Me gustaba más el título anterior: Silencio. Pero Julieta me emociona. Pedro Almodóvar es como Juan Marsé, titula como nadie. Últimas tardes con Teresa, Si te dicen que caí o La muchacha de las bragas de oro no sólo son buenas novelas, son también únicas en su fachada.

El criterio a la hora de elegir el nombre de tu hijo es fundamental para que el niño no vaya con monsergas toda la vida. Tacones Lejanos, Todo sobre mi madre o Mujeres al borde de un ataque de nervios -me cuesta elegir- son títulos que ya quisieras para tu casa. Impecables. Ahora vuelve a la palabra única, solitaria, como hizo con Átame o Volver.

Julieta es silenciosa, maravillosamente lenta y de las que ganan sabor con los visionados. Mi amigo Paco Tomás dice que eso le pasa sólo a las buenas películas. Estoy con él. Es una cinta de Almodóvar, pero no es almodovariana. Es suya, diferente y personal. Sigue Pedro en el tono íntimo de las que me gustan, con la subjetividad de su objetivo y la inconfundible mirada. No soy crítico, ni pretendo serlo. Sólo soy un lector que subraya y un espectador que llora en la sala. Y así voy a seguir siéndolo.

Julieta me gusta.

Hay dolor, es rotunda, hiriente y bella. Pedro bucea otra vez en las tripas y abre heridas conocidas y desconocidas. Cero spoiler. Me callo y hablo de lo que me gusta volver a ver en grande a Emma Suárez. Es de esas actrices que calladas, hablan. Tiene los ojos vidriosos como si siempre fuera a llorar y la mano escondida en los bolsillos para que no veas su debilidad. Me gusta su piel, la mirada y esa extraña fragilidad de la gente fuerte. A veces la veo sentarse en las terrazas de mi barrio y me gustaría invitarla. Pensamiento absurdo de fan. Perdonadme.

Rossy de Palma está en estado de gracia, como siempre diría. Rossy es brutalmente magnética. Si aparece, desaparece lo demás. Y cuando mastica los fotogramas de la película Julieta con ese pelo y ese maquillaje espantoso dices: “qué heavy que eres amiga”. Está dotada para la comedia, para el drama y para el glamour. Rossy está bien en bata de boatiné o con lentejuelas de Gaultier, rapada o con moño, en color o blanco y negro, en azufre o miel, en gritos y en silencio. No voy a esconder mis filias a estas alturas de mi vida. Nos pasamos los años fingiendo cariños y ocultando odios. Así que, vayan al cine. Vean Julieta. Y aplaudan a Pedro.

Pd.: mi plano favorito es uno en un pasillo, cuando la cámara se acerca y escuchas tu respiración.