenes del partido. Hay mucha gente de izquierdas que son españoles sin complejos que no entienden por qué los partidos con los que se identifican se alían contra natura con partidos separatistas. Ésa es la izquierda verdadera, lo otro es la deriva reaccionaria. Una papilla ideológica que me resulta difícil de clasificar. Tiene algo de la gauche divine, ese postureo que no he soportado nunca. Yo he sido sindicalista toda mi vida y en la defensa de la sanidad y de la educación pública he pasado años. A esta gente que se ha desentendido del mundo del trabajo me cuesta trabajo llamarles de izquierda.

Los defensores de 'Imperiofobia y leyenda negra' sostienen que la oposición feroz a la que se ha enfrentado su libro es una muestra evidente de que ésta -la Leyenda Negra- está más viva que nunca.

Imperiofobia ha sacado la Leyenda Negra de debajo de la alfombra. No es un libro que diga nada nuevo, ni siquiera es original. Hay mucho trabajo sobre esto y es imposible negar lo que ahí se cuenta. Porque las investigaciones comienzan hace mucho tiempo, se cita a autores que ni siquiera son españoles… pero todo eso estaba en el mundo académico. La Leyenda Negra era un tema menor, que no se trataba. Mi libro ha provocado un salto cuántico. La Leyenda Negra ha pasado a la opinión pública y eso ha causado una enorme molestia a determinados sectores que utilizaban ese argumentario contra España. Se les ha roto el argumentario y esa gente ha reaccionado pidiendo mi cabeza porque están en condiciones de poderla pedir. Ha habido una campaña de difamación y desprestigio porque les he hecho un siete.

Un artículo reciente en 'El País' trataba de desacreditar su obra, cuestionando su metodología pero también calificándola a usted de “referente del pensamiento conservador en España”, como si le deslegitimara escribir Historia desde posiciones ajenas a la izquierda. ¿Cómo ha vivido la polémica y cómo se defiende de los dos tipos de crítica?

No tienen otra cosa que decir. Lo de El País me parece bastante triste. Creo que no beneficia a nadie. Sobre todo, a ellos mismos. Es una lástima que el periódico que ha sido el buque insignia de la prensa española se haya deteriorado tanto en los últimos años. Yo colaboraba con El País con una serie que se llamaba Políticas de izquierda, que fue suprimida al entrar el nuevo régimen administrativo en el periódico. Cuando hubiera completado la serie, pensaba hacer un libro con ella sobre lo que son o deben ser políticas de izquierda bien administradas sin andar perdidos en no sé cuantos catecismos que no tienen nada que ver con los problemas de la gente. Por lo tanto, no sé de dónde viene esto. Supongo que viene de Villacañas, que es un fanático y sigue como un loco en su mundo de fanatismo religioso. Es difícil de comprender para alguien como yo, que no ha cambiado de religión, sino que no la ha tenido nunca.

Yo sabía que iba a pasar. Tengo amigos en El País y sabía que estaban trabajando en realizar un escrutinio penoso a mi libro. Deben haberse peinado todas y cada una de las notas a pie de página del libro. Es tremendo. No hay un libro más purgado que Imperiofobia en la Historia de España. Habla muy bien de mí si eso es todo lo que han logrado encontrar de mi libro. Responderé uno por uno a todos los puntos y demostraré que se equivocan.

¿Cuándo responderá?

No tengo prisa. Yo soy del tiempo lento de la Historia. Se están retratando ellos mismos, así que no tengo prisa.

Arturo Pérez-Reverte se ha sumado a la lista de sus detractores. ¿Le sorprende? ¿Le duele?

No me ha sorprendido. Yo he demostrado dos veces que Pérez-Reverte falsea la Historia de España para empeorarla. La primera con Alatriste y luego con Hombres buenos. En el primer caso le mostré cuál era la genealogía de su inquisidor Bocanegra y le mostré que el personaje real no tenía nada que ver con ese personaje terrible. Y después demostré que las Enciclopedias circularon por España sin problema, que nadie tuvo que jugarse la vida para ir a traer una España, como si esto fuese un territorio chiíta. Él se ha sentido ofendido por esto, ha aparecido detrás de El País. Reverte siempre va de camuflaje. No ha sido capaz de contestar a ninguna de las dos cosas porque no puede refutarlas. Se envuelve en el manto de "ésta es de derechas". Es muy característico suyo el utilizar palabrotas y grandes aspavientos. Él anda diciendo últimamente que España es una enfermedad histórica y yo entiendo que España le ha dado a él todo lo que es. Si él considera que no debe gratitud a este país, por lo menos creo que le debe respeto.

