Cupertino (EE.UU.)
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Entre las recientes novedades de Apple están los AirPods Pro 3, sus auriculares más avanzados hasta la fecha. Además de incorporar un sensor que mide la frecuencia cardíaca, destacan especialmente por mejorar la calidad de sonido y la cancelación de ruido para aislarte por completo del mundo.

Un avance con respecto a la generación anterior que parecía imposible en uno de los productos más redondos de la compañía y con el que se demuestra la obsesión de Apple con el sonido y el silencio. Los AirPods Pro 3 son la consecución de buscar la excelencia en el audio al mismo tiempo que quieren ir más allá ofreciendo tecnologías de ayuda en el día a día para ser capaz de disfrutar de la música como nunca.

La ambición por lograr el audio claro, nítido, profundo y fiel que concibió el artista cuando creó la pieza musical no es nueva, nace del propio Steve Jobs y el iPod fue el mejor ejemplo. La revolución de ese dispositivo no sólo fue llevar miles de canciones en el bolsillo sino la seguridad de que la transmisión de analógico a digital era la más óptima.

Veinticuatro años después, esa capacidad de lograr el sonido perfecto sigue siendo uno de los elementos vertebrales de la compañía. Se extiende a todos sus productos haciendo que hasta sus delgados ordenadores iMac o su finísimo iPad Pro sean capaces de reproducir audio espacial. Inmersión y claridad total.

Para lograr esta magia la compañía cuenta con un minucioso y preciso equipo de ingenieros que trabajan a destajo en el Audio Lab, unas oficinas más modestas y sencillas que las diseñadas por Norman Foster en Apple Park pero donde alcanzan esa alta exigencia de rendimiento en todo lo que tenga que ver con sonido.

Un laboratorio discreto

El trabajo silencioso y discreto que la compañía hace en este laboratorio de audio concuerda con el propio edificio. Situado a unos 500 metros fuera del campus, el Audio Lab se sitúa en un anodino parque de oficinas en Cupertino. Pero en su interior está uno de los secretos mejor guardados de la compañía.

En él se diseñan y desarrollan todo lo que tenga que ver con el audio de Apple en cualquier producto. Desde facilitar el nuevo diseño de flujo de aire de los AirPods Pro al micrófono de los MacBook, pasando por funcionalidades de salud como la mejora auditiva a mejorar funciones como el AutoMix de Apple Music.

Los Monolith III de MartinLogan de Steve Jobs. Chema Floers Omicrono

Si el iPod consagró a la compañía como referente del sonido, nada más cruzar el umbral de la puerta del Audio Lab, en la entrada, encontramos la primera declaración de intenciones de lo que Apple busca en el sonido. Fidelidad, precisión, esencia y durabilidad.

Y es que lo primero que ves al entrar en estas oficinas son los Monolith III de MartinLogan que Steve Jobs tuvo en su casa. El equipo de sonido que no sólo sirvió al fundador de la compañía para sumergirse en las piezas musicales incluso antes de tener muebles en su salón, sino que fueron su referencia para exigir la calidad sonora que determinaría el éxito de iTunes.

Esos Monolith III son la mejor metáfora de lo que sucede dentro del Audio Lab. Nada es al azar. Todo tiene un motivo. Es el sonido como obsesión.

Un sonido real

Apple busca en el sonido que el usuario sea capaz de disfrutar la pieza tal y como el artista la compuso. El equipo de audio de Apple escucha miles de horas de música y está compuesto por veteranos del audio: profesionales que han mezclado audio en Broadway, trabajado en la industria discográfica o dedicado décadas a la ingeniería acústica.

Uno de los lugares donde sucede esa magia es un estudio de composición donde además de ajustar las piezas en audio espacial, se pueden encontrar todo tipo de dispositivos de entrada de sonido que sirven a la compañía para lograr esa diferencia en el matiz a la hora de trabajar. No suena igual un vinilo que un iPod o que Apple Music. Pero todos están presentes en el estudio para servir de referencia.

Estudio de sonido en Apple Labs Chema Flores Omicrono

Ese iPod que se encuentra sobre el escritorio no sólo sirve de referencia sonora, sino también para ser el tótem que recuerda al equipo que trabaja la importancia de la música en la compañía.

Y es que tan importante como el cómo sale el audio es cómo se recoge el mismo. Es por eso que en ese mismo estudio hay varias formas de entrada de audio desde un micrófono de esfera geodésica desarrollado por Apple para crear entornos sonoros espaciales perfectos a transmisores o convertidores icónicos de la industria profesional.

Detalle del iPod en el escritorio del Audio Lab de Apple Chema Flores Omicrono

Aunque sería posible con inteligencia artificial simular estos sonidos y replicarlos fácilmente, los ingenieros explicaban que preferían tener las referencias reales y a partir de ahí para desarrollar a dónde querían llegar.

