Tampoco tronaron las trompetas de Jericó, y el gitano evangelista seguía vendiendo lotería en la esquina que hay entre el Callejón del Gato y la Plaza de Santa Ana, allí donde se erige un busto de Lorca que, según me dijo una vez Arrabal, "parece mediopensionista". La gente seguía a sus labores cuando el primer envite de la genuflexión del sanchismo a Junqueras. Madrid tenía una noche tropical y se bebía el vino como si fuera la última noche de la Constitución. Que lo fue...

Más que una foto, esperábamos un comunicado conjunto que no llegó. Lo que sí nos llegó fue un zutabe de ERC y la prosa nini de Ferraz que nos dijo que el socialismo pierde el sueño por la factoría de Martorell (no tanto por la de Valladolid) y por el automovilismo en general.

Aunque la foto, la imagen histórica, la de la cesión, la concesión, la autodeterminación y la automoción, también tiene su miga para politólogos y otros magufos. De una parte, Lastra, Ábalos, Illa y la chaqueta de Lastra, que tiene entidad jurídica propia y hasta memoria histórica propia: como el PSC, perejil autónomo de las peores salsas.

Por la otra parte, Rufián, Marta Villalta y Jové, 'jové qué tropa', que diría un castizo. La foto tuvo también un Súper que no se ve y que ve lo que quiere, como el de GH. Una Súper que viene de Cabra (Calvo), que no cree en la presunción de inocencia del macho hispano y que a ver dónde la recolocan en esta nueva hora del progresismo.

En las fotos -en la foto-, Ábalos, el único que lleva la llama de lo que queda de la Constitución, cruza los brazos en no sé qué estampa de Job jesuítico: paciencia y en todo amar y servir. Saber, sabemos que Ábalos sirve, aunque la cuestión es interpretar la cruz de tener que subsumirse a Lastra o Rufián y compartir mesa. Luego Illa, ahí como la cuota más seria del PSC cuando hasta en Mondoñedo saben que ese partido, el PSC, es una ERC con complejos cíclicos que nos comemos en el resto de España.

Añadamos a todo esto a Rufián, que en la vida se vio en tal aprieto con una americana y un jersey y creyéndose que estaba en Yalta y no en Madrid, que es su pueblo dilecto. De Pepet Mari Jové no diremos nada, pues por su obra -la libreta del procés- lo conoceremos.

La reunión duró dos horas y media, lo que tarda el AVE a Sants o un corto de Scorsese, de modo que hubo tiempo para que el PSOE se plegara al marco mental y a la burricie de ERC, pues es bien sabido que los meapilas con vocación de mártires (Junqueras) suelen convencer por charnego interpuesto (Rufián).

En dos horas y media aprendimos que sólo los independentistas pueden sacarnos del bloqueo y que el PP del Estafermo, la derechita notarial y cobarde, cercenó derechos sociales y civiles y no sentó a un pobre en su mesa. Después nos emplazaron al martes -festividad de Navarra y el día de Francisco Javier- a un segundo episodio de negociaciones entre el no y el azul oscuro casi negro...

En la negociación, diálogo, partida de mus o pasteleo, observamos los muy perspicaces una cierta descompensación a nivel de género, pero sabemos que al sanchismo no hay cuota que le enmiende los desiderativos. Sólo falta que Junqueras acabe en el CNI y los espías tengamos que rezar los misterios dolorosos y el ángelus, temerosos de Dios y de Oriol, Dios padre de la España progresista.

Quise llorar después de la cita bilateral, pero un piloto de Iberia, por la plaza de la Luna, me invitó a un vino con guacamole. Me dijo que me preparara un zurrón, que él me colaba en cabina y que con la herencia paterna aún puedo ser capitán general en la parte Cienfuegos. Qué pronto me cierran los bares y qué poco nos duró el espíritu del 78. Cuarenta años raspados...