La campaña, con el horario cambiado, tiene algo de nostalgia democrática, de otoño autoimpuesto y calentorro. Entre los sondeos y las hojas caídas, lo real es que vamos a las urnas como un rito otoñal que anda entre los sondeos cachondos y los dudosos.

Hoy la foto es de Pedro Sánchez, unas canas presidenciables que vuelven al mundo loco por tanta belleza al Sur de Europa, una belleza a la que deberíamos perdonar sus prosas académicas. Pero es que la foto, que es la foto de Sánchez, podría ser cualquier otra.

Podríamos hacer la exégesis la de la media sonrisa de Ábalos por la España vaciada o de la de la ministra Montero, con medias con tomates en un populismo de los números, dándole cháchara a una realidad macroeconómica que no cuadra y que no va a cuadrar.

Hace tiempo que la fotogenia no nos pone, pero nos viene dando igual. En la lápida vacía de Franco, que vimos el primer día, sólo sentimos estreñimiento, y quizá es que hayamos madurado.

Pedro es fotogenia, y nos da igual que comparezca con el puño alzado que saludando a un jubilado que quizá no sea jubilado y vive de azuzar el megáfono en las mañanas con son que caen por Vizcaya. La cosa es que Pdr no lee y ni falta que nos hace, pues que está ungido para desmentir las encuestas y así lo sacamos en esta postal con acuse de recibo.

Pedro sabe que en estas lides de salir con Piqueras o bajarse a Murcia es donde Pedro es más Sánchez Y eso, salvo catástrofe natural con vacas que desaguan en el Mar Menor. De este Pedro en sus días grandes nos mola el vibrato de su voz, las manos sosteniendo los argumentillos y esas canas que en Moncloa empiezan a explotar como galán maduro que somatiza España.

La campaña está ya en su momento cumbre. Se va a besar a niños, se va a prometer el oro y el moro y el argumento principal es que "'el gato' ya no está en la caja", que es lo que decíamos los peceros en el 75, por noviembre. Las demoscopias dirán lo que digan, pero aquí Pedro está sonriente, y con fuerzas para bajar a Sevilla a cobrarse ciertas justicias poéticas con Susana.

Hay algo edificante en teorizar sobre la imagen de Sánchez, que es como irse con Peridis a pegar la hebra sobre tímpanos románicos. Cualquier glosa sobre los retratos del presidente en funciones nos dice mucho de Sánchez y mucho más de nosotros mismos. Con Franco en Mingorrubio la campaña será histórica y pelma. Pero Sánchez da bien al natural y cada vez se parece más a los retratos que le hace mi primo Nieto desde Valladolid.