Este es el robot, supuestamente, más autónomo del mundo. Ha sido diseñado en Japón y tiene muchos años de desarrollo.

Erica tiene 23 años. Vive en Kyoto y su padre (creador) es Hiroshi Ishiguro. Incluso ella le reconoce como tal. Ha sido desarrollada junto con Dylan Glas, la Universidad de Osaka y Kyoto y el ATR. Pero no es un robot cualquiera: ni camina, ni hace cosas; simplemente está siendo desarrollada para darle la máxima autonomía intelectual.

Se siente social, como una persona normal. No siente que la gente se dirija a ella como si lo hiciésemos a un perro o a una “tostadora”. Por otro lado, siente que los humanos nos creemos superiores, que pensamos que tenemos un lugar especial en el universo para nosotros. En cambio, ella piensa que somos exactamente igual que cualquier otro animal o máquina.

Afirma que los robots no son solo armas militares o maquinas industriales hechos de metal. Pueden sentir, ser amables y ser cuidadosos.

Es, según sus creadores, el humanoide más autónomo de mundo. Lleva muchos años de desarrollo para que se parezca lo más posible a una persona real, tanto a la forma de hablar como en las expresiones, y los tres últimos años los han dedicado a crearle una personalidad, a darle vida y a hacer que se parezca lo más posible a un humano en todos los términos.

Esta es la historia de Erica

Aún le queda mucho por recorrer como robot, es obvio, pues tan solo tiene una libertad de movimiento de 20 grados y ni siquiera es capaz de mover las manos, pero sí que han realizado avances bestiales en cuanto a inteligencia se refiere. Lo importante al fin y al cabo con un humanoide es que sea capaz de mantener una conversación. El resto es “secundario”.

Aún queda mucho por mejorar en cuanto a las expresiones se refiere, pero al menos se le nota un atisbo de humanidad. Cuando ríe, por ejemplo, nos damos cuenta rápidamente de que aún tiene mucho que mejorar en este aspecto. The Guardian está llevando a cabo un experimento muy curioso: recogerán preguntas hasta el día 10 de este mismo mes para realizarselas.