Desde hace siglos, el trabajo en el campo ha estado marcado por la fuerza humana y la maquinaria tradicional. En los últimos años, la automatización está impulsando una auténtica revolución con tractores autónomos, sensores de humedad o cámaras que detectan el estado de las plantas y son ya parte integral de una agricultura que combina tradición y robótica.
Para combatir la escasez de mano de obra, promover la sostenibilidad ambiental y producir más con menos recursos, la tecnología autónoma empieza a liberar a los agricultores de tareas repetitivas y potencialmente peligrosas, como la aplicación de fertilizantes y herbicidas.
Pulverizar fitosanitarios de forma manual no solo exige tiempo, también expone a los trabajadores a productos químicos potencialmente peligrosos. Por eso, la llegada de vehículos capaces de realizar esta labor sin un operario a bordo marca un punto de inflexión en el sector agrario.
John Deere, uno de los fabricantes históricos de maquinaria agrícola, ha consolidado su apuesta por la robótica con la incorporación de los vehículos GUSS, desarrollados por la empresa californiana GUSS Automation, que ahora ultima su llegada al mercado europeo.
GUSS, fundada en 2018 y adquirida por John Deere en 2025, se ha especializado en máquinas autónomas de precisión para cultivos de alto valor como viñedos, almendros o cítricos.
Tractor autónomo
El sistema GUSS (Global Unmanned Spray System) propone una nueva etapa en la gestión inteligente del campo. A diferencia de un atomizador convencional, que requiere un conductor para guiarlo por las hileras, los vehículos GUSS realizan todo el proceso de manera autónoma.
Un único operario puede supervisar hasta ocho máquinas desde un ordenador portátil, controlando parámetros como velocidad, dosis aplicada o ubicación en tiempo real gracias a una interfaz sencilla e intuitiva.
Los vehículos autónomos de GUSS y John Deere
“GUSS es un excelente ejemplo de cómo la tecnología resuelve los problemas reales de la producción de frutales y viñedos”, explica Javier Fernández, responsable de Sistemas de Producción de Cultivos de Alto Valor de John Deere en Europa. “Sus soluciones abordan directamente la escasez de mano de obra, las cuestiones de seguridad y los objetivos de sostenibilidad”.
Actualmente existen tres variantes: el GUSS original, el Mini GUSS y el Herbicide GUSS. El modelo principal pesa unas 5 toneladas, mide 5,5 metros de largo y puede alcanzar velocidades de entre 8 y 12 km/h durante la pulverización.
En su interior incorpora un depósito de 2.000 litros y un motor diésel Cummins de 4 cilindros y 173 CV, que alimenta tanto el sistema de tracción como las bombas de pulverización.
El Mini GUSS, más compacto, está pensado para cultivos con menos espacio entre hileras, como los viñedos, mientras que el Herbicide GUSS se dedica específicamente al tratamiento del suelo.
En todos los casos, las máquinas comparten el mismo núcleo tecnológico. Combinan un receptor GPS RTK (con una precisión de 2,5 cm) y sensores LiDAR para trazar un mapa tridimensional del entorno.
A través de un software propio, el vehículo calcula la ruta óptima, evita obstáculos y mantiene una distancia constante respecto a los árboles o a otras máquinas que trabajen en el mismo terreno. Si detecta un riesgo de colisión o un fallo de señal, el sistema se detiene automáticamente y envía una alerta al operador.
El GUSS no se limita a seguir un recorrido, sino que también analiza lo que ocurre a su alrededor. Nueve sensores distribuidos en el equipo escanean el suelo y la vegetación para aplicar los productos de manera precisa: más dosis donde el follaje es denso y menos en zonas despejadas.
Su sistema de pulverización está controlado por válvulas electrónicas y boquillas moduladas por presión, capaces de ajustar el caudal en milisegundos. Además, los datos de cada sesión, como la cantidad usada, la superficie cubierta o las condiciones ambientales, se almacenan en la nube, lo que facilita elaborar informes detallados y cumplir con normativas sobre trazabilidad y sostenibilidad.
Ahorro de agua y químicos
Gracias a esta precisión, los responsables de GUSS aseguran reducciones significativas en el uso de químicos y agua, así como menores emisiones de CO2 al optimizar los desplazamientos. La integración con otras tecnologías de John Deere, como Smart Apply, permitirá en el futuro ahorros de hasta un 50% en agua y en todos los elementos necesarios para controlar plagas y enfermedades, mejorar la calidad del suelo y optimizar el rendimiento de los cultivos.
“Con un menor uso de químicos, los agricultores reducen costes e impacto en el medio ambiente”, subraya Gary Thompson, director de operaciones de GUSS Automation.
Los vehículos autónomos GUSS
Desde su introducción comercial, GUSS Automation ha desplegado más de 250 unidades en países como Estados Unidos, Chile, Sudáfrica o Australia. En total, estas máquinas han acumulado más de 500.000 horas de trabajo autónomo y pulverizado más de un millón de hectáreas de frutales y viñedos.
John Deere ya ha realizado demostraciones del sistema en su centro de innovación de Parla (Madrid), con productores europeos de almendras, olivos, viñedos y cítricos. Según la compañía, las pruebas han obtenido “excelentes resultados” en precisión de guiado, ahorro de tiempo y calidad de aplicación, incluso en terrenos con relieve irregular.
La empresa trabaja actualmente en los procesos de certificación y homologación necesarios para introducir oficialmente estos vehículos en el mercado europeo, donde la normativa de seguridad y emisiones es especialmente estricta. Es un paso imprescindible para que estos vehículos puedan integrarse de forma fluida y permanente en el sector agrícola de países como España.
