Izan González Chema Flores

A mediodía de este domingo un volcán entraba en erupción en el entorno de Cabeza de Vaca dentro del complejo de la Cumbre Vieja en La Palma. Tras días en los que los expertos advertían que el magma volcánico empujaba con fuerza, finalmente ha sucedido y el magma se mueve ya por las laderas de la isla. 



El de La Palma es el más reciente, pero no es la única erupción que se ha dado en Europa en los últimos meses lo hicieron el  Fagradalsfjall en Islandia y el Etna en Italia. Áreas de intensa actividad volcánica que, al igual que sucede en Canarias, están constantemente en continua alerta y monitorización buscando anomalías para hacer seguimiento a estos fenómenos geológicos. 



Pero ¿cómo se vigila a un volcán? En el caso canario, los responsables de estar al minuto pendiente de la actividad volcánica de las islas (y de una cantidad considerable de volcanes de todo el mundo) es el Instituto Vulcanológico de Canarias (INVOLCAN). 

Ellos toman una ingente cantidad de datos científicos que se recogen 24 horas al día, y más ahora que el volcán de La Palma ha entrado en erupción. Desde sismógrafos a imágenes térmicas, pasando por detectores de emisión de dióxido de azufre. Todos los datos son pocos y sirven para tener controlado y seguir la actividad en tiempo real. 

Eso sí, los métodos con los que trabajan hoy en día nada tienen que ver con las expediciones a pie de campo que se requerían antaño y que, en ocasiones, ponían en peligro a los geólogos. El trabajo de campo sigue haciéndose y es importantísimo, pero la tecnología ha permitido hacerlo todo mucho más ágil, eficaz y seguro. 

David Calvo, geólogo encargado de la comunicación en INVOLCAN, explicaba a OMICRONO el pasado mes de abril cómo la tecnología más puntera ayuda a mantener el ojo afinado sobre los volcanes canarios. Centrándose especialmente en el Teide, como el más importante y activo de todo el archipiélago.

Cómo vigilar un volcán

El avance tecnológico no ha desplazado a la instrumentación in situ. Estos dispositivos emplazados en los volcanes y en zonas cercanas a las erupciones siguen siendo una fuente primordial de datos con los que trabajar. Entre ellos, en INVOLCAN cuentan con "equipos que miden los gases que emite el volcán y a través de ellos podemos saber si se encuentra más o menos activo", explica Calvo.

Una mayor emisión de dióxido de azufre puede indicar que el volcán cuenta con una mayor actividad y causar más problemas en el futuro. Para ello utilizan espectrómetros capaces de identificar los gases característicos de los volcanes. Aunque se colocan "en el cráter del Teide con equipos portátiles y comprobamos los niveles de gases y de temperatura", otros, en cambio, se quedan instalados tanto en estaciones fijas que envían información de forma autónoma, así como se están haciendo mediciones móviles sobre el terreno para saber en tiempo real cómo evoluciona el volcán de La Palma. 

Medidor móvil de azufre INVOLCAN

La otra rama de estudio in situ pasa por la geofísica. En este caso, "tenemos estaciones sísmicas compuestas por sismógrafos que registran los terremotos de los volcanes", explicaba Calvo. Estos equipos son realmente sensibles y captan hasta el más mínimo movimiento sísmico. Se reporta puntualmente para su estudio pues puede ser signo de una actividad volcánica creciente que vigilar.

El sábado el equipo de INVOLCAN desplegó un array sísmico en la zona de El Charco para vigilar el volcán Cumbre Vieja. Esto es un conjunto de estaciones sísmicas que se instalan a corta distancia entre ellas que "además de detectar ondas sísmicas, permite establecer la dirección desde la que dichas ondas provienen", datos clave para detectar con más sensibilidad cualquier señal sísmica proveniente del interior del volcán.

Colocación de estación sísmica INVOLCAN

"Son máquinas especialmente útiles sobre el terreno porque avisan de cualquier movimiento, por sutil que sea", explicaba Calvo. Es por ello por lo que durante los últimos días el equipo de INVOLCAN ha continuado actualizando y fortaleciendo la instrumentación en La Palma, colocando estaciones sísmicas por los puntos clave de la isla.

Cuando el volcán está activo, otra de las mediciones que se hacen sobre el terreno es quizá la más evidente: comprobar cómo de caliente está la tierra. Para realizarlo se hace tanto a través de imágenes térmicas de la columna eruptiva como tomando medidas de termografía en carreteras y monte en plena erupción. "Todos los datos sirven para entender lo que el volcán nos está contando", explican desde el instituto.

