Merodeos

Opinión
5 diciembre, 2015 01:10

PP y Ciudadanos se disputan el legado de Adolfo Suárez

La campaña electoral ha empezado con una disputa entre el PP y Ciudadanos por la memoria de Adolfo Suárez. No por casualidad Alberto Rivera dio su primer mitin en el mismo hotel en el que UCD celebró su gran victoria electoral de 1977 y Mariano Rajoy visitó este viernes la tumba del expresidente en compañía de su hijo Adolfo Suárez Illana. Si por algo se caracterizó Adolfo Suárez fue por su audacia política y por devolver poder a los ciudadanos, todo lo contrario de lo que ha hecho el PP en esta legislatura: un partido a la defensiva, inmovilista y enrocado en la partitocracia. Por ello, Rajoy representa hoy mucho mejor lo que significó Alianza Popular en la Transición que no UCD. Lo que ahora se pone de manifiesto es que los votantes sensibles al impulso de regeneración están pensando en candidatos que aún no habían nacido cuando Suárez llegó a la Presidencia del Gobierno y, también, que Suárez Illana es más de derechas de lo que era su padre.

El olvido de las provincias despobladas o 'inamovibles'

Pedro Sánchez visitará 14 provincias en esta campaña electoral, cinco menos que Rajoy y Rivera, y cuatro menos que Iglesias. Pero si algo tienen en común los dirigentes del PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos es que ninguno pisará las mismas 24 circunscripciones electorales que bien podríamos denominar “la España olvidada”. En total estas provincias suman 101 escaños, lo que equivale a un 28% del Parlamento. Los candidatos han decidido ignorar aquellos territorios más despoblados, donde no hay en juego muchos diputados, o aquellos donde el resultado electoral es prácticamente inamovible. En Castilla- La Mancha la única provincia que visitarán dos cabezas de lista, en este caso Pablo Iglesias y Albert Rivera, es Toledo. Guipúzcoa y Girona son territorio nacionalista, por lo que sus ciudadanos tampoco verán a ninguno de los líderes nacionales en esta campaña electoral. La elección de los partidos entra dentro de la lógica, ya que en 15 días es imposible acudir a todas las provincias. Aun así resulta paradójico que casi media España se quede sin ver en vivo a ninguno de los que podrá ser presidente tras el 20-D.

La parálisis del Parlamento catalán, una vergüenza política

El Parlamento catalán que preside Carme Forcadell ya lleva cuatro meses de parálisis. Desde que acabó la última legislatura el pasado 4 de agosto, los diputados no han podido ejercer sus funciones debido a la incapacidad de Junts Pel Sí y de la CUP de desbloquear el proceso de investidura y formar un nuevo gobierno. Pero es que el estancamiento de la Cámara catalana se arrastra en el tiempo. En los últimos cinco años ha habido tres elecciones autonómicas como consecuencia del empeño de los independentistas de validar su órdago en las urnas. El fruto de esta obsesión es la total ineficacia del Parlamento catalán, con unos diputados que se ven incapaces de ejercer su labor de legislar y controlar al Gobierno. Esto supone una evidente pérdida de calidad democrática, crea un ambiente de provisionalidad que se contagia al resto de la administración autonómica, y causa también un perjuicio a los ciudadanos, cuyas verdaderas preocupaciones no encuentran eco en el Parlamento.