El enroque de los partidos ensombrece con la amenaza del bloqueo el horizonte de esperanza abierto tras la superación del bipartidismo en las urnas. No es de extrañar pues que ante la necesidad de superar cuanto antes el suspense político e institucional, el principal deseo del EL ESPAÑOL al recibir el Año Nuevo sea que 2016 traiga un buen gobierno que procure al país estabilidad para emprender las reformas pendientes.

La pluralidad ideológica no está reñida -más bien lo contrario- con el respeto a la democracia ni con la voluntad de mejora que caracterizan a las sociedades avanzadas, por lo que no es aventurado esbozar los valores y características de ese buen Gobierno que España merece.

El Ejecutivo que merece España

Queremos y necesitamos un ejecutivo limpio de corrupción y decidido a combatirla hasta sus últimas consecuencias, en lugar de uno que mire hacia otro lado si algún escándalo sacude sus filas o las de su partido.

Un gobierno que esté dispuesto a defender la unidad de España con todos los medios legales a su alcance, y no uno que -por tacticismo, por interés partidista o por apocamiento- se ande con titubeos frente a los nacionalismos excluyentes que, como sucede en Cataluña, pretenden romper España de forma unilateral.

Un gobierno que tenga la determinación y la mezcla de audacia, ponderación y generosidad parar impulsar las reformas pendientes y lograr los consensos necesarios, dada la fragmentación del nuevo Parlamento, para llevarlas a buen término.

Las reformas no pueden esperar

La crisis económica y el colapso de las instituciones a que ha abocado el agotamiento del régimen del 78 no se superarán ni con voluntarismo ni mediante una política de trincheras como la que están practicando PP y PSOE.

Como ya reflejamos en nuestras Obsesiones, ha llegado el momento de cerrar el modelo territorial concretando las competencias exclusivas del Estado y las de las comunidasdes autónomas; hay que modificar de una vez la ley electoral para que haya una mayor correlación entre los votos y sus traslación a escaños; es necesario garantizar una verdadera división de poderes y acabar de una vez con las injerencias del poder político en el judicial; y es imprescindible también impulsar mediante leyes la democratización de la vida interna de los partidos.

Es a Mariano Rajoy, como candidato del partido más votado, a quien le corresponde tomar la iniciativa para intentar formar gobierno, aunque su trayectoria como presidente y su extenso currículum como político con grandes responsabilidades sólo puede llevarnos al escepticismo.

La 'gran coalición'

También es legítimo que, como candidato de la segunda fuerza más votada, sea el socialista Pedro Sánchez quien intente pactar su inverstidura, pero tiene pocas opciones porque depende de Podemos, que pretende que el futuro de Cataluña no lo decidan el conjunto de los españoles.

EL ESPAÑOL ha defendido que, en las actuales circunstancias, la fórmula más óptima de alcanzar ese buen Gobierno que todos necesitamos y merecemos pasaría por una gran coalición entre PP, PSOE y Ciudadanos con un presidente de consenso. De momento, el inmovilismo de Mariano Rajoy y Pedro Sánchez impide esta alternativa.

Dos semanas depués de las elecciones, los ciudadanos entran en el Año Nuevo con la incertidumbre política encima y, si no cambian mucho las cosas, con la vista puesta en la repetición de las elecciones generales por la incapacidad de los partidos -salvo Ciudadanos, que sí está dispuesto- a llegar a un gran acuerdo que dé estabilidad al país. Solo cabe pues desear que 2016 nos traiga un buen gobierno: ¡Feliz año, leones, y buena suerte, que vamos a necesitarla!