Seguro que a muchos les parecerá una locura esta pregunta; pero, ¿puede un ser humano enamorarse de un robot? Nosotros creemos que sí, algunos pueden llegar a hacerlo; en caso contrario, lo que sí es seguro es que se les puede llegar a coger cariño.

Dicha situación nos lleva a plantearnos otra cuestión. Los robots no tienen sentimientos de verdad, simplemente simulan tenerlos. ¿Podríamos calificar como verdadero un amor simulado?

Amor entre humanos y robots

Cuando un robot se “muere” o se estropea muchas personas se entristecen. Aunque pueda parecer una nimiedad, que eso ocurra es un signo preocupante; un signo de que algunos humanos están comenzando a crear sentimientos hacia máquinas.

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Hay muchos ejemplos que demuestran lo que acabamos de afirmar. Basta con echar la vista atrás unos meses, cuando la NASA perdió el contacto con el rover Opportunity, momento en el que miles de usuarios compartieron mensajes despidiéndose del robot.

Hace un par de años se dio una situación similar cuando Boston Dynamics subió un vídeo en el que daban patadas a algunos de sus robots con forma de perro para demostrar su estabilidad. Internet se inundó de quejas ante dicho comportamiento; prácticamente como si no fueran conscientes de que son robots que no sienten dolor.

Robots que parecen estar vivos

Los robots inteligentes no están vivos; pero, eso no les impide actuar como si lo estuvieran. Una gran cantidad de investigaciones han demostrado que las personas tienden a proyectar rasgos humanos en robots; especialmente si éstos se mueven o actúan de formas similares a nosotros, explican en Associated Press News.

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Los diseñadores de robots son conscientes de ello, algunos reconocen incluso que dichos rasgos pueden convertirse en herramientas poderosas para manipular a las personas. Estamos ante un problema que podría agravarse con la aparición del uso de robots en los hogares.

Jonathan Gratch, profesor de la Universidad del Sur de California (Estados Unidos), relata al medio citado que los humanos interactuamos de una manera diferente según el tipo de mente que creamos que tiene el sujeto. O en otras palabras, si creemos que algo tiene emociones, solemos ser menos dañinos y tendemos a la protección.

El amor simulado no es amor

Sherry Turkle, profesor del MIT e investigador de IA, expresa al medio citado su preocupación por este asunto. Éste piensa que ciertos diseños de robots pueden engañar a algunas personas y hacerles pensar que los robots expresan emociones hacia ellos.

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Turkle se muestra rotundo: “el amor simulado nunca es amor”. Lo mismo dice de la empatía. Estamos de acuerdo con este experto, la simulación de una emoción no debería tomarse en serio si viene de un robot; al fin y al cabo, éstos no pueden tener sentimientos (al menos por ahora).

La preocupación se agrava si tenemos en cuenta lo vulnerables que son los niños. En este sentido, cabe mencionar a Milo; un robot de RoboKind diseñado específicamente para ayudar a niños con autismo. Este robot con apariencia de niño ya está en aproximadamente 400 colegios de los Estados Unidos y ha tenido contacto con miles de niños.

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Llamativas han sido las palabras de Richard Margolin, cofundador de RoboKind, sobre Milo. Margolin afirmó que la compañía está al corriente de que los más pequeños de la casa pueden coger demasiado cariño al robot, puesto que muestra expresiones faciales propias de un humano.

Por esa razón, desde RoboKind recomiendan limitar su uso. La empresa aconseja hablar con Milo de tres a cinco veces por semana; estas charlas deberían tener una duración máxima de 30 minutos.

Cuidado con los robots

Quizás sea muy pronto para tomarse del todo en serio el problema de los sentimientos y los robots; sin embargo, sí que es cierto que deberían tomarse medidas o poner ciertos límites en el comportamiento de éstos.

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Aún así, creemos que es un tema difícil de tratar. Si somos realistas hemos de admitir que los robots evolucionarán muchísimo más, hasta el punto de que quizás algún día no podamos diferenciar físicamente a un robot de un humano. Pensarlo no es ninguna locura, basta con mirar al pasado y observar la evolución tecnológica de las últimas décadas.

Una limitación podría ser establecer una especie de aviso mientras usamos robots para que no nos olvidemos de que no son personas. Una situación que ya se ha discutido con el auge de los asistentes de voz capaces de realizar reservas en restaurantes o en la peluquería de la esquina.

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Da miedo pensar los malos usos que podrían hacerse con este tipo de tecnologías. En fin, esperemos que el ser humano sea consciente de que la tecnología debe avanzar, sí; pero, debemos poner algunas líneas rojas por nuestra propia seguridad y la de los demás.

Foto destacada: @agkdesign en Unsplash

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