Cuando el olvido vence a la memoria, cualquier cosa vale para borrar huellas. En nuestro caso fue la Transición la encargada del asunto; un proceso histórico donde se puso en marcha tal ejercicio de ocultación que nuestra memoria quedaría enterrada junto al cadáver de Franco.

Como garantes del nuevo relato figurarían los partidos políticos de la época. De entre ellos, el más ejemplar fue el que liquidó la disidencia a precio de saldo. Con el paso del tiempo, la falta de memoria acudiría en su beneficio y el PSOE no tuvo reparos en bendecir el capital sobre todas las demás cosas. Siguen en el mismo plan.

Tal y como corresponde a esa vieja costumbre que viene desde los tiempos del referéndum OTAN, la semana pasada firmaron un acuerdo y luego se lo consultaron a los militantes. Para que no se diga. En el citado escrito hay algo que canta. Se trata del punto de revisión del Estatuto de las víctimas del terrorismo conforme a los principios de memoria, verdad, dignidad y justicia. Aquí conviene detenerse pues el párrafo resulta

escaso, pongamos poco concreto, ya que no define terrorismo como teatro de guerra cuyo objetivo es atentar contra la población civil.

Por lo mismo, atendiendo a lo más preciso -la población civil- el ejemplo a incluir en este punto hubiese sido la agresión que sufrió España con el levantamiento militar y la posterior dictadura. Parece ser que esto no le interesa al PSOE que sigue revelando su desmemoria y deja pasar la Guerra Civil en su revisión del Estatuto de las víctimas del terrorismo. Con todo, para no quedar mal con el olvido, en otro punto y otra página, como si el aquí y el allí existieran por separado, se comprometen en reconocer y ampliar derechos a los que sufrieron persecución en la dictadura.

Resulta revelador comprobar que, cuando se considera la Transición como proceso modélico, lo que se está haciendo es olvidar lo más importante, que la Guerra Civil fue una agresión militar contra la población civil. Un acto terrorista que la Transición vino a borrar con la niebla del olvido histórico. Cuarenta años después, los borrones perduran en un relato donde el signo de equivalencia introducido entre víctimas y verdugos,

sirve para contar que ambos bandos fueron igual de malos. O igual de buenos.

Ahora voy a contestar el tuit de Pedro Sánchez:

Pedro, aquí la única fecha de caducidad es la del PSOE. Lleva cuarenta años caducado.