Sí. En esta profesión de periodista a veces suceden cosas inverosímiles que acaban siendo verdad. Hace años, tantos que no conviene precisar, se presentó a verme un señor con una historia increíble. Con la camisa abierta, enseñando su pecho canoso ostentosamente adornado con una cadena de oro, me dijo que la semana anterior había estado con el entonces gobernador del Banco de España, Mariano Rubio, en su despacho. Iba acompañado por un socio con un apellido que, como el Cid Campeador, un mercenario medieval, abría entonces todas las puertas: Guerra, de nombre Antonio, más conocido como 'El Patillas'.

Al principio, no creí al visitante, pero, por si acaso, en un descuido fotocopié un documento con la sociedad creada para hacer tráfico de influencias con Antonio Guerra González, papel por el que pedía un millón de pesetas de la época. Tirando de tal hilo se llegó, después, a otros miembros de la familia del vicelíder socialista entonces, como el famoso Juan Guerra, el de los cafelitos. El resto de la historia ya se conoce, enmarcada con aquella proverbial frase de Felipe González, “Dos por el precio del uno”, lo cual significaba un “yo, sigo” y éste, Alfonso Guerra (condenado por sus hermanos, aunque él no se llevara un duro), “a la puta calle”.

Este miércoles, cuando pensaba en Las Preguntas de hoy, volví tener frente a mis ojos un hecho informativo en principio desconcertante. Vino a verme a EL ESPAÑOL otro señor con una historia de las que marcan la semana. Por su aspecto físico, pensé al principio que se trataba de un gestor del Banco del Santander a quien esperaba a esa hora. Pero, no, era un mercenario. A veces, las grandes historias te asaltan.

J.M.L., 47 años, argentino, madrileño cuando no está de misión en África o en países del este de Europa como Ucrania, quería contarnos una aventura con ecos de novela de Frederick Forsyth, John Irving o John Le Carré. Los lectores de @elespanolcom pudieron leerla ayer, firmada, conseguida y trabajada por Nuria Coronado. Si no la leyeron, pueden hacerlo hoy. La aventura de 'El Rubio', así se le conoce en el mundo de la seguridad privada y de los servicios secretos, ex miembro de la Legión Francesa, va más allá de las dos operaciones realizadas en 2014 y 2015, en los límites entre Camerún y Nigeria. Por resumirla: J.M.L. era jefe del grupo formado por siete mercenarios preparados para todo, procedentes de diferentes países europeos, cuya misión era posibilitar que un convoy llegara a su destino, en el primer viaje, y en el segundo que compradores europeos de oro, diamantes y otras piedras preciosas sacaran de África su mercancía sin perecer en el intento. Quienes sí perecieron fueron unos 100 miembros del grupo terrorista Boko Haram que tenían en sus manos y en sus braguetas a unas 60 niñas secuestrados.

La historia, como digo, va más allá, y aquí entran en juego los políticos. Los de estos dos países africanos, Camerún y Nigeria, y los de grandes potencias occidentales, desde Alemania, Estados Unidos, Francia, sin olvidar a España. 'El Rubio', con los informadores que tiene sobre el terreno, dice saber dónde están otras decenas de niñas secuestradas por Boko Haram, constituido por no más de 15.000 guerrilleros (muchos, menores de edad armados con machetes, palos y carabinas que no matarían ni a un pájaro). Estos terroristas tienen atemorizado un país como Nigeria con más de 160 millones de habitantes y uno de los grandes productores de petróleo del mundo. ¿Acaso con esta desproporción de fuerzas es creíble que no se pueda acabar con tal lacra terrorista?

Terroristas de Boko Haram ejecutados en el segundo ataque en el que participó el mercenario anónimo.

'El Rubio', un mercenario con pinta de tener buen corazón, acostumbrado a proteger a buenos, regulares y malos, denuncia que del publicitado drama de estas pobres niñas casi todos se benefician. Menos las víctimas, claro. El Gobierno de Nigeria recibe ayudas millonarias para acabar con los guerrilleros y las potencias occidentales no quieren entrar en conflictos internos por razones geoestratégicas y económicas, por más que luego los mismos líderes occidentales pronuncien conmovedores discursos sobre los derechos humanos en la ONU o los de los niño/as en la Unesco.