Medición de termografía infrarroja desde helicóptero. INVOLCAN

En las últimas horas estas mediciones sobre el terreno son las que permiten moverse con mayor agilidad, eso sí David Calvo apuntaba en su día a la pérdida en ocasiones de instrumental cuando ocurre alguna erupción. Pero lo cierto es que esta cercanía hace que las mediciones sean lo más fiel posible y que las decisiones tomadas sean las apropiadas con la magnitud del volcán. 

Satélites e inteligencia artificial

Más allá del trabajo a pie de campo, una de las principales mejoras que han experimentado este tipo de trabajo de seguimiento de volcanes en tiempo real es la posibilidad de disponer de una surtida variedad de satélites para asegurarse una fuente fiable de información incluso si la situación se vuelve complicada.

En el seguimiento de un volcán la precisión lo es todo. Es un trabajo casi milimétrico y aquí la tecnología es fundamental. "Tenemos una combinación de mediciones en tierra y en el espacio mediante GPS. Instalamos un dispositivo en los flancos del volcán, o donde nos interese, y medimos la posición de ese instrumento mediante GPS. Estamos hablando de que unos pocos centímetros de deformación nos indica que el volcán puede entrar en erupción", explicaba Calvo, por lo que el margen de error de sus máquinas es de un milímetro en la horizontal y un centímetro en la vertical.

Erupción en Islandia Sentinel INVOLCAN

A nivel global también se están empleando satélites para la monitorización volcánica. "Se usan satélites Sentinel y Themis específicos para vigilancia de catástrofes naturales". Unas imágenes que permiten realizar un buen seguimiento de forma más fácil y cómoda que antaño, ya que se puede hacer un seguimiento de antes y después y ver así las alteraciones.

Además de fotografía, los satélites también pueden realizar mediciones topográficas para observar los cambios de la superficie tras alguna de estas catástrofes naturales. "Hoy en día hay dispositivos que son capaces de medir concentraciones de gases de un determinado compuesto químico como el dióxido de azufre desde el espacio".

Estos satélites son tan sensibles que puede seguir el rastro de las columnas eruptivas (penachos volcánicos) a lo largo del mundo. Así por ejemplo, la erupción en abril del volcán La Soufriere en San Vicente y las Granadinas (El Caribe) acabó llegando a Canarias, con lo que es interesante saber hacia dónde puede moverse el dióxido de azufre de La Palma, un gas responsable de la lluvia ácida y "uno de los más representativos en la vigilancia volcánica".

Pero el potencial de los satélites para el rastreo de la actividad volcánica sólo acaba de comenzar, especialmente si el interés está en seguir zonas con actividad pero de difícil acceso. "La carrera espacial nos ha facilitado mucho las cosas en todo lo relacionado con la vigilancia de volcanes en lugares remotos. Las constelaciones proveerán de conexión a Internet a todo el mundo, incluido a zonas aisladas donde la cobertura móvil no permite tener mediciones sobre el terreno", explicaba Calvo.

Erupción volcánica en La Palma EP

Como ejemplo el responsable de comunicación del INVOLCAN hacía referencia a lugares del mundo donde los únicos reportes que se tienen provienen de los satélites, lo que dificulta su seguimiento. "Esto pasa mucho en las islas Aleutianas o en Kamchatka, donde nos enteramos de erupciones por los satélites".

Vigilancia 24 horas

Recoger tal cantidad de datos no tiene validez si no se gestiona de forma adecuada. Desde el propio Instituto Volcanológico de Canarias reconocían están siendo "noches largas". Y es que, aunque se están creando proyectos de machine learning, con el objetivo de que un servidor o un ordenador aprenda a interpretar las señales sísmicas, la localización y seguimiento en los últimos días se está haciendo manualmente. Siempre hay un profesional mirando. 

"Las estaciones de vigilancia están emitiendo las 24 horas y si la situación lo requiere desplegamos equipos de emergencia capaces de analizar la situación durante todo el día". En una operativa normal, en el caso de que no se detecte actividad volcánica, existe un equipo que realiza el trabajo de análisis en horario normal.

Cuando se tienen muchas estaciones, la cantidad de datos que se reciben diariamente es inmensa cuando se registran movimientos sísmicos complejos como los enjambres o las erupciones que se han dado en los últimos días. Para ello, "han desarrollado un software para que aprenda a procesar las señales y hacerlo casi mejor que los humanos" y ayude en interpretar lo que quiere decir el volcán. 

Aún así, a los profesionales del Instituo le queda todavía un periodo de intensa actividad para hacer un seguimiento y vigilar al instante cómo se mueve el volcán de La Palma. Aunque eso sí, insisten en que la población "siga siempre las instrucciones de las autoridades locales y no se acerquen al lugar de la erupción".

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