El margen de error que cabe atribuir a los sondeos no resta un ápice de interés al último barómetro del CIS. Al tratarse del primer estudio sobre intención de voto, valoración de liderazgos y percepción política realizado tras el 26-J, permite entrever cómo la sociedad española ha digerido unos comicios que tampoco sirvieron para desbloquear la situación.

Las encuestas se realizaron cuando todo el mundo pensaba que Rajoy no tendría demasiados problemas para ser reelegido, por lo que los datos de este estudio no sirven para saber hasta qué punto los ciudadanos respaldan la posición finalmente prefijada por los partidos ante una eventual votación de investidura.

Desilusión

El dato más significativo es el que alude al pesimismo creciente. Ya son un 25% de los ciudadanos los que mantienen que el año próximo la situación política será aún peor. En el barómetro anterior sólo un 16% se pronunciaba en estos términos sobre el futuro, de lo que se desprende que la desilusión se ha disparado después del 26-J.

El desánimo ciudadano es el correlato de un bloqueo que no se resolvería siquiera en unas terceras elecciones. De hecho, según el CIS, el PP apenas perdería medio punto respecto de su resultado en junio, al pasar del 33,7% al 32,5%. El PSOE mejoraría levemente, del 22,7% al 33,1%. Unidos Podemos sería la formación que más desgaste acusaría, al caer del 21,1% al 19,6%. Y Ciudadanos perdería un punto: del 13,1% al 12%.

Con este pronóstico, y más aún a la luz de la reacción de los partidos, hay que temer que la decepción no deje de crecer. El CIS ha tocado a rebato sobre la desesperanza creciente, pero los dos grandes partidos continúan enrocándose en sus posiciones. El PP ha vuelto este lunes a mantener abierta la posibilidad de que Mariano Rajoy ni siquiera cumpla con la obligación constitucional de presentarse a la investidura si el PSOE no le garantiza antes los apoyos para ser reelegido. Por su parte, la dirección socialista repara en su leve mejoría, en la caída de Podemos y en datos cruzados del barómetro según los cuales el PSOE recuperaría a parte de sus abstencionistas para defender el no al PP pese a la presión de la vieja guardia.

Investidura

Ya han pasado 13 días desde que Rajoy aceptó el encargo del rey de intentar formar Gobierno, que es el tiempo que se dio en la anterior legislatura Patxi López para convocar el pleno de investidura de Pedro Sánchez, pero nada indica que Ana Pastor esté dispuesta a dejar de ser la mandada en el Congreso del presidente en funciones.

Una sociedad cada vez más desmoralizada con la situación política es una sociedad incapaz de afrontar sus retos y superar sus problemas. Hay motivos para pensar que tanto si Mariano Rajoy elude sus propias responsabilidades y no se se presenta a la investidura, como si el país se ve abocado a nuevas elecciones, el pesimismo no dejará de aumentar. La conformación de un gobierno débil tampoco es la solución. Sólo una gran coalición con un presidente de consenso estaría en disposición de rescatar al país de la desilusión.