Resulta muy sospechoso que un problemático vertedero de ruedas usadas que ha permanecido 13 años, uno tras otro, a la espera de ser erradicado, arda justo cuatro días después de que las autoridades recibieran un ofrecimiento en firme que permitía desmantelarlo. Puesto que, además, los técnicos confirman que se trata de un incendio intencionado, parece evidente que había personas a las que les disgustaba esa posible solución.

No hablamos de un vertedero cualquiera, sino del de Seseña (Toledo), el más grande de España y puede que el mayor de Europa. El humo que desprendía era visible este viernes desde muchos kilómetros a la redonda y el fuego tardará días en sofocarse. Pero tras ese humo negro se esconden también intereses económicos y luchas políticas entre el PP y el PSOE, entre Cospedal, la ex presidenta castellano manchega, y su sucesor, García-Page. 

Trasfondo político

Mientras el hoy presidente socialista parecía inclinarse por que una empresa pública (Emgrisa) se hiciera cargo de limpiar el cementerio de neumáticos -operación cuyo coste supera los 5 millones de euros-, la dirigente popular solicitaba que se contara para ese trabajo con la empresa privada con la que su Gobierno firmó tres años atrás un acuerdo (Desechos y Gestión de Ruedas Iberia).

Está claro que las autoridades no deben descansar hasta encontrar a los autores de este delito ecológico. El incidente no sólo ha contaminado el aire de la zona, sino que ha obligado a suspender las clases en cuatro colegios y a desalojar a vecinos de zonas próximas. Han tenido que intervenir medios aéreos, se ha empleado maquinaria pesada para hacer zanjas en el terreno, se ha movilizado a Bomberos, Guardia Civil, Protección Civil...

Reacción tardía

Pero todo ello lo que demuestra es la desidia y falta de eficacia de las distintas administraciones que han sido incapaces de dar solución a un problema que se les ha acabado pudriendo en las manos. El caso se arrastra desde 2003, cuando el cementerio de ruedas fue declarado ilegal por el riesgo ecológico que comportaba. El asunto llegó hasta Bruselas, que ya había iniciado acciones para reclamar una solución a España.

Nada más verse las imágenes de las llamas en los medios de comunicación, García-Page suspendió su agenda y se desplazó a Seseña, y Cristina Cifuentes -el cementerio ocupa varias hectáreas en la Comunidad de Madrid- convocó un gabinete de crisis. Si las autoridades -las actuales y las precedentes- hubieran mostrado esa diligencia antes, si los expedientes incoados y las reiteradas denuncias hubieran servido para algo, si el Ministerio de Medio Ambiente hubiera urgido en su momento un acuerdo, los cinco millones de neumáticos no habrían ardido y nos habríamos ahorrado el consiguiente perjuicio medioambiental y económico.

Lo ocurrido en Seseña es, desde ese punto de vista y al margen de politiqueos, el ejemplo perfecto de la inoperancia, la indolencia y la poca seriedad con que en demasiadas ocasiones opera la Administración en nuestro país.