Una de las grandes mejoras de los nuevos AirPods Pro 3 es su capacidad de aislarte del mundo. Logran que la cancelación de ruido sea la mejor del mercado en unos auriculares de este tipo y lo consiguen gracias al Fantasia Lab.

Probando el Fantasia Lab del Audio Lab de Apple Chema Flores Omicrono

En esta ambición por replicar entornos reales, Apple ha desarrollado una esfera compuesta por 50 altavoces colocados estratégicamente para hacer que la persona que se sitúe en el centro de la misma tenga la sensación de estar en otro lugar.

Una cafetería abarrotada, el despegue de un avión, una estación en hora punta o dentro de un estadio de fútbol con la hinchada celebrando goles y animando a su equipo. La sensación es la de estar en cada uno de esos entornos sin haberte movido de la silla, algo fundamental para experimentar de primera mano cómo de buena es la cancelación de ruido de sus auriculares.

Fantasia Lab en el Audio Lab de Apple Chema Flores Omicrono

Lo realmente interesante de los auriculares de Apple en este entorno no es sólo cómo logra cancelar el ruido que rodea al usuario, sino cómo le permite centrarse en la calidad de la música, así como destacar algo del entorno cuando es necesario.

Apple vuelve aquí a poner por delante las pruebas en entornos reales y controlados frente a la simulación virtual. Un conocimiento de primera mano que le permite lograr funciones inteligentes a la vanguardia del sector.

Lograr el silencio

Recorriendo un laberinto de pasillos se llega a uno de las habitaciones más impresionantes del Audio Lab, es una enorme cámara anecoica, uno de los lugares más silenciosos del mundo y donde sólo cruzar la puerta llega a cambiar cómo percibes el sonido.

Esta enorme habitación está separada del propio edificio. Para entrar hay que cruzar una pequeña pasarela desde la que se puede ver cómo la estructura de esta cámara se separa de la construcción de las oficinas para evitar así cualquier interferencia acústica o vibración del resto de las oficinas.

Cámara ancoica Longwave de Audio Lab de Apple Chema Flores Omicrono

La Longwave es la cámara anecoica más grande de Apple y está construida sobre una cimentación independiente con unos resortes que evitan oscilaciones. Además de este aislamiento exterior, en su interior encontramos paredes, techos y suelo cubiertos por cuñas de espuma acústica, mientras que las personas quedan suspendidas en el centro por una malla de acero inoxidable.

Esta combinación permite cambiar cómo se siente el sonido. Basta con dar una palmada para darse cuenta en un momento que en ese entorno no se transmite como estamos acostumbrados. Puede llegar a resultar perturbador, pudiendo llegar a escuchar tus propios latidos si te mantienes en silencio.

Entrada a la cámara anecoica Longwave Chema Flores Omicrono

La cámara incluye un altavoz y un micrófono a medida que miden las funciones de transferencia relacionadas con la cabeza; es decir, cómo interactúa el sonido con el cuerpo humano. La presencia de los altavoces y los micrófonos dentro de esta cámara la convierte en un espacio único con múltiples aplicaciones, como el desarrollo de AirPods, iPhone y HomePod.

Sin embargo, también es aquí donde Apple prueba el sonido que hacen sus dispositivos. No cómo reproducen música, no. Sino cómo es el clic de la tapa cuando se cierran los AirPods, el ventilador de un MacBook Pro o los botones de los AirPods Max. Todo sonido añadido que pueda estropear la experiencia de escuchar música.

Detalle del suelo suspendido en mallazo de la cámara anecoica de Apple. Chema Flores Omicrono

Para Apple no es sólo importante cómo suena sino que no suene lo que no debe sonar.

Más allá de la música

Para Apple el sonido va más allá de la música y así lo demuestran sus AirPods Pro, que lograron el año pasado la certificación de la FDA para ser considerados como audífonos. Lo hacen gracias a las funciones de salud auditiva, pudiendo medir nuestro nivel de audición desde los propios auriculares, así como a enfocar una conversación en entornos bulliciosos.

Para lograr la precisión en cómo el usuario es capaz de percibir una charla en situaciones complicadas no sólo se usa el Fantasia Lab sino que Apple cuenta con tres cabinas audiométricas de grado clínico, las mismas —o mejores— que las que podrías encontrar en un otorrino.

Cabina de salud auditiva en Audio Lab de Apple Chema Flores Omicrono

En estas salas de audiometría se puede comprobar desde la efectividad del diseño de los AirPods, a cómo afectan las variaciones naturales de la geometría del oído. Todo entre paredes cubiertas de paneles insonorizados y un gran escritorio con un Mac y diversas herramientas de medición auditiva.

Cada persona percibe el sonido de una forma y para lograr esa consistencia y que los AirPods permitan configurar la salida del sonido según el usuario, la magia pasa por aquí.

Además, las cabinas están instaladas permanentemente en el Audio Lab y son usadas recurrentemente para analizar cómo el usuario acaba relacionándose con el sonido. Así es cómo Apple logra que el sonido sea más que audio y dispare su experiencia.