La trama de blanqueo mediante donaciones nominativas ficticias organizada por el PP en el Ayuntamiento de Valencia, por la que ha sido imputado todo el grupo municipal y asesores y exediles nombrados por Rita Barberá, responde a un patrón sistematizado en la sede de Génova siete años atrás. 

El método es calcado, de lo que puede deducirse que la treta empleada por los populares valencianos para regularizar el dinero de las comisiones fue, si no exportada a Valencia desde Madrid, sí al menos inspirada en lo que se hacía en la sede central.

En Valencia, los ediles y asesores implicados transferían a su organización aportaciones individuales de 1.000 euros que el grupo municipal les restituía en billetes de 500. Aunque el sucesor de Barberá, Alfonso Novo, dice que se trataba de "donaciones normales", los investigadores mantienen que el PP valenciano blanqueó unos 50.000 euros con este método para la campaña de 2015.

Impelidos a delinquir

Algunos imputados no sólo han admitido los hechos, sino que aseguran que fueron impelidos a delinquir por sus superiores, lo que agrava la sospecha de que la trama respondía a un procedimiento institucionalizado en la sombra por los mandamases del grupo municipal del PP. A expensas de que la investigación dirima quién o quiénes movían los hilos, de lo que no hay duda es de que las trampas empleadas en Valencia y Madrid eran idénticas.

Ya durante la instrucción del caso de los papeles de Barcenas, el excajero del PP Luis Molero declaró al juez Pablo Ruz que el extesorero le entregaba sobres de 60.000 euros en metálico -límite legal de las donaciones anónimas entonces- y que él y otro compañero los ingresaban con resguardos firmados por distintas personas. Luis Bárcenas no negó esta operativa, aunque atribuyó su organización a su predecesor en el cargo, Alvaro Lapuerta.

Bonificaciones fiscales

Es a partir de 2007, cuando la prohibición legal de las donaciones anónimas obligó a los ingenieros del blanqueo en Génova a recurrir a donaciones nominativas ficticias, lo que convertía en cómplices a quienes se prestaban a participar. Más o menos obligados, presionados o invitados a colaborar, los implicados podrían deducirse sus aportaciones en la declaración de la renta -bonificaciones fiscales a partir de 2015-, lo que supone, tratándose de donaciones falsas, delinquir por partida doble.

El rastreo de la contabilidad oficial del PP también prueba que la operativa se llevó a cabo mediante el personal de la casa. Por ejemplo, el 30 de enero de 2007 y el 21 de enero de 2008, cargos, secretarias y otros empleados de Génova 13 fueron a una sucursal próxima a ingresar pequeñas cantidades en metálico previamente distribuidas por el tesorero (Lapuerta y luego Bárcenas) como si fueran donaciones nominativas. El entorno de Bárcenas ha admitido a este periódico que, efectivamente, el dinero provenía de la caja B del partido.

La refundación del PP

Aun a expensas de saber quién o quiénes fueron los artífices de una y otra trama, el PP valenciano y Génova parecen una unidad de destino en la corrupción. Blindada de las pesquisas de la operación Taula por su condición de aforada, Rita Barberá se atrinchera en el Senado sin que la dirección nacional del PP pueda hacer otra cosa que dolerse de la "náusea insoportable" (este miércoles Javier Maroto) que le produce lo sucedido en Valencia. Sin embargo, es incapaz de satisfacer la propuesta de regeneración que, acertadamente, le ha trasladado la dirección del PP en la Comunidad Valenciana.

El PPCV quiere refundarse, cambiar incluso de nombre y celebrar cuanto antes un congreso regional en el que las bases voten a la nueva dirección y en el que se introduzca la limitación de mandatos. Prácticamente la misma receta que Jaime Mayor Oreja quiere aplicar a todo el PP y que, sotto voce, vienen reclamando otros referentes del partido. El mismo viejo PP valenciano -Camps, Barberá y Rus- que en 2008 fue clave para la perpetuación del rajoyismo parece ahora el talón de Aquiles del PP. Aunque su partido se lo pida, Rajoy es reticente a emplear en Valencia la cirugía que no se aplica a sí mismo.