Una enorme comitiva acompaña a cada desplazamiento del presidente de Estados Unidos. Como uno de los puestos políticos con más poder del mundo, el servicio secreto y las ramas militares del país norteamericano velan por su seguridad hasta unos límites que nos son complicados de asimilar.

Por aire Donald Trump viaja en el Air Force One, posiblemente el avión de transporte presidencial más seguro del mundo, y por tierra con su particular limusina blindada de la marca Cadillac. Pero cuando se encuentra en mitad de un acto político la seguridad no se relaja ni un ápice. Más bien todo lo contrario.

La enorme exposición a la que está sometido el presidente en mitad de un mitin es, quizá, uno de los escenarios más complicados para cualquier equipo de protección de personalidades. Miles de personas escuchando el discurso al aire libre y seguramente varias decenas -si no centenares- de hombres del servicio secreto infiltrados en la multitud y otros vigilando desde posiciones privilegiadas.

Tanto es así, que un mínimo cambio en los planes se toma como una amenaza real al presidente. Y es lo que ha ocurrido ayer mismo cuando Trump se encontraba en mitad de uno de estos eventos en Bullhead City, Arizona.

Una pequeña aeronave, de la que no se ha revelado marca ni modelo, entró dentro del espacio aéreo restringido que acompaña al presidente de los Estados Unidos allá donde se desplace. "El avión no respondió a los procedimientos iniciales de interceptación, pero estableció comunicaciones por radio después de que la aeronave desplegara bengalas como advertencia", ha explicado el portavoz del Comando de Defensa Aeroespacial de América del Norte (NORAD, de sus siglas en inglés), como encargados de la seguridad aérea del presidente.

Cuando los radares se dieron cuenta de que la pequeña aeronave -imperceptible desde el suelo- había entrado en espacio aéreo restringido y no respondía a las comunicaciones, el NORAD decidió enviar un caza F-16. El envío de cazas para escoltar o investigar aeronaves es una maniobra muy común y para la que los pilotos están entrenados. Lo pudimos ver en España en el incidente del avión de Air Canada hace unos meses.

F-16 USAF Omicrono

Un caza F-16, aunque vuele relativamente alto, tiene una huella sonora de la que los asistentes al mitin, incluido Trump, sí pudieron percatarse. La visita de la aeronave militar se acompañó con el lanzamiento de bengalas, método que se suele emplear para 'confundir' a los sistemas de seguimiento de misiles por infrarrojos. Comprobada la inocencia de la aeronave, fue escoltada por el F-16 a espacio aéreo no restringido donde prosiguió su vuelo sin mayor novedad.

Lo que pasó como una anécdota pudo suponer un peligro real para el actual presidente y candidato a las elecciones. Es complicado pasar desapercibido con una aeronave de grandes dimensiones, pero una pequeña o un dron pueden convertirse en poco tiempo en una amenaza. 

Noticias relacionadas