La invención de la imprenta o la irrupción de internet son algunas de las comparaciones recurrentes cuando se habla de la revolución que está provocando la inteligencia artificial y que promete ir a más de la mano de la robótica. En cada nacimiento de una tecnología tan disruptiva como las anteriores la fascinación se mezcla con la crítica y el miedo a que se pierdan profesiones o negocios.
La IA avanza con la intención de servir de herramienta al mismo tiempo que desafía a numerosas profesiones como la del tatuador. Esta comunidad de artistas está en pleno debate sobre si abrazar o no la tecnología patentada por Blackdot, empresa que ha creado un robot capaz de tatuar el antebrazo con precisión y cuidado.
El robot utiliza la inteligencia artificial y otras tecnologías para trabajar de forma casi autónoma creando tatuajes de estilo dotwork, es decir, creados por puntos. Durante años parecía que el arte y la las manualidades estarían lejos de ser reemplazados por la tecnología, el último reducto de lo auténticamente humano, esta frontera cada día es más difusa.
Blackdot ha recaudado aproximadamente 7 millones de dólares de una combinación de inversores estratégicos y ángeles, financiación colectiva y capital de riesgo. Ahora buscan integrar su máquina en diferentes locales de tatuajes y maquillaje permanente.
Arte sin dolor
La máquina mide 1,5 metros y promete un nivel de "precisión sin precedentes". La compañía defiende que su tecnología es menos dolorosa a diferencia del método tradicional que depende de la destreza de cada tatuador. Esto se consigue, explican, perforando a un nivel más superficial en la piel; la aguja no llega a las terminaciones nerviosas que se encuentran en las siguientes capas.
Son varias las tecnologías que convergen en esta máquina: empezando por el algoritmo que adapta el diseño a la piel, pasando por los sensores que guían a la aguja y terminando con el brazo que controla el trazo. La IA es clave en la mayor parte del proceso y componentes.
Blackdot, el robot tatuador
La sesión comienza de la mano de un operador humano, la máquina aún necesita del apoyo de este empleado, por ejemplo, para colocar una plantilla en el brazo del cliente antes de comenzar. El brazo robótico escanea la piel, para iniciar el tatuaje con una aguja de triple punta. El láser mide la altura de la piel y se apoya en visión artificial para interpretar imágenes.
El equipo se guía con un sistema de puntos de referencia que se colocan en la piel. Blackdot ha diseñado este algoritmo para convertir el diseño en un mapa de puntos del diámetro de un cabello humano. La compañía muestra en su web un amplio catálogo de estilos desde tatuajes básicos como una palabra con letras gruesas, imágenes por puntos que imitan los píxeles, hasta obras algo más complejas que mezclan trazos finos y gruesos, incluso con sombreados.
Ejemplos de tatuajes hechos por el robot Blackdot
Las futuras actualizaciones de este sistema planean usar la IA para determinar con mayor precisión la distancia entre la aguja y el cuerpo. Otra mejora de este cambio sería un funcionamiento más silencioso al rebajar la presión mecánica que tiene que hacer el brazo cuando empuja la aguja y aplica un lubricante, según explican a The Wall Street Journal.
Otra mejora que llegaría de la mano de la IA es la capacidad de transformar en tatuajes más formas de arte visual. El software debe balancear entre las líneas y las formas para que sean fáciles de tatuar y el dibujo se represente en la piel lo más fiel posible al original. Aquí también radica la pericia de un buen tatuador frente a cualquier dibujante.
Dudas entre los tatuadores
Según WSJ, ha realizado unos 30 tatuajes a voluntarios. Los ejemplos que la compañía ha compartido se limitan a tatuajes en la cara interna de los brazos y las personas tienen que tumbarse con el brazo inmovilizado para mayor seguridad.
La comunidad se muestra dividida, algunas voces critican el estilo simple de los tatuajes que consigue por ahora la máquina y los altos precios de la empresa, aunque la en la web no figuran precios. Mientras, otros abrazan la idea como Bang Bang en Nueva York conocida por haber sido el centro de tatuaje de numerosos artistas. Esta empresa anunció por redes sociales hace un par de meses su colaboración con la compañía robótica.
La empresa ve esta innovación no solo como una revolución en el sector de los tatuadores, sino también en otros negocios que pueden integrar esta máquina en sus servicios: Blackdot también pone los tatuajes y las fuentes de ingresos incrementales al alcance de los estudios de maquillaje permanente (PMU), las tiendas de perforaciones corporales y los comercios minoristas compatibles (por ejemplo, barberías y salones de lujo, casas de moda, joyerías contemporáneas).
Precisión de cirujano
Hace años que las máquinas han comenzado a adentrarse en terrenos hasta ahora solo dominados por humanos con una destreza y pulso reseñables. Es evidente que no se puede comparar un tatuador robótico con las imprentas que plasman obras en papel o camisetas, pero sí con los robots cirujanos.
Robot cirujano
Da Vinci es el más conocido, presente en España hace más de una década. Dentro del Hospital Germans Trias i Pujol es un instrumento más en de las cirugías de urgencias. Disponible para operar las 24 horas de los 365 días del año, puede realizar perforaciones en el estómago, hernias complicadas, obstrucciones intestinales, colecistitis o apendicitis; a corto plazo la intención es que también participe en intervenciones más complejas.
La principal ventaja de esta máquina es su precisión milimétrica y un menor riesgo de complicaciones postoperatorios, pero sigue dependiendo de los conocimientos y dirección de los especialistas de carne y hueso. No se trata de un reemplazo al trabajo humano, aunque en adelante podría facilitar que se necesitarán menos cirujanos en la sala, dando pie a realizar más operaciones con el personal disponible.
No reemplazan, pero sí prometen llevar la cirugía a horizontes hasta ahora difíciles de alcanzar, como el robot desarrollado por Sony que consiguió el año pasado crear una conexión creada entre los vasos sanguíneos con un diámetro de aproximadamente 0,6 mm.