J.M.L. tiene mucho que contar y quiere liberar a las niñas. La de los mercenarios es una de las profesiones más antiguas de la Historia, como la prostitución y los sinvergüenzas. “Grita ¡devastación! y suelta a los perros de la guerra”, dice el Julio César de Shakespeare, expresión que sirvió a Forsyth de título de una de sus trepidantes novelas, Los perros de la guerra. El ejército de Arabia Saudí, cuando opera sobre el terreno de Yemen, por ejemplo, está constituido por mercenarios colombianos, a los que paga una minucia por arriesgar sus vidas y morir. Los vigilantes de pesqueros que operan en las costas africanas, amenazados por piratas, son nepalíes que reciben de estipendio el equivalente a unos 500 euros al mes por arriesgar sus vidas y morir. Quienes trafican con “diamantes de la sangre” son respetables mercaderes que pagan unos pocos miles de euros a la semana a los mercenarios por protegerles en África.

Después de conocer la vida de este mercenario (del latín merces, pago) me parece una persona más respetable que muchos de sus empleadores y gobernantes. De los mercenarios sabemos que pueden matar, pero ¿qué sabemos de lo que hacen quienes les pagan? ¿O de lo que no hacen los gobiernos que permiten que cientos de niñas, entre Nigeria y Camerún, sean explotadas y asesinadas por unos desgraciados guerrilleros alimentados con armas y cocaína? Por cierto: ¿por quién son alimentados?

¿EL CORAZÓN DE LOS POLÍTICOS?

Sí. Los políticos españoles tienen mucho corazón. O eso dicen. El PP defiende que el corazón es suyo, al ser el logo utilizado en Europa, y Unidos Podemos ha metido el nombre de la coalición dentro de uno grande y ha sustituido la primera O por otro de miniatura. Dime de lo que presumes... Veremos si el 26-J los españoles votamos con el corazón, con el cerebro o con los co…, que también empieza por c. Ante el inicio de la campaña el próximo viernes, algunas ideas sobre los líderes escritas a golpe de corazón:

Reuters

Rajoy. Esta semana se ha conocido que el número de parados ha bajado de los cuatro millones. También que el PIB, en el primer trimestre completo con Gobierno en funciones, creció un 3,4%. Es el momento de reconocer que Rajoy tiene razón: ¿para qué se necesita un Gobierno o un presidente que gobierne si España va bien sin ellos? Si Rajoy revalida la presidencia del Gobierno pasará a los libros de Historia de la Física: habrá demostrado que si existe el antilíder ganador, también existirá la antimateria, la antienergía, el antiespacio y el antiuniverso que explican la vida.

Iglesias. Esta semana, Alberto Lardiés escribía en EL ESPAÑOL que Podemos sale a “ganar al PP” con un corazón como logo y una sonrisa como lema. Pablo Iglesias reservará su sonrisa para las televisiones y sólo dará ocho mítines. Lo del corazón está bien visto: Iglesias sale casi tantas veces en programas de la tele en un día como los 100.000 latidos que el músculo regidor registra en 24 horas. También acierta Podemos en cuanto a la sonrisa de Iglesias. Si tienen duda, miren la litografía que Delacroix hizo para representar a Mefistófeles en el Fausto de Goethe. Lo clavó.

Sánchez. Sobre el esforzado líder del PSOE, seguramente el único político que cumplió con su papel tras las hueras elecciones del 20-D, sólo hay una duda: si será amortajado y enterrado boca arriba o boca abajo, modalidad ésta del siglo XIX reservada a quienes, por si acaso resucitaban, se les ponía al revés para que no salieran jamás del hoyo. El cortezo fúnebre ya está preparado y lo presidirá Susana Díaz, la señora del “Tieso”.

Rivera. Al líder de Ciudadanos, cuando llega una campaña electoral, se le pone cara de cornete, así como si empezara a derretirse. Es verdad que está en el centro, pero del bocadillo de mortadela que con él y con el mismo Sánchez han planeado el PP, en la tapa de arriba, y Podemos, en la de abajo. Porque el nombre de Unidos Podemos corresponde, en realidad, al reparto de Rajoy e Iglesias para acabar con Rivera y el otro. También podría ocurrir que a Rajoy acaba atragantándosele el bocata.