Las últimas previsiones ofrecidas por el Instituto Volcanológico de Canarias (INVOLCAN) indican que la erupción del volcán de La Palma podría dilatarse entre 24 y 84 días. Un pronóstico esencial para conocer cuándo se podrá comenzar con la reconstrucción de las más de 100 hectáreas de la isla que han sido sepultadas por las coladas de lava del Cumbre Vieja.

Uno de los parámetros considerados clave en los que más se están fijando los científicos es en las emisiones de dióxido de azufre. Un descenso o un incremento en la concentración de ese gas en la atmósfera puede indicar una relajación o una subida de la actividad volcánica, respectivamente.

Los últimos datos reportados por INVOLCAN son "normales en una etapa de erupción efusiva", tal y como han publicado. Y comprenden entre 8.000 y 10.500 toneladas de dióxido de azufre al día, muy similares a los medidos en el volcán Fogo (Cabo Verde) en 2014. Antes de que se produjera la erupción, La Palma contaba con algunas unidades de medición fijas. Pero las necesidades han cambiado radicalmente desde el pasado domingo y ahora cuenta con sistemas miniDOAS móviles que recorren la isla.

Midiendo los gases

"El dióxido de azufre se encuentra naturalmente dentro del magma y se libera con la erupción", ha contado a EL ESPAÑOL - Omicrono Arnau Folch, vulcanólogo del Instituto de Geociencias Barcelona dependiente del CSIC. "El principal problema de este gas es que afecta directamente a la calidad del aire", prosigue. Esto es especialmente importante para los habitantes de La Palma y de las islas vecinas, que "podrán experimentar el característico olor a huevo podrido".

miniDOAS instalado en una furgoneta INVOLCAN

Los miniDOAS son sensores ópticos remotos capaces de detectar la presencia de dióxido de azufre, en el caso de la erupción volcánica, y de otros muchos gases traza como el ozono o el dióxido de nitrógeno. Basan su tecnología en la espectroscopía de absorción óptica diferencial (DOAS, de su acrónimo en inglés) y se utiliza para medir la concentración de los denominados gases traza presentes en el aire.

Este dispositivo es capaz de calcular la concentración de dióxido de azufre -y de los otros gases- en la atmósfera utilizando nada más que la luz solar. Cuando esa luz (radiación al fin y al cabo) incide sobre la atmósfera con dióxido de azufre, el gas absorbe una cierta radiación y el sensor del miniDOAS es capaz de captar esa diferencia respecto a un espectro sin gases contaminantes. Proporcionando también un análisis cuantitativo del gas traza analizado.

Actualmente, INVOLCAN cuenta con estaciones terrestres móviles instaladas en furgonetas que recorren la isla registrando la cantidad de dióxido de azufre en la atmósfera y georreferenciándola mediante GPS. Además, también han colocado una en un helicóptero que ha cedido la Guardia Civil para obtener mediciones aéreas.

Recopilando todos esos datos, los científicos pueden crear mapas de la concentración de dióxido de azufre y, con ellos, ir conociendo las emisiones del volcán y evaluar posibles riesgos medioambientales.

Sensor miniDOAS instalado en un helicóptero de la Guardia Civil INVOLCAN

"El dióxido de azufre es un indicador indirecto de la cantidad de magma que todavía acumula el volcán" y los expertos lo utilizan como un 'termómetro' para hacer sus previsiones. "Viendo la tasa eruptiva, que es la cantidad de magma que sale por unidad de tiempo, y la cantidad del gas, se pueden hacer estimaciones de la duración de la erupción".

Causa lluvia ácida

Además de la incomodidad del olor y de su efecto negativo a las vías respiratorias, el dióxido de azufre puede producir lluvia ácida. "Cuando el gas se mezcla con el agua en la atmósfera, da como resultado la reacción química de la conocida lluvia ácida que tan perjudicial es para la vegetación", apunta Foch.

"A medida que pasan los días va a ir aumentando la emisión de los gases", lo que proporcionará más pistas sobre si se podrá llegar a producir este tipo de lluvia. Uno de los factores más determinantes será el viento, si es de mucha intensidad o sopla hacia el mar no afectará a la población o a la vegetación.

"Si los vientos son más flojos y van hacia tierra firme es posible que aumente la concentración y habrá que ir evaluando", recalca el experto. Las previsiones van encaminadas a que el dióxido de azufre llegue a la Península -entrando por la Región de Murcia- a lo largo del jueves o viernes y se extienda por toda la zona, según la simulación de un científico que trabaja en el sistema de emergencia europeo Copernicus. Aunque todo apunta a que será en una concentración demasiado baja como para causar problemas.

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