Hace más de medio año, Jeremy Corbyn se hizo con el liderazgo del Partido Laborista en una competición caracterizada por el nuevo sistema de elección una persona/un voto. La elección de Corbyn como líder de la oposición fue la culminación de una inesperada e increíble carrera por la victoria en la que todos los convencionalismos en torno al Partido Laborista británico del siglo XXI saltaron por los aires.

Para empezar, si tenemos en cuenta que una de las razones de la derrota laborista en 2015 fue la desconfianza que despertaba el tándem Miliband-Balls en materia económica, la elección de un candidato que jamás había desempeñado ninguna responsabilidad gubernamental en toda su carrera resulta sorprendente. Aún más sorprendente fue el giro a la izquierda que suponía la elección de Corbyn como líder del partido. Un cambio que contrastaba con la asunción que parecía guiar al partido desde que Tony Blair llegó a su liderazgo en 1994 de que las victorias pasaban por el centro político.

La sorpresa de la elección llegó a las portadas de información internacional y generó el llamado fenómeno Corbyn que atrajo el interés de distintos medios y políticos europeos. Fueron muchos los que se preguntaron ya entonces qué significaba la elección de Corbyn y cuáles iban a ser las consecuencias para el Partido Laborista en particular y para la política en general.

El Partido Laborista se enfrenta a su primera prueba de fuego en las elecciones regionales de hoy

Seis meses más tarde, el Partido Laborista se enfrenta a su primera prueba de fuego en las elecciones de hoy, dónde los ciudadanos de Escocia, Gales y Londres -entre otros- deberán escoger a sus representantes en algunos de los enclaves de valor más simbólico para el partido. ¿Cuál es el bagaje de Jeremy Corbyn después de estos seis meses? ¿Ha conseguido cambiar las bases de apoyo de su partido? ¿Supone su liderazgo una llosa o un activo?

Intención de votar al partido Laborista por grupos sociales

A pesar de que los comicios se dan en territorios tradicionalmente buenos para el Partido Laborista, las prospectivas electorales que muestran las intenciones de voto no pueden ser más diversas. En Escocia, donde las pasadas elecciones generales de mayo arrojaron un panorama dramático para el laborismo, el partido no levanta cabeza y la victoria del partido nacional escocés parece que será incontestable. La situación es tan dramática que en algunas encuestas el Partido Laborista ha llegado a figurar en tercer lugar, detrás de los conservadores (que siempre han tenido resultados pobres en Escocia).

Los nuevos datos parecen indicar que el partido seguramente no tendrá problemas para ser segunda fuerza en estos comicios, pero es evidente que Corbyn no ha conseguido reunificar a los antiguos votantes laboristas bajo su paraguas. La mayoría de los antiguos votantes laboristas que decidieron apostar por la independencia de Escocia en el referéndum de 2014 seguramente abandone definitivamente a los laboristas en estos comicios.

En Gales y Londres los laboristas pueden conseguir victorias que salvarán el liderazgo de Corbyn

Más amable es la perspectiva en Gales y Londres donde el partido parece que conseguirá importantes victorias que pueden salvar los muebles del liderazgo corbynista. En Gales, el partido pierde apoyo, pero no de forma dramática por lo que parece que no va a tener problemas en mantener su cuota de poder.

Aún más positivos parecen ser las perspectivas en la capital, donde tras el mandato de Boris Johnson (que supuso un cisma para el laborismo), los laboristas podrían volver a gobernar ocho años después. Su candidato, Sadiq Khan, fue uno de los parlamentarios que consiguió con su apoyo que Corbyn presentase su candidatura a la carrera por el liderazgo laborista el pasado verano.

Si desagregamos los datos por grupos sociales podemos ver como desde septiembre, el partido de Corbyn ha conseguido mejorar su intención de voto sobre todo entre los más jóvenes y en Londres. En cambio, los datos de marzo muestran como el partido ha perdido apoyos en Escocia, el sur del país y los mayores de 65 años.

El apoyo a los partidos británicos está muy afectado por el debate sobre el referéndum del 'Brexit'

En cuanto a clase social, contrariamente a lo que se podría esperar del perfil de Corbyn, la intención de voto al Partido Laborista ha subido entre los ciudadanos de clase media y ha empeorado entre los de clases más trabajadores.

Estas dinámicas hacen sospechar que, más allá del efecto Corbyn, el apoyo a los partidos británicos en general y al Partido Laborista en concreto, está muy afectado por el debate sobre el referéndum del próximo 23 de junio sobre el encaje del país en la Unión Europea.

A pesar de que, de entrada, existían ciertas dudas sobre qué posición adoptaría Jeremy Corbyn en relación a este tema, a la hora de la verdad, Corbyn ha decidido mantener una posición favorable a la permanencia del Reino Unido en la Unión. Una posición que refleja bastante bien la posición mayoritaria, aunque no unánime, de sus votantes. Aun cuando la sensación es que el partido no se va a movilizar en exceso en este tema para evitar crear una mayor división interna, de momento el debate parece estar afectando poco a sus bases.

La división de los 'tories' en relación al tema europeo ha comenzado a pasar factura a los conservadores

El debate sí afecta, en cambio, a su principal competidor, el Partido Conservador de David Cameron. La división de los tories en relación al tema europeo ha comenzado a pasar factura a los conservadores que ven como una parte de sus votantes se va sobre todo hacía el eurófobo UKIP, dejando, por primera vez desde las elecciones de mayo 2015, al laborismo como partido con más intención de voto del sistema. Quedará por ver si estas dinámicas se revierten una vez superado el referéndum o si las divisiones en el partido conservador se mantienen también en la gestión del resultado.

Lo que es cierto es que esta situación constituye una ventana de oportunidad para Corbyn y su partido: con el primer ministro Cameron y el canciller Osborne en el peor momento de su popularidad (por debajo del líder laborista), Corbyn tiene la ocasión de capitalizar el descontento con la gestión del Gobierno. Para ello debería cerrar la brecha que existe entre sus posiciones y las de sus más acérrimos votantes, y las posiciones de los potenciales apoyos que pueda recabar. Estos últimos exhiben, posiciones mucho más moderadas en la mayoría de temas.

Así pues, será fundamental aproximar la agenda del electorado a la agenda del partido, consiguiendo imponer de manera eficaz aquellos temas donde el discurso de Corbyn es percibido con mayor agrado que el del Gobierno (sanidad, educación, pobreza, etcétera), y evitar aquellos temas que más rechazo generan en el electorado como su política militar o de gestión de la deuda. Una serie de objetivos cuya consecución estará fuertemente condicionada por los resultados de hoy, puesto que podrían suponer un aval para el liderazgo corbynista o un terremoto de consecuencias impredecibles para un político contestado (también) internamente.

***Berta Barbet es licenciada en Ciencias Políticas y editora de 'Politikon'; Javier Viñarás es graduado en Ciencias Políticas y asesor político.