El tiempo todo lo cura pero para curar a la España de Rodríguez Zapatero ha hecho falta todo un Pedro Sánchez, ese caballo de Atila de la política capaz de convertir a Íñigo Errejón en el equivalente español de Klemens von Metternich.

No era tarea fácil. Zapatero podía ser sectario, frívolo y esponjoso como un marshmallow, pero bajo las ocurrencias se le intuía un incipiente sentido de Estado. Nadie le negará a ZP haber sido el pionero de ese tsunami de postureos televisivos que se ha llevado por delante cualquier atisbo de dignidad que pudiera quedar en el panorama político patrio, pero ver a Carmen Chacón pasando revista a las tropas embarazada es hoy casi contracultural, un radicalismo de derechas como otro cualquiera. Al menos a Carmen Chacón no se le escapaba la risa.

Es incluso probable que Zapatero ya hubiera pactado a estas alturas con el PP y Ciudadanos. Pero jamás con el Podemos actual, ese que, ínfulas adolescentes aparte, solo es capaz de torearse al PSOE porque Pedro Sánchez ha entrado al trapo de sus provocaciones. Ver al PSOE compitiendo por el espacio de Podemos, que es el de Sálvame, El Hormiguero y El programa de Ana Rosa, resulta casi tan patético como ver a un viejo rockero intentando camelarse a las quinceañeras embutiendo sus lorzas pellejudas en unas mallas de spandex. Pudiendo ser David Bowie, Pedro Sánchez ha escogido convertirse en Bono.

Desde luego, Pedro Sánchez no es el único pero sí el principal responsable de que Podemos ande tan crecidito como para carcajearse en prime time y a dos carrillos del PSOE, de sus militantes y de sus votantes. Parece obvio que Podemos cree que su actual posición de fuerza en el Parlamento español ha sido conquistada a base de duro trabajo de base. Los lloros de Iglesias el día de la sesión constitutiva del Congreso de los Diputados así lo indicaban. Nada más lejos de la realidad. Podemos es un remedo de esos adalides del liberalismo, en realidad amorcillados hijos de mamá sin más tensión moral e intelectual que la de su acongojado cinturón, que creen haber bateado un home run cuando solo han nacido en tercera base.

A Podemos le ocurre lo mismo que a esos liberales de pitiminí: habiendo nacido en y de la TV más infecta de Europa, y debiendo su éxito al público adocenado y sumiso de esa misma TV, anda convencido de haber surgido de las calles, las fábricas y las universidades españolas. Suerte han tenido de haberse topado con un Pedro Sánchez, que sería capaz de vestirse de lagarterana con tal de tocar poder.

Claro que podría ser aún peor. Piensen que para curar a España de Pedro Sánchez ¡nos haría falta toda una Beatriz Talegón!