El gran anzuelo electoral del PP, el compromiso anunciado este jueves por Mariano Rajoy de perdonar el IRPF a los mayores de 65 años que decidan no jubilarse, arroja muchos más interrogantes que respuestas sobre su efecto real en las cuentas públicas.

Claro que es oportuno prever iniciativas encaminadas a ahorrar el gasto en pensiones e incentivar el retraso en la edad de jubilación, cuando se trata de uno de los retos imprescindibles para tratar de corregir los efectos nefastos de que fallezcan más personas de las que nacen en un país cada vez más envejecido. Pero la ausencia de un planteamiento preciso sobre las condiciones para adherirse a esta medida según los distintos segmentos del empleo (funcionarios, autónomos y trabajadores por cuenta ajena) impide hacer estimaciones sobre a cuánta gente podría afectar y cuánto ahorraría el Estado, lo que de momento sitúa este compromiso en el ámbito de las ocurrencias y del electoralismo más descarado. 

Tal y como recordó el exministro socialista Miguel Sebastián en Twitter, cerca de dos tercios de los empleados en edad de jubilarse no tributan por el IRPF y, en el caso de los funcionarios, una medida así sería absurda porque el Estado ahorraría la pensión pero seguiría pagando los salarios sin cobrar la parte del impuesto.

Lo que está claro es que esta exención no servirá para solucionar el gran escollo que para la sostenibilidad del Estado de bienestar supone el déficit de la Seguridad Social, que en la última legislatura ha pasado de 487 millones de euros en 2011 a la friolera de 13.762 en 2014, ni presupone una garantía de que el Gobierno no seguirá esquilmando la hucha de las pensiones, que en los últimos cuatro años ha pasado de 66.815 a 34.221 millones. Por otro lado, no es descabellado temer que su puesta en marcha podría agravar la brecha generacional abierta durante una crisis que se ha cebado en los menores y los segmentos más jóvenes de la población.

Retrasaría el relevo generacional

Llama además la atención que la principal baza electoral de Rajoy no vaya dirigida tanto a aliviar el 50% del desempleo juvenil, sino a pelear el voto de los cerca de cinco millones de personas entre 55 y 64 años a los que podría resultar atractiva una medida así. En este punto hay que subrayar que desde 2011 hay 873.000 ocupados más de menos de 40 años y que una política propuesta así retrasaría el relevo generacional en el mercado de trabajo.

El presidente ha aprovechado una entrevista en televisión para anunciar esta exención fiscal, que no afectaría a las rentas más altas, aunque ha evitado dar detalles. En un intento de compensar este compromiso con una propuesta a los más jóvenes, el colectivo más olvidado en el programa popular, Rajoy también ha prometido la misma exención del IRPF a quienes accedan a su primer contrato durante el primer año; una médida en la práctica casi irrelevante si tenemos en cuenta que los nuevos contratos suelen tener remuneraciones tan bajas que no llegan al mínimo para tributar el IRPF.

Al concentrar su ofertón fiscal en los mayores, el PP focaliza la campaña en el último caladero del bipartidismo y dirige una auténtica OPA electoral a uno de los segmentos de edad en los que el PSOE es más fuerte.

A por los votantes del PSOE

Esta iniciativa pone el foco en el segmento de edad en el que los viejos partidos disputan su hegemonía. Un 20% de los ciudadanos entre 55 y 64 años se declararon votantes o simpatizantes del PP en el barómetro de junio del CIS frente a casi un 28% que se mostró próximo o fiel al PSOE. Si tenemos en cuenta estos datos, resulta evidente que Mariano Rajoy quiere socavar las opciones de Pedro Sánchez concentrando la atención de un segmento de votantes muy numeroso, batante monolítico en sus preferencias electorales, que no se abstiene y especialmente sensible a las propuestas relacionadas con la jubilación y las pensiones.

La música de la exención fiscal a los mayores que no se jubilen resulta interesante, pero resulta frívolo que todo un presidente del Gobierno aborde un asunto tan serio como este con vaguedades por mero interés electoral.