En su columna 'Imperioapología y otros disparates', Pérez-Reverte tilda sus críticas vertidas sobre Alatriste de “pellizquito de monja”. ¿No habla mal de la intelectualidad española el hecho de que recurra tanto a ataques 'ad hominem' y a la caricaturización del adversario? No hay un debate sano y público de ideas.

Nos empeñamos en no ir a los hechos e ir a la descalificación ideológica, como Reverte. Hay que ir a los hechos y con los hechos encima de la mesa podremos debatir. Reverte está asombrado ante el hecho de que alguien venga y le desmonte el chiringuito estupendo que tenía montado por la vía de los hechos. Entonces recurre al palabrerío lleno de improperios, pero siempre a cubierto. Es muy fanfarrón, muy miles gloriosus, pero no engaña a nadie.

Al lector le han enseñado que la Historia de nuestro país es vergonzosa. Luego lee un libro que le cuenta que no, que ha habido cosas que hemos hecho bien 

También ha encontrado firmes defensores dentro del mundo intelectual. Hasta 101 firmantes han dirigido una carta al Defensor del Lector de 'El País' en la que manifiestan su "indignación" por el planteamiento del texto y califican de "insólito someter a una criba semejante a un ensayo histórico".



Me quedé sorprendida cuando me enteré. Lo agradezco muchísimo, a los que han firmado y a los tropecientos que me han escrito y me han llamado para trasladarme su indignación. Lo agradezco de todo corazón. De todos modos, esto se sosegará. Anoche estuve con una amiga griega a la que no veía desde hace quince o veinte años. Está estudiando ahora en Atenas sobre Historia y Literatura española y uno de los temas del temario era la Leyenda Negra. Esto muestra que ya no hay manera de guardar la Leyenda Negra dentro del armario. Me quieren utilizar como chivo expiatorio para amedrentar y que no se hable del tema.

Si algo ha dejado claro la polémica es que parece imposible la construcción de un relato común de nuestro pasado.



Yo estoy en ello. Creo que es posible. La Historia es muy larga. La gente que no estudia Historia normalmente tiene una visión cortoplacista. Que una cosa pase ahora no significa que vaya a seguir pasando dentro de veinte años. Hay que sembrar para que España tenga una Historia más equilibrada. Lo que se ha enseñado de la Historia de España ha sido tradicionalmente lo peor, lo más negativo, La Historia de España tiene sombras, y muy grandes, pero tiene un lado bueno y bonito que no se enseña. Hay que ir a buscar un relato más equilibrado. Yo he hecho una pregunta que nadie había hecho: ¿Por qué está la Armada Invencible en nuestros libros de Historia pero no está la batalla de Cartagena de Indias? Que los ingleses tengan el relato mítico de la Armada Invencible es razonable. Es bueno para ellos. Pero que lo tengamos nosotros… Si por plantear esa pregunta hay quien te califica de derechas, pues me da la risa floja.

El rechazo de ciertos sectores de la intelectualidad hacia su obra choca con el entusiasmo con el que la ha recibido el público. ¿El lector estaba ávido de leer una visión positiva de su propia Historia?

Eso es porque al lector le han enseñado toda su vida que la Historia de nuestro país es vergonzosa, que es algo que es mejor no recordar y que él es moralmente inferior por haber nacido en España. Luego lee un libro que le cuenta que no, que lo malo no lo negamos pero ha habido cosas que hemos hecho bien y no le habían enseñado. Yo no niego la parte poco positiva o lamentable de España. La bibliografía sobre la Inquisición en España no se puede abarcar, ¿cómo la voy a negar? Dice Reverte que trato de ocultar una parte de la Historia. ¿Cómo? ¿He quemado algún libro? Es ridículo.

Tras la apuesta fallida de que no exhumarían a Franco, terminemos con otra. ¿Habrá Gobierno en 2020 o terceras elecciones?

Creo que va a haber Gobierno pero que va a durar poco. Va a ser tremendamente inestable. Esperemos que la propuesta de Arrimadas, de los 211 diputados, encuentre cobertura.

¿Le ilusiona la idea de un gobierno de concentración constitucionalista?

Absolutamente. Uno de los problemas que tenemos es que no nos juntamos en los medios y dejamos que los extremos tensionen a todo el mundo. En realidad, la mayor parte nos podemos entender. Si nos hacemos fuertes en aquello que nos une, podremos plantear soluciones para los problemas graves que el país atraviesa.

Noticias relacionadas